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Mujer rural 1
Las Tunas.- La proclamación de la segunda Ley de Reforma Agraria, el 3 de octubre de 1963, fue la fecha escogida para celebrar el Día del Trabajador Agropecuario, una jornada con más compromisos y labores en el campo que con festejos.

Realmente -y sin ánimos de justificar la falta de muchos renglones en la mesa de los residentes en Las Tunas- los últimos años han sido muy difíciles para concretar la crianza de diversos animales productivos y la siembra de granos, viandas, frutas y hortalizas.

Pero, este es un sector humilde y entregado a sus labores cotidianas, esas que comienzan al amanecer y no concluyen, pues pasa las noches en vigilia, cuidando sus recursos. Tampoco cree en los dictámenes de la naturaleza y se arriesga a sembrar, aunque los pronósticos de sequía sean muy serios.

Además de ese fenómeno, el territorio está marcado por la mala calidad de más del 80 por ciento de sus suelos y por un evidente desabastecimiento de combustibles, fertilizantes e insumos. Frente a esas dificultades se crecen y aplican diversas alternativas.

Se trata de hombres y mujeres que no están de brazos cruzados. Al contrario, se les ve muy protegidos contra el sol, en medio de extensos campos o en la realización de otras actividades, pues los trabajadores agropecuarios también se encargan de la sanidad animal o vegetal, la logística, el diseño de nuevas áreas, la avicultura y otras tantas labores.

Para ellos los retos son mayúsculos. Incluso, crecen con el paso del tiempo y la implementación de la Ley de Soberanía Alimentaria y Seguridad Alimentaria y Nutricional, que impulsa la producción agropecuaria local para tener en cada comunidad la mayor parte de la comida que demandan sus residentes.