Nayib Bukele

San Salvador.- Las relaciones entre El Salvador y Estados Unidos sufren una crisis sin precedentes, agravada con la llegada a la Casa Blanca del demócrata Joe Biden.

En el más reciente episodio de sus desencuentros, Washington decidió reorientar hacia grupos de la sociedad civil fondos que solía destinar al aparato estatal.

La Agencia para el Desarrollo Internacional alegó la "falta de transparencia y rendición de cuentas" para retirar la asistencia que otorgaba a la Policía Nacional Civil y al Instituto de Acceso a la Información Pública de El Salvador.

La respuesta del presidente salvadoreño, Nayib Bukele, no se hizo esperar: "Qué bueno que (las organizaciones de la sociedad civil) reciban financiamiento extranjero, porque del pueblo no recibirán ni un centavo", tuiteó el mandatario.

El detonante de esta nueva tensión fue la destitución de los cinco magistrados de la Sala Constitucional de la Corte Suprema de Justicia y del fiscal general Raúl Melara, aprobadas por la mayoría oficialista en la Asamblea Legislativa (Parlamento).

Dicho movimiento fue, incluso, criticado por la vicepresidenta estadounidense, Kamala Harris, lo cual Bukele y sus seguidores consideraron una injerencia en los asuntos internos de este país.

El diplomático salvadoreño Rubén Zamora explicó a Orbe que los nexos comenzaron a enfriarse tras el triunfo demócrata en la Casa Blanca en noviembre pasado. A algunos legisladores influyentes no les hizo gracia que Bukele los "ninguneara" con una actitud desafiante que rara vez mostró ante los desaires e imposiciones del expresidente Donald Trump.

"Mucha gente de las que se mofó ahora encabezan comisiones que deciden sobre cooperación y fondos para el desarrollo, o sea, es un terreno que el presidente ha perdido", advirtió Zamora, quien también criticó el desplante hecho por el gobernante al enviado especial de Biden para la región, Ricardo Zúñiga.

Ignorado durante su primera visita oficial a El Salvador, Zúñiga fue finalmente recibido por Bukele en un segundo viaje, realizado a mediados de mayo, tras el cual el mandatario recalcó que los cambios iniciados eran "irreversibles".

Según analistas locales, tal posición podría dificultarle la vida a los millones de migrantes salvadoreños que viven en Estados Unidos y cuyas remesas prácticamente mantienen a este país centroamericano, pero Bukele parece dispuesto a encarar cualquier consecuencia.

Además, ya el mediático líder lo advirtió a la comunidad internacional el pasado primero de mayo: "Nuestras puertas están más abiertas que nunca. Pero con todo respeto: estamos limpiando nuestra casa... y eso no es de su incumbencia".

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