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Malaria BBC

Puerto Padre, Las Tunas.- Con la irrupción de la covid-19 a un lado quedó el nefasto protagonismo de la malaria, como causante de altas cifras de muertes en el orbe. La erradicación del paludismo resulta una quimera para diversos países, en especial para los asentados en las regiones de mayor pobreza en África y Asia; en tanto, el tratamiento en América, con la ayuda activa de la brigada Henry Reeve, ha propiciado el control de los contagiados y, consigo, el descenso de las estadísticas.

Si bien la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró en 1973 a Cuba territorio libre de tal infección, las autoridades sanitarias mantienen la alerta ante el creciente flujo migratorio. En declaraciones a 26, la doctora Bertha Domínguez Hernández, especialista en el Centro de Higiene, Epidemiología y Microbiología de Puerto Padre, relató los riesgos cotidianos que pasan inadvertidos en la población.

“El hecho de que no haya no quiere decir que bajemos la guardia, porque en cualquier momento puede ser introducido en la Isla, a partir de las personas que llegan de naciones con la enfermedad. Incluso, hemos tenido casos por esta vía, que desgraciadamente, en el municipio, el último paciente falleció.

“Es una afección transmisible a través de la picadura de la hembra del mosquito Anopheles, así como la vía placentaria, transfusiones de sangre y por la utilización de agujas y utensilios infestados. Sin embargo, es necesario resaltar que la principal manera de propagación constituye la vectorial. El período de incubación oscila desde los nueve días hasta los 40, lo cual complica la detección, por tanto, no puede existir ninguna confianza al respecto. Aún más cuando en diferentes lagunas y otras concentraciones de agua quietas tenemos la presencia del mosquito. Con el arribo de algún enfermo estarían los dos pilares para la expansión en la comunidad, por eso el compromiso de todos en relación con el cuidado”.

En el último quinquenio, la OMS certificó a Argentina, El Salvador y Paraguay ajenos al contagio autóctono de la malaria. Pese a los avances hacia la eliminación, donde todavía 138 millones de habitantes del “Nuevo Mundo” están expuestos a las fatalidades del paludismo, las zonas rurales permanecen en el punto de foco. En la Villa Azul los riesgos también dicen presentes.

“Es vital la prevención, pues la enfermedad se encuentra localizada en todos los continentes y, obviamente, recibimos a viajeros de esas latitudes. Existe un mecanismo en el que conocemos el lugar de procedencia de cada pasajero y la vigilancia de los mismos corre a cargo del equipo de Salud de los consultorios del médico de la familia. Cualquier manifestación clínica, sobre todo fiebre, de manera obligatoria corresponde el ingreso hospitalario. Asimismo, algunos síntomas asociados a una virosis acompañan el desarrollo de los padecimientos; malestar general, sudoraciones, escalofríos, entre otros”.

Mientras las vacunas sostienen su estadía en los ensayos de laboratorios, la protección y el quehacer consciente, de galenos y la sociedad en general, significan la dosis eficaz en aras de preservar la salud.