taiji china 2022

Beijin, China.- El maestro Yang Songquan, de 72 años de edad, se mueve con la agilidad que envidiaría un mozalbete de cinco décadas menos. Su cuerpo parece seguir la suavidad de un arroyo nacido en la montaña. Extiende y junta sus manos; mira al infinito sumido en su meditación, en su yin, mientras expresa el yan con un golpe contundente contra el piso, como si el apacible río se hubiese transformado en un torrente letal. Retrocede y avanza, junta o separa sus puños y pies, abriéndolos en un círculo perpetuo, porque la cultura china confía en lo cíclico, a diferencia de la occidental obsesionada con lo lineal. 

El taiji es como el agua, explican los practicantes de una escuela local, porque toma la forma de su entorno, tal cual hace el preciado líquido al verterse sobre cualquier recipiente. Puede ser delicado y gentilmente propiciar la relajación y la paz interior; o, si lo cree necesario, mediante ocho tipos de movimientos diferentes, solos o combinados, usando espadas o palos, y valiéndose de tu propio peso, ponerte en condiciones de vencer a tu oponente dejándolo severamente herido en cualquier parte del cuerpo. No es una ruta simple. Un minuto de una demostración impecable sería el resultado de al menos 10 años de entrenamiento. (MÍRALO AQUÍ)

Practicado por cientos de millones de personas dentro de China y en más de 150 países a lo largo del mundo, incluyendo Cuba, el taiji fue declarado Patrimonio Inmaterial por la Unesco en el 2020. Refleja uno de los pilares básicos de esta cultura milenaria: los principios de la lógica del Tao, sistematizada por Lao Tse, un erudito y filósofo chino que vivió en el siglo VI antes de nuestra era.

Con cada movimiento el artista marcial del taiji nos va diciendo que lo importante para los chinos no es el fin, sino el camino, pues Tao significa justamente eso: “el camino” o “la vía”. Entonces, desde su punto de vista, las cosas son y no son de la misma manera y al mismo tiempo. En su interior, la oscuridad y la rudeza exterior del yan lleva la luz del yin. El primero sería el lanzador y el segundo el cácher de esta dualidad inseparable.

La contradicción es su fundamento. En Occidente tenemos la lógica desarrollada para facilitar la creación de la ciencia estableciendo relaciones por causa y efecto, de causalidad; los chinos consideran que esa es apenas una de las posibilidades. Existe, dicen, otra, la lógica del azar, de la casualidad, la del instante que compone al tiempo, efímero pero determinante.  Lo único seguro, sostienen, es el cambio continuo y el fluir. Y eso es precisamente lo que exteriorizan los practicantes del taiji: ir constantemente en el camino del balance, del equilibrio, del respeto al maestro y el rechazo a la arrogancia.

Puede que hasta el buen periodismo deba parecerse al taiji, que se mueve como el agua, pero que no pierde su esencia, siendo gentil y fuerte cuando hace falta.

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