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A algunas partes de la ciudad, las zonas más bajas, llega el agua con cierta sistematicidad pero los lugares más altos carecen de ese beneficio.
A algunas partes de la ciudad, las zonas más bajas, llega el agua con cierta sistematicidad, pero en los lugares más altos carecen de ese beneficio.

Las Tunas.- Cuando los vecinos de la anciana Mirella Feria Betancourt clamaban por el agua, que no llegaba a sus casas hacía 21 días mediante la red de acueducto; ella se sumó a esas voces para apuntalar la realidad de ese lamento: ahora hay agua en las presas, pero el bombeo está fallando.

Mirella Feria Betancourt
Durante decenas de años, Mirella fue clienta fija de de los aguadores que vendían el agua

en carretones por varias calles de la ciudad.

Sentada en el acostumbrado balance de su casa, en la calle Martí, de la ciudad de Las Tunas, comenta: "Hay quienes viven cerca de aquí y les llega el agua, pero nosotros tenemos la mala suerte de vivir en la parte más alta, muy cerca de la vía".

Alguien le recuerda que la falta de agua siempre ha sido el Talón de Aquiles de Las Tunas, y entonces Mirella evoca los años 40, 50 y 60 del pasado siglo, cuando muchos tuneros residentes en el macizo urbano de la urbe dependían de lo que vendían los aguadores (aguateros como se les decía popularmente).

Esos hombres -recuerdan- montaban en un carretón, tirado por un caballo, dos tanques de 55 galones, que unían mediante soldaduras para ampliar la capacidad. Al final del recipiente tenían empotrada una llave que la abrían para vender el líquido a 0.5 u 0.8 centavos una lata de unos 20 litros (lata de gas como se le llamaba).

En la medida en que transitaban por las calles, con el cabo de madera de los que pendían los fuetes para dominar a las bestias, hacían sonar el tanque para avisar que había llegado el "aguatero", aunque otros sencillamente pregonaban: "¡Agua, agua, agua!".

Durante el intercambio en la sala de Mirella se recordaba a los hombres que se buscaban la vida con la venta del líquido como el viejo Laureano, Lencho, Alfredo, El Gallego, Nené, Pedro, el haitiano Martín, Amancio, Jorge, Armando, Gilberto, Israel…

"Era tan nutrido ese grupo que ya se consideraba una gran familia en el reparto Aguilera. Incluso, cuando se repetían nombres en la comarca y preguntaban por Pedro, por ejemplo, alguien decía: ¿Qué Pedro, el aguatero?, o, ¡ya sé, ese es Alfredito, el hijo del aguatero!".

Mireya les cuenta a las nuevas generaciones como era la situación del agua en las décadas del 40, 50 y 60 del pasado siglo.
Mirella les cuenta a las nuevas generaciones cómo era la situación del agua en las décadas de los 40, 50 y 60 del pasado siglo.

¿Y de dónde extraían el agua? Se preguntaron los más jóvenes, a quienes se les dio una respuesta ipso facto: de dos enormes pozos en profundidad y diámetros, en el propio reparto, propiedades de Diosdado Téllez y Manuel Rodríguez, quienes recibían el dinero por el valor de cada viaje.

Aguateros aparte, comenzaron a recordarse los aljibes (cisternas) instalados en patios del principal macizo urbano de la localidad, mediante los cuales se recibía agua de lluvia desde canales de zinc galvanizado instalados en los techos de las viviendas.

Lo más usual consistía en la apertura de pozos criollos en patios de viviendas, gracias al trabajo de los hombres que vivían de tan engorroso y peligroso oficio. Pero no todos podían hacerlos, eso costaba… por ello, varias familias tenían que caminar hasta 80 o 100 metros para buscar agua del pozo que le brindaban con buena cara.

Tanque Elevado con el cual quedó inaugurado el acueducto de Las Tunas en 1974.Y todo empezó a cambiar en 1973, cuando la urbe ni se acercaba a los 100 mil habitantes -hoy tiene unos 170 mil-. Ese año fue de mucha alegría para los tuneros con la apertura del acueducto de la ciudad, en el reparto Buena Vista, donde se inauguró un enorme tanque elevado de 31 metros de altura, con capacidad para 500 mil galones.

Hoy ese gran reservorio, bautizado como gigantesco elefante blanco, no brinda servicios, está en fase de restauración, pero continúa siendo punto de referencia y de jolgorios en su entorno.

A partir de ahí comenzó la era de cegar pozos. Llegó el desarrollo, decían los lugareños, hasta que una profunda crisis en el 2004 y 2005, por una severa sequía que había dejado muy deprimidos los embalses, hizo que muchos de los que se desprendieron de sus pozos se lamentaran de tan fallidas decisiones.

Entonces se inició una revolución para construir nuevas cisternas o pozos hasta en los estrechos portales de las viviendas, decisiones que hoy aplauden ante el retorno de los serios problemas con el abasto.

Y más porque Las Tunas es la provincia donde menos llueve en Cuba, según el mapa isométrico, con un promedio de mil 38 milímetros anualmente.

No hay mal que dure 100 años, dice un viejo proverbio. Algún día el acueducto reverdecerá, pero nunca está demás depender de uno mismo cuando la fuente falle y para que la escasez de agua no continúe siendo Talón de Aquiles en el Balcón del Oriente Cubano. 

Principal toma de agua de Las Tunas para que las pipas trasladen el líquido hacia los lugares más vulnerables.
Principal toma de agua de Las Tunas para que las pipas trasladen el líquido hacia los lugares más vulnerables.