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Urrutia archivo de Trabajadores

Las Tunas.- Treinta y dos años han transcurrido desde la tarde en que Ermidelio Urrutia se convirtiera en el primer tunero con 100 jonrones dentro del béisbol cubano.

Sucedió el 14 de noviembre de 1989 en el estadio Hermanos Ameijeiras, de Puerto Padre, y nos lo recuerda el destacado estadístico Arnelio Álvarez con una publicación en redes sociales. Aquella jornada, el por entonces integrante de la mejor Selección Nacional de la historia, descifró un envío del diestro Wilson Hawthorne y completó el centenar de vueltas completas en series nacionales.

Era su novena temporada en el béisbol cubano y ya estaba considerado uno de los más grandes bateadores de la época dorada de la pelota criolla, un pelotero de cinco herramientas como pocos que venía de conquistar el título mundial en Parma 1988 e iba camino de escribir sus mejores páginas en el concierto internacional.

Con apenas 1,78 metros de estatura, en Ermidelio confluían atributos de toda índole, que terminaron por convertirlo en un jugador todoterreno, capaz también de producir en momentos importantes, ajeno a cualquier tipo de presión. Si la fuerza de su swing le permitió en par de campañas ser líder jonronero (1990, con 20; 1991, con 16), la velocidad de sus piernas lo ubica sexto entre los robadores más efectivos en series nacionales (72,24%) y aún perdura su récord de seis estafas en un partido, hazaña conseguida el 26 de marzo de 1991 ante Agropecuarios.

En la arena internacional, Ermidelio ostenta la corona olímpica de Barcelona 1992, tres títulos mundiales en Parma 1988, Edmonton 1990 y Managua 1994, y dos Intercontinentales en La Habana 1987 y San Juan 1989; además, ganó los Juegos Panamericanos de La Habana 1991 y Mar del Plata 1995, y los Centroamericanos y del Caribe de México 1990 y Ponce 1993.

Con la camiseta del equipo Cuba sobresalen dos momentos: la final panamericana de 1991 en el estadio Latinoamericano, cuando le bateó de 6-6 con tres jonrones al picheo de Puerto Rico; y su liderato ofensivo en el Mundial de 1994, en Nicaragua, donde conectó de 21-14 y promedió 667, récord absoluto para ese tipo de eventos.

Ermidelio Urrutia jugó en 16 temporadas nacionales y produjo para 310, con 221 cuadrangulares y 865 carreras impulsadas. Tras su retiro forzado a los 33 años, jugó tres años en el béisbol empresarial de Japón e incluso protagonizó un sonado pero discreto regreso con Las Tunas en la campaña 1999-2000 (bateó 230, con dos cuadrangulares en 63 encuentros).

El resto de su carrera la dedicó a labores de entrenador y ya como piloto consiguió en la 46 Serie llevar a los Leñadores por primera vez a los play off.