Imprimir
Visto: 1125

Pablo en Las Tunas 1El concierto del 15 de noviembre del 2010, el último aquí, fue una cita memorable.

Las Tunas.- Parece que Santa Cecilia lo llamó justo en el día de celebrar a los músicos, aunque imposible resultará apartar su presencia del inmenso espacio que está ligado a la complicidad de los creadores y la canción capaz de expresar sin ambages los sentimientos más puros.

Así lo sienten quienes se reunieron este 22 de noviembre en la sede del Comité Provincial de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac) para entre las cuerdas de guitarristas clásicos recordar temas emblemáticos como Yolanda o Ya se va aquella edad, coreada como un himno por una generación.

Al amparo del patio del bonsái se reunieron Elvira Skourtis, Ramón Carlos Leyva y Argibaldo Acebo, aupados por otros devotos de la obra de Pablo Milanés, quienes evocaron el idilio con sus letras y voz excepcional.

uneac pablo3En la Uneac dos palabras unieron a los artistas: gracias, Pablo. La maestra Elvira Skourtis encabezó la cita. Skourtis, presidenta de la Filial de Músicos de la Uneac, lanzó la convocatoria: "Primeramente, mi homenaje a Pablo Milanés parte de la sensibilidad que me ha dado la vida y la capacidad de apreciar y valorarlo a él como ser humano, antes que todo. Tuve la oportunidad de ir a sus conciertos y de conocer a personas que sí tenían una estrecha comunicación con él, sé de primera mano que fue un ser muy noble, bueno y que ayudaba a todo el que podía.

"En segundo lugar lo hago como músico -fíjate que no digo como guitarrista-, porque considero que el dolor por su partida nos ha llegado sin distinciones, una vez que en su grupo no solamente estaba convocada la guitarra, sino una diversidad de instrumentos, desde el piano con Miguelito Núñez hasta Dagoberto González en el violín. Son nombres imprescindibles que uno los oye y dice, esto es música de Pablo".

Así acude a su memoria el último concierto que realizó en esta ciudad desde la Plaza de la Revolución Mayor General Vicente García González, los ecos que llegaban hasta el portal de su hogar. Lo avanzado de la gravidez le impidió formar parte del tumulto, pero la suerte de los vientos le acariciaron el oído con muchos de esos temas que recorren sin esfuerzo su propia guitarra.

La realizadora audiovisual Waldina Almaguer sí lo pudo disfrutar en aquel momento. Alude a la perfección de la que gozaron en primera fila: "Resultó un acto de ternura, todos coreamos las canciones, cosa mágica. Uno de los regalos más bellos fue estar tan cerca".

Sabe el también cultor de las seis cuerdas Argibaldo Acebo, desde su fe, que la muerte física significa nacer a otra vida, a la eternidad, la misma que pregona la obra, esa que encuentra la trascendencia en una conjunción inigualable de voz, sentimiento y letras sencillas que tocaron en lo profundo a personas de las más disímiles procedencias y formaciones.

                                                                               CONEXIONES

El recién concluido Festival Entre Música de la Asociación Hermanos Saíz (AHS) nos regresó al surgimiento de la Nueva Trova, allí estuvo Pancho Amat para rememorar coincidencias y avatares que signaron hace 50 años tan feliz alumbramiento, los aportes, toma y daca del son, de la canción y la trova tradicional. Pablo fue uno de los iniciadores imprescindibles de esa vorágine, junto a Noel Nicola y Silvio Rodríguez, en la que la proyección escénica y hasta el vestuario se hicieron referente, que tantas décadas después exige al cantautor la sencillez del vestuario y la compañía ineludible de la guitarra.

Más allá de posturas y desacuerdos, hay que reconocer que el autor de Comienzo y final de una verde mañana "es la mejor primera, segunda y tercera voz que ha dado este país", afirmó en esos días Eduardo Sosa para saborear luego El breve espacio en que no estás, con la complicidad entusiasta del aplauso del público.

El joven Jesús Ricardo Pérez Cecilia refiere que: "Pablo es una canción universal para todos. A los trovadores nos afecta personal y directamente por ser un hombre que además de escuela, era un padre en la canción, un hermano; pensarlo desde la muerte es muy triste. Por eso, mejor hacerlo desde sus deseos de seguir cantando, desde el amor que siempre puso en cada armonía y nota, en cada texto suyo. Así seguiremos cantando por él, por nosotros mismos".

Richard Gómez comenta que: "La pérdida de Pablo es una de las más sensibles que ha sufrido la cultura cubana en los últimos 10 años. No solamente fue un expositor de la nueva canción cubana, de la nueva trova, fue un embajador de nuestra cultura a todo lo largo y ancho del mundo.Pablo en Las Tunas 2 1Pablo, en Las Tunas, en 2010.

"Sus canciones han sido coreadas al igual que las de Silvio en plazas importantísimas en todas partes del mundo, para nosotros, los trovadores y los cantautores, es un ejemplo. A su obra hay que seguirla enarbolando, porque nos identifica no solamente como trovadores, amantes del amor y de todos los valores humanos, sino porque representa una parte entrañable del patrimonio musical cubano. Le deseamos en este viaje toda la luz posible y, sin dudas, nuestra cultura está de luto".

Entre las conexiones tempranas con esta tierra oriental nos llegó la comunión con el igualmente excepcional Emiliano Salvador, miembro de su grupo, arreglista y con quien se involucró gustoso en A Puerto Padre, ese canto a la Ciudad de los Molinos. En su quehacer reconoció al pianista tunero como demasiado grande para quedarse en su elenco.

Ahí afloró la humildad que muchos le atribuyen, el trato simple y la voluntad de ayudar al desarrollo del talento auténtico. Aquí queda el corazón apretado, como el de alguna tunera con el privilegio de rendirle honores con sus flores en España y no contener la emoción, para regresar nosotros luego a la anécdota de Elvira cuando cuenta: "Yo ensayaba en el 'Amadeo Roldán' y él en ocasiones iba a comer al frente. Una de esas veces entramos, nos disculpamos y le expresamos: 'Solo queríamos decirle que lo amamos'".