doctora graciela

Las Tunas.- Las tantas veces que la doctora María de los Ángeles Gutiérrez La O atendió a sus embarazadas nunca imaginó que no estaban tan lejanos los días en que sentiría, como un maremoto, todas las emociones, dudas, expectativas y sueños que compartían con ella sus pacientes.

Definitivamente, su "era maternal" clasifica como el mejor diplomado en que pudo matricular, más cuando transita en paralelo con una pandemia sin precedentes en el mundo y el país. Camino al policlínico Gustavo Aldereguía Lima para inmunizar a Hánsel Alejandro con la segunda dosis de la vacuna antigripal, leo en sus ojos esa esperanza viva que llevan cientos de madres tuneras en estos tiempos duros.

Ahí surgió la idea de mirar piel adentro de una médica de la familia que supo siempre ganar, con su preocupación y entrega ilimitada, el respeto de cada comunidad donde estrenó saberes, convocó a movilizaciones para donar sangre y no regresó a casa hasta que el último paciente se atendiera o fuera visitado en su domicilio.

En Venezuela, las misiones Barrio Adentro dejaron más que huellas en la jovencita, casi recién graduada, que saltó por encima de los miedos de salir "por primera vez de casa". Allí, en la tierra que vio nacer a Hugo Chávez Frías, Sabaneta, estado Barina, sembró afectos muy fértiles que el tiempo no borra. Hay amigos, agradecimientos, logros profesionales y una experiencia que la llevó al retorno un tiempo después.

Y esa historia tiene mucho que ver con Hánsel Alejandro y la mujer, madre y médica que es ahora, cuando el próximo enero este pequeño inquieto cumpla su primer año de vida. La maternidad, añorada desde hace mucho y con más de 30 años, le pusieron las cruces del camino.

No sin luchas internas, miedos, sentimientos encontrados y nostalgias apostó por asumir el embarazo. Eran muy fuertes las decisiones por tomar. Finalmente, abrazó ese regalo primogénito que le daba la vida. "Nunca dejaré de estar lista para volver a Venezuela y cualquier nación que la Patria determine, pero en ese momento, a siete meses de estar en mi segunda misión y luchando contra la Covid-19 en los cerros, tener a mi bebé era prioridad. ¿Y si no lograba gestarme después?", me dice con un hilo de alegría en sus ojos mientras acaricia al bebé.

¿Cómo influyó la maternidad en tu profesión? ¿Crees que a partir de ahora verás a tus gestantes con otra visión, más aterrizada a la vida?

"Sí, antes trataba a mis pacientes por todo lo que conocía y había estudiado en los libros, pero sentirlo en carne y hueso, ver cómo un embarazo te transforma desde lo anatómico, percibir los cambios hormonales... Sí, cuando vuelva a atender a gestantes lo haré con más humanismo, más sentimiento y amor.

"Claro, son protocolos que existen y una cumple. Pero hoy siento que se deben atender de una manera diferenciada. Es decir, darles prioridad por encima de toda rutina. Vivirlo en carne propia me ha servido para comprenderlas mejor y saber que cuando te hacen determinadas observaciones no son quejas, sino consecuencias de su estado. Estoy más consciente de lo que plantean y una juzga como malacrianzas o lo que le parezca. Adquirí mucha experiencia, aunque no todos los embarazos son iguales".

¿Sería mecánico o subjetivo afirmar que un médico mejora, se supera a sí mismo y fortalece sus prácticas cuando tiene una experiencia personal que le cambia conceptos existencialistas?

"No creo que sea mecánico. No es lo mismo saber de qué te hablan los enfermos en una consulta que suponerlo o mirarlo desde un conocimiento bibliográfico o médico. Por ejemplo, el rechazo a determinados olores, los horarios de alimentarse porque llevan un bebé dentro, las horas de descanso y tomar los medicamentos son aspectos que, en la mayoría de los casos, no se tienen presente al momento de citarlas a consulta. Actuar y priorizarlas en consecuencia a sus particularidades es una manera consciente de contribuir a que el feto crezca sano y saludable.

"Casi siempre sucede que se les dice a una misma hora a sabiendas de que cada consulta demora y se va haciendo la cola. Muchas se afectan y ponen nerviosas por esta espera, a lo que se suma que los consultorios tampoco tienen comodidades para ellas. A veces, hay que esperar de pie, sentadas en la acera o donde puedan. En fin, hay muchos detalles que pueden mejorarse en su atención. Hoy me percato con toda responsabilidad de ello.

"Tuve ingresos y todo eso, sin dudas, determina cómo una valora esta experiencia después. Lo que te refería sobre los chequeos, incluso, los análisis. En fin, uno comprende mejor a las gestantes, siente mayor seguridad para aconsejarlas y son cosas que una no piensa cuando nunca has estado grávida. Claro que tener una vivencia, sea cual sea, ayuda y hasta obliga a una como doctora y ser humano a comprender y atender mejor a quien llega a nuestra consulta con una urgencia, buscando un diagnóstico o para un seguimiento médico. Es bueno poder transmitir esto, creo que ayudará a mis colegas y más, a las noveles".

¿Cuáles son las metas ahora...?

"Desde que decidí asumir mi embarazo tuve que regresar e interrumpir la misión, algo que está en mis sueños futuros. Ahora tengo el regalo más grande que Dios me dio y debo cuidarlo en esta primera infancia, que es esencial. Dentro de poco comenzaré a trabajar en el hospital Ernesto Guevara, otro de mis anhelos. Estando de licencia opté por la especialidad de Oftalmología y me la otorgaron, la empezaré en enero, cuando Hánsel Alejandro cumpla 1 año, pero nunca olvidaré que soy médica de la familia. Tengo también el diplomado de intensivista y pertenezco al contingente Henry Reeve. Mi meta principal es esa, dar lo mejor de mí donde sea necesario".

Volviendo a nuestro tema... dime otra lección de vida que aprendiste en tu embarazo.

"Creo que hay que trabajar más en la educación social sobre el embarazo. Sentí en carne propia la incomprensión de las personas sobre ese estado tan delicado y especial que atraviesa la mujer. Cuando salía a buscar los alimentos, entre la escasez y la prevalencia de una pandemia que estresa y llena de un temor constante, sufrí ese egoísmo y violencia social que si no se vive, hasta una discute apasionadamente que es mentira lo que te relatan. Recuerdo que un día fui a comprar viandas y las mismas mujeres, quienes son madres en su mayoría, no me quisieron dar prioridad y lo peor fueron algunas expresiones que escuché como 'a ella nadie la mandó a quedar embarazada'.

"Otro momento que guardo con pesar fue cuando me dirígía hacia el hospital a realizarme unos análisis y, en la guagua, un señor no me quiso dar el asiento. Son cosas que suceden y dan evidencia de que todavía hay mucho que ganar y educar. Creo que muchas personas, incluidos nosotros los médicos de familia, no sabemos estas realidades a las que se enfrentan las gestantes. A veces llegan estresadas a las consultas, te cuentan y una piensa que exageran. Vivirlo es una lección. La familia es esencial. Es verdad como dicen por ahí, el embarazo no es enfermedad, pero la gestante requiere de un apoyo y una sensibilidad humana ilimitada. En cualquier mal proceder se puede alterar su metabolismo y afectarla a ella y al bebé. Los conocimientos de la vida son valiosos. Hoy soy un mejor ser humano y eso significa que médica también. Se lo debo a mi Hánsel Alejandro, no hay dudas".

Escribir un comentario

Este sitio se reserva el derecho de la publicación de los comentarios. No se harán visibles aquellos que sean denigrantes, ofensivos, difamatorios, que estén fuera de contexto o atenten contra la dignidad de una persona o grupo social. Recomendamos brevedad en sus planteamientos.

Código de seguridad
Refescar