Veterinario Alberto Utra Santos

Las Tunas.- Alberto Utra Santos se enorgullece de ser un hombre de campo y de la Veterinaria, algo que siempre le llamó la atención, desde que era un niño y vivía con su familia rodeado de animales.

¿Cómo se hace veterinario?

"Mi papá era jefe de una vaquería, veía al médico inyectando los animales, y me gustaba y lo estudié en el Caney de las Mercedes, en Granma. Luego pasé la Escuela Nacional de Veterinaria, en La Habana, donde me especialicé en terneros".

Cuando se fue al Caney de las Mercedes no había cumplido los 17 años. Llegó a aquel lugar rodeado de lomas, y se sintió solo, muy solo.

"Bueno -ríe-, yo nunca había salido de mi casa, y cuando me vi allá solo, sin conocer a nadie, aquello fue grande. Era loma por todos lados. Después, llegaron unos muchachos del barrio que yo conocía y la vida comenzó a ser mejor. Cuando eso no daban pase, era el año completo allí, los viejos tenían que ir a verme. Pero fue lindo".

¿Y una vez graduado?

"Pasé unos meses de práctica y enseguida me dejaron solo, porque como me gustaba tanto la Veterinaria aprendí rápido en la práctica".

Este es un hombre amante de todos los animales. Pero los terneros siempre le encantaron, y cuando tuvo la oportunidad no dudó en especializarse en su atención.

¿Qué es lo más lindo de trabajar con terneros?

"Mira, cuando trabajas con terneros, y tienes uno enfermo, al principio crees que se va a morir, pero cuando tú lo tratas y ves que mejora eso te da satisfacción, alegría, porque es el fruto de tu trabajo; y me gusta la secuencia de los tratamientos. Soy feliz cuando salvo a uno".

¿Y cuando alguno se muere?

"A veces sucede por falta de medicamentos, porque estamos utilizando mucho la Medicina Natural y Tradicional, y la enfermedad requiere de medicamentos que no hay y es duro que se te muera un animal que quisieras salvar y no puedes".

¿Usted es de los que se encariñan con los terneros?

"Me encanta ver a los terneritos, yo siempre los reviso por la mañana a todos, a ver si caminan bien o mal o tienen algún síntoma".

La Medicina Veterinaria es difícil en cualquier país, pero en Cuba lo es más por la falta de medicamentos, por las condiciones que imperan debido a la escasez de recursos por el bloqueo, pero el hombre de esta historia ve las cosas de manera diferente y cada día se levanta con las ansias de la primera vez.

"Nada es fácil, todo es difícil, pero la Veterinaria me gusta tanto que yo hago fácil lo difícil".

¿A qué hora se levanta?

"A las 5:00. Todos los días. Ya a las 6:00 menos 10 estoy ensillando el caballo para ir hacia las vaquerías".

¿Cuántas vaquerías tiene a tu cargo, y cuántos animales?

"Cuatro unidades, tres vaquerías y un centro de desarrollo. Animales más o menos 200 por vaquería".

¿Y no cree que son muchos para usted solo?

"No".

¿Por qué?

"Yo madrugo y no importa la hora, si es por la mañana, por la tarde, la hora que sea".

Si Alberto ha logrado todo en la vida se lo debe a su esfuerzo claro, pero, sobre todo, a su familia. Su esposa es profesora de Español, máster; su hijo es maestro de Matemática y el hijo de su mujer igualmente se desempeña en el magisterio. Para él está muy claro el secreto de esa armonía.

¿Qué es lo que más le satisface de su familia bonita, de profesionales y de campo?

"La unión. Fíjate que yo tengo un nieto del hijo de mi esposa, que también es mi hijo porque lo crié, que cuando era chiquito él decía que yo lo había parí'o, siempre andaba conmigo; hoy es profesor de Deporte, con 19 años. Y hasta no hace tanto la vieja dormía en otra cama y él conmigo".

Cuando usted le echa una mirada a su vida, con 63 años, ¿cómo la ve?

"Bueno mira, aquí llevo ocho años, es una cooperativa donde la mayoría de los compañeros son integrados al colectivo, lo dan todo, trabajan de sol a sol, luchan y yo me veo dentro de ellos".

Alberto Utra Santos es plenamente feliz. Lo dice y se pone el sombrero porque ya se va, sus reses lo esperan. Monta en su caballo y se despide, no sin antes revisar sus bolsillos para comprobar el pomo de medicina que trae. Marcha a paso firme en busca de la salud, de la vida de sus animales, que le dan una de las satisfacciones más grandes de su bregar diario.

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