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insultos internet

Las Tunas.- Hace unos pocos meses, un conocido y visitado portal de Internet invitó a sus lectores a responder online una breve y singular encuesta. Su única pregunta decía, textualmente: "¿Qué palabras utilizas con más frecuencia en las redes sociales para defender o impugnar criterios propios o ajenos en temas como el deporte, la economía, la cultura o la política?". El resultado del sondeo fue como para escandalizarse. Y casi todas las respuestas, como para apretarse la nariz.

Salieron a relucir epítetos de grueso calibre. Desde el clásico gilipollas -el insulto ibérico por excelencia- hasta las obscenas alusiones al árbol genealógico del interlocutor, en especial a su progenitora, común a todos los idiomas. El saldo de la excéntrica pesquisa confirma una verdad de Perogrullo: en algunas redes sociales -en especial Facebook y Twitter- imperan las miserias lingüísticas.

Las opiniones no se defienden con argumentos, sino con insolencias. Algo patético de este panorama es que no pocos de quienes lo practican ocultan sus nombres verdaderos tras un seudónimo. Temerosos de dar la cara, llegan hasta a usurpar las identidades de otras personas con el propósito de erosionarles el prestigio del que ellos carecen. Como ocurre con las cartas anónimas -propias de los envidiosos y los pusilánimes-, evidencian cuán escasos de valor andan.

Por causa de estas torcidas maneras de actuar, el espléndido escenario para confraternizar y debatir que son las redes sociales tiene hoy zonas interactivas difíciles de transitar. Son como barrios marginales, como bajos fondos, donde uno debe extremar las precauciones, porque en cualquier recoveco puede aparecer alguien con un pasamontañas dispuesto a agredir a punta de provocaciones.

Ansiosos por hacerse notar -única manera que han encontrado para existir-, practican en las redes sociales una suerte de bullying soez, vulgar y agresivo, con elucubraciones saturadas de virulencia, rabia, envidia y hasta venganza contra quienes no comparten sus ideas. Ante un punto de vista no compartido, se abalanzan sobre quien lo sustenta con un "estás equivocado", en lugar de "yo pienso diferente". ¡Como si estuvieran en posesión de la vedad absoluta!

Ejemplos de esta realidad abundan. Cuando juegan el Barcelona y el Real Madrid, los foros devienen cloacas por el lenguaje impúdico que utilizan los fanáticos para lanzarse oprobios y descalificaciones. Ocurre igual si se compara a Lionel Messi con Cristiano Ronaldo. Los editores de los sitios rara vez los moderan, tal vez con la intención sensacionalista de caldear la controversia y sumar polemistas a su portal. Y si el tema en debate es la política, bueno, ¡como para persignarse!
La agresividad y la pestilencia lingüísticas han alcanzado proporciones tan alarmantes en la red de redes que hasta el Papa Francisco decidió tomar cartas en el asunto. "¡Por favor, no insulten, no ganamos nada con eso!", rogó el Sumo Pontífice en una entrevista. Está por ver si sus santas y oportunas palabras surten algún efecto en quienes pretenden convertir los espacios digitales en letrinas.