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diadelalengua

Las Tunas.- La doctora en Ciencias Pedagógicas María Gertrudis Batista Ortiz confiesa medir, cada vez con mayor cuidado, sus palabras. Si a los 12 años al irrepetible García Márquez, un grito de ¡cuidado! le salvó de ser atropellado por una bicicleta y le sembró la certeza del poder de las mismas, a esta mujer le ha tomado más tiempo; pero justo el necesario para sopesar el valor de estas, bien, habladas o escritas.

De manera que cuando descubrió esas saetas que lastran el idioma y que de manera magistral analizó el académico Fernando Lázaro Carreter en su libro El dardo en la palabra, transformó la visión del castellano que comparte con unos 500 millones de hablantes en el planeta.

"Los cubanos somos muy afortunados de hablar el idioma español, la lengua de Cervantes", expresa la pedagoga y también directora de Relaciones Internacionales en la Universidad de Las Tunas.

"Resulta una visión muy limitada ver la lengua solo como un medio de expresión o de comunicación, pues también deviene símbolo de identidad, de ahí la necesidad insoslayable de preservarla al igual que a otros símbolos nacionales que nos singularizan", destaca, para luego resumir los rasgos distintivos de la variante cubana dentro de la unidad lingüística de la comunidad hispanohablante. El español es uno entre iguales, ahí también está la fortuna que a veces no justipreciamos.

María Gertrudis Batista conversa acerca del impacto de las nuevas tecnologías en el castellano. Considera que han contribuido a generar un lenguaje digital, en paralelo al cotidiano. No condena, sabe que se trata de una construcción diaria, cada individualidad y sociedad aporta.

"Las tecnologías han venido a formar parte de nuestra vida y debemos verlas con la mirada a futuro. Para mí han llegado para enriquecer nuestro idioma, porque han permitido que se incorporen vocablos debido a la propia dinámica y al desarrollo tecnológico.

"Alguien podría estar pensando en los mensajes que enviamos por WhatsApp o los SMS cuando acortamos palabras, utilizamos símbolos o empleamos, a veces, una sola letra para significar alguna palabra en específico o referirnos a algún término en particular. Esto está en investigación, porque para muchos lingüistas es un lenguaje paralelo que ha surgido, por supuesto, por el propio uso de estas tecnologías.

"Si es bueno o es malo… no creo que sea una decisión acertada partir de uno u otro lado o estar de uno u otro lado. Sino que debemos darle una mirada holística e integradora de qué provecho le podemos sacar. No me parece que sea negativo ni tampoco bueno. Hay que buscar la justa medida de qué ganamos y qué perdemos".

Del arte del correcto decir, comenta, han de ser adalides los medios de difusión: "Tienen la alta responsabilidad de comunicar y una lectura adecuada, una buena dicción o una correcta pronunciación permitirán que el oyente tenga un paradigma del buen hablar".

Como maestra que es no deja de lado la formación de los futuros educadores y al referirse a la instrucción académica destaca, en el currículo de la carrera de Español Literatura, la disciplina de Historia de la Lengua Española.

"Es una asignatura que les aporta a los estudiantes de nuestra especialidad las herramientas para explicar fenómenos lingüísticos que se dan en nuestro idioma. Esta materia recoge temáticas desde la llegada de los romanos a la península ibérica, la formación del Español a partir del latín, su evolución en esta zona geográfica, la llegada al continente americano, a Cuba y cómo se manifiesta en las diferentes maneras de hablar en el país".

Posee la absoluta convicción de que solo si se lee se llegará lejos o más lejos. La intimidad con la obra y el autor genera "ganancias" al lector de inestimable valor, expresa y subraya la necesidad de que los estudiantes se apropien de estos saberes y aprecien la riqueza de una lengua cuya cúspide esté, tal vez, en la literatura. 

"La mayoría de edad de nuestro idioma se alcanza con la obra de Miguel de Cervantes El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, es la pieza cumbre del español"; destaca para luego ponderar el valor de la literatura creada en la nación cuna de El manco de Lepanto, o de la gestada en Latinoamérica y en la Mayor de las Antillas. Enumera, entonces, la estela de Lorca, las novelas de la tierra en el continente americano, la creación garciamarquiana...; y ya puertas adentro de la Isla, autores como Guillén, Onelio Jorge Cardoso…y, en Las Tunas, El Cucacalmbé y Guillermo Vidal, exponentes de los escritores que nos distinguen como tuneros.

"El idioma es identidad, es un símbolo que nos identifica como nación. Salvemos el castellano, seamos ecologistas y conservadores de una lengua que es una de las más bellas que existen, no porque sea nuestra sino por toda la riqueza cultural que encierra", expresa con fruición antes de compartir una de las reflexiones de Lázaro Carreter a las que debe -como el creador del realismo mágico debió a aquel cura salvador- haber descubierto el poder de las palabras.

"Con todo, ¡qué más da, si nos entendemos! Pues da. Primero, porque el idioma no es nuestro: lo compartimos con muchas naciones, y romperlo a gusto propio es quebrar lo único firme de nuestra fortuna. Segundo, porque pensamos con el idioma; si se usa mal, pensaremos mal; y si lo cambiamos, pensaremos como aquellos con quienes no nos gustaría pensar. Tercero, porque ejercer la libertad, en esto como en todo, no consiste en dejarse llevar, sino en saber y poder ir. El purismo empobrece las lenguas; el casticismo las enrancia. Solo el comercio libre idiomático favorece la marcha de una sociedad al ritmo del tiempo".