Las Tunas.- Marlenis Tardío puede ya estar tranquila. Sus tres hijos son ahora campeones de Cuba y el sello Alarcón ha potenciado aún más su valor simbólico dentro de la pelota tunera.
Precisamente a Marlenis le pido prestado un momento a su hijo, cuando todo ha pasado y en los vestidores del estadio Latinoamericano los jugadores comienzan a disfrutar, ahora más sosegadamente, en compañía de sus familias. Esa suerte de retaguardia incondicional, el otro team Leñador, integrado por madres y papás llenos de orgullo, esposas, niños y niñas, algunos todavía bebés, merece también un trofeo hecho a la medida de sus desvelos.
"Son solo dos o tres minutos", les digo un poco descaradamente, pues mi intención real es echar un vistazo amplio con los ojos privilegiados del receptor titular y cuarto bate de los Leñadores, tener esa otra perspectiva del segundo título en la historia del béisbol de Las Tunas.
"Tú sabes que no ando muy de dar entrevistas, pero a ti no te puedo decir que no". Yosvani hace swing rápido, como de costumbre, y ya desde ese primer lanzamiento le da en el centro a la bola. Tal deferencia de uno de los peloteros más nobles y caballerosos que he conocido hace todavía más emotivo el momento y se convierte de inmediato en el mejor epílogo a 18 años de labor profesional, siempre muy cerca del equipo que luce ya con orgullo sus dos coronas de Cuba.
Y entonces, de una manera que se me antoja coherente con el momento, Yosvani elige iniciar el diálogo hablando de su familia.
"Lo que estoy sintiendo es muy grande. En el primer campeonato estuvo mi hermano Yosbel y no estuvo Yordanis; ahora en el segundo está Yordanis y ya no está Yosbel…, pero de todas maneras creo que esto para mi madre, para toda la familia, es algo grande, porque ahora sí somos campeones los tres".
El varias veces integrante de la selección nacional, un jugador cargado de méritos que podrían descentrar a cualquiera, no ha perdido sin embargo un ápice de humildad.
"Quiero agradecerles infinitamente a todos los entrenadores que están en Las Tunas, que no forman parte del equipo, pero sí de esta gran familia que somos. Campbell, Santana, Martín, el director del estadio, Damián, que ha hecho un trabajo increíble para que hoy podamos decir que es uno de los mejores de Cuba, no como instalación, sino como terreno, que es realmente lo que necesitamos los atletas.
"Darle las gracias también a la dirección del equipo, por darme la confianza de dirigir el picheo. Durante la serie tuve poca preparación y fui poco a la receptoría, estuve más como primera base y designado, pero ya sabía que en estos play off me iba a tocar toda la responsabilidad como receptor porque es lo que más sé hacer y en lo que más puedo ayudar al equipo", revela Alarcón.
"Particularmente, mi gratitud para los entrenadores de picheo Rodolfo (Correa) y Félix Núñez, a Abeysi y a (Ángel) Sosa, a la dirección en general por darme esa confianza y nunca dudar de mí en ninguna situación de juego".
La revelación explica esa actitud de director de orquesta que no pocos observamos en el experimentado receptor. Ese disfrute ante cada ponche, el hacerse cargo de cada batazo recibido, como si el lanzamiento hubiera salido de sus propias manos, o el infaltable diálogo con el lanzador, camino al banco tras finalizar una entrada. Yosvani para ir corriendo al montículo y dar un consejo rápido, Yosvani presto a guiar con sabiduría a un grupo de lanzadores que consiguió despejar todas las dudas con las que arrancó la temporada.
"La verdad es que, más que orgulloso, me siento afortunado por haber tenido esa gran responsabilidad, que a la vez ha sido una oportunidad, y que haya surtido efecto con el resultado de llegar a ser campeones. Son muchachos con poca experiencia, pero con un corazón inmenso y un coraje (por no usar otra palabra) tremendo para, fuera quien fuera el bateador, lanzar sin miedo, con una confianza increíble.
"Ya te digo, ahí está el resultado. Creo que hace mucho tiempo en Las Tunas no se hacía el gran trabajo por la zona de adentro que hicieron estos muchachos. Había un poco de temor en la dirección del equipo, e incluso los mismos lanzadores estaban un poco inseguros a la hora de trabajar por dentro, pero me dieron toda la confianza y salió maravilloso, salió increíble".
A sus 38 años de edad y luego de 18 series nacionales, el muchacho de San Antonio, en el municipio de Jobabo, habla con la propiedad que solo otorgan muchos años de liderazgo dentro de ese microcosmos que es un equipo de béisbol.
Y, para coronar a ese equipo inmenso, quiso la suerte deparar el escenario con más historia de la pelota criolla, la casa de los multicampeones Industriales, un verdadero templo de la pasión mayor de los cubanos.
"Indiscutiblemente, para cualquier pelotero jugar en el Latino siempre es muy grande. Aunque tú estés acostumbrado a jugar allí, siempre vas a querer volver, verlo lleno, es una sensación que para comprenderla tienes que vivirla. Pero ser campeón es algo grande en cualquier estadio, mucho más si es en el tuyo. Nos tocó en ese estadio, pero sea donde sea es algo que vas a disfrutar al máximo".
Después de varios años como capitán, Yosvani tiene la capacidad de estar pendiente de todo lo que rodea al grupo. Viene de ser uno de los pilares en esta gran obra que ha marcado el tránsito del béisbol tunero desde el sótano hasta la cima, y por eso es capaz de reconocer con claridad a quien consigue aportar algo semejante al colectivo.
"No podía dejar de mencionar a Súliban Baldoquín. Realmente, cuando ese muchacho llegó le dio un giro al equipo increíble. Todos estamos agradecidos por cómo nos cambió, por el aporte que dio, material y espiritualmente. Y, por supuesto, no olvidar que Viera y Larduet son campeones junto a nosotros. Ellos también merecen disfrutar de este título".
El recuento ha sido extenso y en el amplio clubhouse del Coloso del Cerro se escuchan menos voces. El equipo está a punto de partir e iniciar en las próximas horas el viaje de vuelta al Balcón de Oriente, donde ya sabemos que el recibimiento terminó por ser extraordinario.
Yosvani Alarcón Tardío, voz y rostro de la generación más exitosa del béisbol en Las Tunas, es capaz aún de disculparse con sencillez por haber hablado tanto, como si esos minutos de más no fueran oro para las páginas de este periódico. El ya doble campeón de Cuba cierra con recordatorios imprescindibles, reivindica la grandeza de este conjunto ante quienes eligieron no creer y reafirma su condición de afortunado, como si no fuéramos los demás quienes debiéramos agradecerle por darnos tanto.
"Imagínate cómo ha sido esto, desde que empezamos con tantas bajas, sin el gran director que teníamos (Pablo Alberto Civil) y con Abeysi en su primer año, que siempre es difícil. Bajas como Viñales, Yudiel Rodríguez, el gran Yoelkis Cruz, Yosbel Alarcón, Dailier Peña que tampoco empezó, Jorge Yhonson, Andrés Quiala, estamos hablando del "plato fuerte" de los Leñadores.
"Y encima viendo que casi nadie confía en ti. La prensa nacional no nos daba ni siquiera entre los ocho clasificados y tú diciendo: claro que sí podemos, si todavía tenemos al gran Dánel Castro, a Yordanis Alarcón, a Denis Peña, Meneses… tenemos varios 'caballos', sabemos que sí podemos.
"Por eso, saber que luchaste contra todos esos pronósticos, saber que contra esas malas vibras te impusiste y al final fuiste campeón, hace que este sea un campeonato doble. Y, como te decía, la palabra es 'afortunado': de tener a todo un equipo como familia, de ser Leñador y de contar con esa gran afición que nunca nos ha dejado solos".
