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Las Tunas.- Observar a la ciudad despierta culturalmente deviene alegría inexplicable para quienes sabemos la importancia que tiene este sector. La semana pasada fue un ejemplo fehaciente de que, cuando hay voluntad y esfuerzo real, siempre se puede... Se realizaron dos de los eventos artísticos más significativos de la provincia, los festivales Entre Música y Ánfora. Y el hecho de haberlos desarrollado (a pesar de la situación socioeconómica del país) ya es meritorio. Sin embargo, toda obra humana es perfectible y, por ello, 26 enuncia tanto luces como consideraciones por tener en cuenta para próximas ediciones.

Hay que partir de que, independientemente de las razones, en una ciudad pequeña y carente de invitaciones de esta envergadura, no se deberían realizar dos certámenes semejantes al unísono. Eso atenta contra la asistencia del público, quien -hambriento de tales propuestas- no podrá disfrutar de todas o varias de las opciones programadas. Aunque el auditorio en ambos casos fue numeroso, pudo haber sido mayor, y el resto de las instituciones culturales podrían concentrarse en apoyar mejor un evento que dos.

anfora14La fiesta del ilusionismo contó con la inserción de 65 artistas escénicos de diferentes provincias cubanas e invitados mexicanos. Abarcó conferencias, presentaciones, iniciativas comunitarias, homenajes... Sin embargo, algunas acciones mostraron atrasos en su horario de realización, desde el desfile inaugural hasta la gala clausura, acaecida una hora después de lo previsto.

El desfile, además, no vislumbró el colorido, la variedad ni la identificación adecuados. Sin cartel o pendón propios del evento (existía, solo que no se mostró allí), sin los accesorios “mágicos” distintivos (singulares sombreros, palomas, naipes, trajes alegóricos...), el público que transitaba ese día por los laterales de la calle Vicente García no sabía qué tipo de periplo ocurría. Si a eso le sumamos que niños uniformados casi encabezaban el itinerario y que los magos fueron ubicados al final de la caminata, la confusión era mayor. Todo eso amén de los pulóveres con el letrero de Festival de Magia Ánfora que usaban los prestidigitadores y la presencia de algún payaso o zanquero.

Que el teatro Tunas acogiera los espectáculos nocturnos, a pesar de que aún no tiene completamente las condiciones técnicas (como tramoya y aire acondicionado), fue alentador para quienes añoramos ver abierto ese complejo cultural. Mas, existen detalles por cuidar para no malograr las actividades. La música que se puso antes de las actuaciones no era la apropiada. Una cosa son las sonoridades festivas y otras las estridentes y desagradables.

A la vez, faltó un poco de limpieza en la concepción de los espectáculos. No solo se trata de mostrar actos con calidad y variedad, debe haber una dramaturgia, un hilo conductor, aunque no sea exactamente igual que la de otras expresiones del arte de las tablas. No es “pegar” escenas por pegar y que, al final, veamos -por ejemplo- números consecutivos de grandes ilusiones.

Organizar un evento de ese tipo es complicado, más cuando los presupuestos que a veces se piensan a principios de año -por diversas razones- se dilatan, se moldean o desaparecen. Más si compromisos realizados con los creadores no siempre se cumplen a tiempo y por ello -intuyo- días antes del evento aún no había certeza de la utilización del teatro Tunas como escenario, a pesar de que se le había asegurado a los artistas.

Asimismo, se conoce del sacrificio de nuestros ilusionistas que, con escasos recursos, fabrican números de magia, ensayan (previo al Festival) hasta la madrugada en una sede en pésimas condiciones (La Pérgola) y luego, ya en el teatro, sudando en los camerinos (a falta de la necesaria climatización), esperan su turno de aparición entre bambalinas.

Pero hablamos nada más y nada menos que del único evento competitivo de magia en Cuba, algo que nos prestigia -incluso- a escala internacional. Deberían enfocarse mejor sobre el asunto todos los ojos (y principalmente cerebros y manos) no solo de los involucrados, también de las autoridades gubernamentales y culturales de la provincia.

En cuanto a las premiaciones, sería justo retomar categorías que otrora existían como la mejor actuación femenina y masculina. Los asistentes de los magos se esfuerzan y eso hay que estimularlo. Además de lauros colaterales que entregaban distintas instituciones y abarcaban a mayor cantidad de galardonados, siempre a tono con el mérito. Pero, en general, haciendo “literalmente” magia con poco, el evento se hizo, y con calidad y variedad.

MÁS ALLÁ DE HERMOSAS SONORIDADES

El Festival Entre Música, uno de los más importantes de la Asociación Hermanos Saíz (AHS) en la provincia, se realizó con la presencia de prestigiosos intérpretes como Tony Ávila, Anabell López e Inti Santana. Detrás de ello está el esfuerzo de nuestra vanguardia artístico juvenil por salvar sus eventos. Por eso, no extraña que algún que otro líder del gremio, haciendo honor a ese sentido de pertenencia, haya utilizado parte de sus ingresos personales para -por ejemplo- trasladar a algún artista y/o sus instrumentos.Entre música Foto Rey

Por ello, y porque la matemática no alcanza, debería repensarse para el futuro la posibilidad de apoyarlos más en cuanto al presupuesto. El contexto económico no es igual al de años atrás, han variado los precios de alimentación, transporte y otras cuestiones logísticas. Debe haber sido un dolor de cabeza organizar la cita con el mismo capital de antaño, que no ha variado.

Sin embargo, tristemente, muchos artistas que querían asistir no pudieron hacerlo, antes la imposibilidad de la AHS de garantizarles cuestiones básicas como transporte, hospedaje y alimentación. Mas, aplicando la objetividad y buscando alternativas, sumaron a algunos cantantes reconocidos, lograron espacios (más allá de la Casa del Joven Creador) como El patio de Pepe (Plaza Martiana) y Con ciertos compases (centro cultural Luanda), junto a emotivas acciones en la AHS. Pero las actividades comunitarias no se hicieron por cuestiones ajenas a su voluntad en unos casos y escasez de presupuesto en otros.

En resumen, tanto el Ánfora como el Entre Música merecen perpetuarse en el tiempo. Sabernos parte de sus latidos y ayudar en lo que podamos es buena manera de defender el espíritu de la cultura, los tuneros y la ciudad en general.