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Ganadero Ramón Ramírez Gallar, de "Amancio".

"Amancio", Las Tunas.- A Ramón Ramírez Gallar no le traen recursos materiales del extranjero, y lo dice con sano orgullo cuando habla de la producción de leche que tienen sus vacas y de lo mucho que pueden hacer los ganaderos para incrementar el acopio del preciado alimento.

Este asociado a la cooperativa de créditos y servicios Sabino Pupo, del municipio de Amancio, parece tímido; pero habla con la sencillez de los campesinos y el orgullo por sus resultados, a fuerza de ampollas en las manos y arañazos en la piel, que duelen y satisfacen.

Apenas está comenzando -considera él- porque se sabe bien acompañado de sus dos hijos. Los tres son usufructuarios de tierras ociosas y juntos atienden más de 100 hectáreas, una superficie extensa que se transforma poco a poco y que da provecho a la familia y la sociedad.

En esas tierras los protagonistas son ellos y sus machetes, azadones y hachas. También, un buldócer que prestó servicios porque lo que parecía simple manigua era marabú intenso. Y contra esa planta invasora lo mejor es la maquinaria, más si se quiere andar rápido.

“Fue muy útil, la verdad. Primero, porque avanzamos en la limpia y quien compara las tierras ahora y los videos de cómo estaba, se sorprende. También, porque aprovechamos e hicimos una micropresa, para garantizar el agua a los tres potreros de los alrededores.

“Para un ganadero es elemental tener áreas de potreros. Los animales necesitan estar comiendo todo el tiempo y bastante que se limita esa actividad, porque cuando está cayendo la noche hay que trancarlos; y aunque en las corraletas se les garantice la comida, no es igual.

“Ya pastoreamos el ganado en esa parte de la finca y la producción de leche ha aumentado de manera significativa. Tenemos más de 130 reses. Vacas son 57, y en ordeño estamos promediando unas 45, que nos dan un aproximado de 230 litros cada día”.

Para Ramón y sus hijos, la genética puede ayudar mucho en el desarrollo ganadero. Y, hombre de iniciativa, dio sus primeros pasos hace muchos años, cuando visitó las tierras de la destacada ganadera María Antonia Pujol Bravo y compró un toro de la raza Brown Swiss.

“Me pareció tan buena la decisión que luego regresé y compré otro más, porque es una raza lechera, aunque también se contempla como de doble propósito. Algunos conocidos se embullaron y adquirieron sus ejemplares, y eso es algo que debe hacer cualquier campesino.

“Ahora compré otro macho, un Siboney, pues el último toro que tenía me lo estropearon unos toretes y tuve que sacrificarlo. Mejorar mis animales es lo que más me interesa”.

Con esa intención también es urgente garantizar el agua y la comida al rebaño, y no basta con la hierba que crece libremente en las tierras limpias de malezas. “Para criar ganado bovino hay que pensar en su bienestar y entonces se hacen necesarios los pastos y las plantas proteicas y forrajeras. Poco a poco vamos sembrando diferentes variedades y ya se consolidan los campos de caña y king grass.

“El agua es muy importante, especialmente para los animales que duermen en la vaquería y la garantizo con un pozo que nunca se seca y un motor. Además, hay que tener árboles que den sombra y en la parte que se limpió no tocamos ninguno de los que encontramos.

“Había algarrobos, corojo, naranja agria y otros. Solo quitamos las plantas que no son productivas, como el marabú. Ya estamos pensando en incorporar otras especies, quizás de frutas para que también sirvan de alimento. O frondosas, para que las reses descansen”.

Ninguno de los tres hombres de estas tierras teme al trabajo intenso, ni a que el sol o la lluvia los lastimen mientras están lejos de casa. Pero, enmudecen y tiemblan cuando se habla de los delitos de hurto y sacrificio ilegal, un flagelo que a veces hace “caer las alas” hasta al más decidido.

“Ese es un tema muy duro en el municipio y lo sufrí recientemente en carne propia. Hacía más de ocho años que no me robaban un animal y unos meses atrás me llevaron un buey. Bueno, me llevaron un tractor porque en el trabajo había que respetarlo.

“Me dolió mucho. Fue por la noche y el otro día a las 8:00 de la mañana di con él, muerto. Matarte un animal es terrible y criminal. Los ladrones te velan y ni las buenas corraletas les ponen frenos. Lamentablemente, en un rato se pierden años de trabajo con la res. Y se pierde el futuro.

“Resolviendo eso de los robos, la ganadería puede avanzar, porque tener los animales trancados de 6:00 pm a 6:00 am acaba con ellos; y el país necesita más carne y más leche, algo que está en las manos de los buenos ganaderos, de esos que decimos: ¡Aquí hasta la muerte!".