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Las Tunas.- En el ámbito tunero nada hay más parecido que el comienzo incierto de temporada del equipo de pelota y de la zafra azucarera 2020-2021.

Sin embargo, los primeros, tras varias derrotas que mantuvieron a los Leñadores alejados de la zona de clasificación y en vilo a su afición, nunca se amilanaron ni se dieron por vencidos. Todo lo contrario, a los imponderables impusieron su voluntad y poco a poco, sin desespero, pero con un trabajo más sólido y cohesionado, fueron corrigiendo deficiencias y escalando posiciones, hasta lograr el objetivo propuesto: clasificar para la siguiente fase del campeonato nacional de pelota.

Es lo que hasta ahora marca la diferencia entre uno y otro frente de batalla, y lo que hace que muchos tuneros se pregunten si los que defienden la zafra en el Balcón de Oriente podrían imitar al brillante equipo de béisbol y sacar a la contienda del atolladero en que se encuentra.

Esperemos que así suceda, mas vale precisar que la misión de los azucareros no es cosa de juego y sí de mucha responsabilidad, dado a la gran connotación que para la economía representa porder contar con las 152 mil toneladas del dulce que debe producir Las Tunas en esta ocasión.

De momento, ya los tres centrales en activo -Colombia, Majibacoa y Antonio Guiteras- están aptos para procesar toda la materia prima que entre a sus basculadores, de la misma manera que muestran una sustancial mejoría en lo que respecta a la eficiencia industrial.

Por consiguiente, es en la cosecha y transportación de la caña donde persisten los obstáculos que impiden un mejor desenvolvimiento de la campaña. Y no es precisamente por el déficit de algunos recursos comprometidos, sino, además, por la falta organización, disciplina, exigencia, el desaprovechamiento de la jornada laboral y del potencial productivo de los equipos, de profundad en los análisis y de cohesión y empuje que aún subsisten en algunos pelotones de combinadas y unidades productoras.

Basta ya de apelar a los recursos que faltan para justificar los incumplimientos de la tarea de corte, alza y transportación de la caña.
Es menester, por tanto, que los análisis diarios se concentren en lo que se pudo hacer y no se hizo. En tal sentido resulta conveniente medir la tarea del pelotón o de la unidad por los equipos aptos para trabajar.

Si hoy, por ejemplo, solo hay disponible una combinada, entonces la meta del colectivo para la jornada consiste en sobrepasar las toneladas de caña previstas, según el tipo de la cosechadora de que se trate. Eso se llama usar eficientemente los medios técnicos al alcance.

De igual manera hay que exigir porque las máquinas “duerman” con el mantenimiento dado, por cuanto esa pudiera ser una de las causas del comienzo tardío de las operaciones de zafra en la mañana. Resulta inconcebible que en las circunstancias actuales de desabastecimiento a los centrales existan pelotones que den por concluida la jornada sin haber cumplido la tarea, o por lo menos haberse acercado lo más posible a la meta.

Cuando eso ocurre, sin causa que lo justique, es porque la Administración y el Sindicato allí no están ejerciendo bien su responsabilidad y porque hace falta que la militancia del Partido y de la Juventud eleven su papel de vanguardia.

Despójese la cosecha de esos males subjetivos y se verá cuántas toneladas de caña más se pueden cortar, alzar y transportar con los mismos equipos que se tienen en las manos.

Lo cierto es que la zafra ha llegado a un punto tal, en el que el imperativo de moler por encima del 52 por ciento que actualmente reporta la provincia no resiste excusa alguna, en virtud de no seguir comprometiendo el cumplimiento del plan de azúcar, retrasado ya en más de 20 mil toneladas.

Y sí, pienso que aun en estas circunstancias adversas, los azucareros pueden, como en su momento lo hicieron los Leñadores, darle al pueblo el alegrón de la victoria final.