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ganadero yenima
Las Tunas.- Dicen que hijo de gato caza ratón o que hijo de majá sale pinto. Son refranes de la idiosincrasia de los cubanos, pero tienen algo de cierto en el caso de Diosmany Ramírez Medrano y su papá Ramón Ramírez Gallar, un ganadero hasta la muerte.

Ambos se dedican a la crianza de ganado mayor en la zona del Kilómetro 6, en el municipio de Amancio, y comparten la actividad con el otro retoño de Ramón, quien concluyó recientemente su período en el Servicio Militar General y también recibió tierras en usufructo.

De conjunto, poseen cerca de 100 hectáreas y casi 160 cabezas. Su plan de entrega de leche asciende a tres mil litros cada mes y lo cumplen, a pesar de muchas situaciones que tiene la ganadería actualmente y de las que ellos no escapan.

"Es una labor complicada, por los tiempos que se viven. No obstante, nosotros tratamos de superar todos los obstáculos. Tenemos tres trabajadores, jóvenes y muy buenos. Juntos, los seis, garantizamos el cumplimiento integral de las labores.

"Aunque tenemos las áreas limpias, siempre hay alguien en los potreros cuidando los animales, porque se están dando muchos hechos de hurto y sacrificio de ganado mayor. En las noches estamos alertas también. Si ladra un perro hay que levantarse rápido y revisar.

"Tenemos la cantidad de animales que corresponden por cada área y les garantizamos la comida con lo que sembramos y los pastos naturales que, por lo general, siempre están verdes, pues esta es una zona muy baja. Contamos con un buen pozo que nunca se seca e hicimos una represa". 

A Diosmany y sus familiares les va bien, a partir de un trabajo constante e intenso durante todo el día. Se levantan a las 4:00 de la mañana y ordenan sus vacas. Desayunan y se reparten las tareas. Uno entrega la leche. Otro alimenta el rebaño, otro atiende el resto de los animales…

A los hombres se unen las esposas, no solo para las tareas domésticas, ellas asumen otras responsabilidades, como la siembra de maíz, hortalizas y otros renglones en la hectárea que destinan a los cultivos varios, para el consumo en el hogar.

"Esto se gestiona de manera colectiva, pues todos aportamos y somos una familia muy unida. Hasta mi niño de 3 años de edad quiere participar en las labores cotidianas de la finca. Estamos contentos con las ventajas que ahora tenemos los ganaderos.

"Ya compramos un tractor con una chapeadora y eso nos alivia el trabajo. En 15 días limpiamos de marabú y maleza lo que no podíamos hacer en dos o tres meses de intensa chapea a machete. La verdad es que, como familia, hemos mejorado mucho.

"Otra de las medidas que nos ha beneficiado es el sacrificio legal de ganado. Hemos ejercido ese derecho y nos sentimos estimulados. Por eso seguimos en el empeño de que nuestros animales produzcan más leche y carne, y eso se logra con una buena atención, la que les damos".