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Jornada Cucalambeana4

Las Tunas.- Cuando se habla de Cuba en el mundo, sin remedio viene a la mente el son, la mulata, el ron y el tabaco, una especie de simplificación o intento por abarcar, en poco, ese tanto que se unió desde varias latitudes y sabores para hacer lo que somos hoy.

Está también en el color de la piel, la intensidad del sol y los azules de este cielo que fuera del país la nostalgia descubre diferentes, aunque para eso nos auxiliemos de explicaciones meteorológicas, científicas, con el fin de justificar el sentimiento.

Lo cierto es que los relojes no se han detenido, el “ajiaco” continúa cociéndose a fuego lento desde los primeros ingredientes que aportaron los españoles conquistadores, la absorbida historia aborigen, lo africano, y las sumas posteriores de chinos, árabes, ingleses, norteamericanos y de cuanto habitante del orbe perdido por estas latitudes en la búsqueda de la prosperidad.

Cada 20 de Octubre marca el momento para celebrar el Día de la Cultura Cubana, en conmemoración de la primera vez que se cantó el Himno Nacional, compuesto por Pedro Figueredo en Bayamo, como canto glorioso de una era de rebeldía que se hacía patente luego de reformas y los versos emancipadores de algún poeta desterrado.

Cabe, en estas fechas, preguntarse por algo más que el hecho primigenio, más abstracto, y saber dónde desembarcar para beber la esencia de la cultura cubana, degustar ese cocido culinario que bien acuñó Fernando Ortiz, incluso, con sus zonas menos mostradas, con sus ligerezas y reflejos irrefutables de la amalgama de sentires de cada individuo y grupo que le aportan con su cotidianidad, rezos y herejías.

Pero, dónde se pierde la imagen comercial para acudir a la verdadera, la que no tiene precio, la que sale de la tierra para aterrizar alguna que otra vez en una disertación científica. La doctora en Ciencias Marina Lourdes Jacobo, presidenta de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba en la provincia, expresa que “a través del arte se puede contar la cultura de los pueblos. Para narrar su historia desde su identidad hay que volver al arte”.

Allí está la literatura, encargada de evocar épocas, personajes, moviéndose entre lo real y lo imaginado; el teatro en su evolución para recrear gestos y entonaciones, la existencia misma con sus nimiedades y trascendencias; la pintura que pretendió imitar a los maestros europeos para luego llegar a influir en las tendencias del Viejo Mundo, gracias a la búsqueda de reconocimientos de los artistas antillanos, que quisieron aportar algo nuevo preñado de las temperaturas tropicales y los dejos de los modelos caribeños.

La escritora e investigadora Odalys Leyva Rosabal lo explica como el sabor de la belleza, la interacción de los polos sensoriales; una manifestación que sobre el lienzo se expande en lo enrevesado del ser humano para trazar su obra, que comprende ánimos, movimientos, religión.

Unimos aquí lo práctico con lo necesario, para acercarnos al concepto más común que refiere “el conjunto de todas las formas, los modelos o los patrones, explícitos o implícitos, a través de los cuales una sociedad regula el comportamiento de las personas que la conforman, e incluye costumbres, prácticas, códigos, normas y reglas de la manera de ser, vestimenta, religión, rituales, normas de comportamiento y sistemas de creencias”.

Por estas jornadas se potencia el intercambio, se conforman programas en los que las artes son protagonistas, se intenta acudir a la educación de un público, a la homogeneidad de los propósitos para decir que la cultura cubana está aquí, rica, policromática, viva.

En el Balcón de Oriente es así, se revalida la décima, se regresa a Juan Cristóbal Nápoles Fajardo (El Cucalambé); al cine, la música -la llamada culta y la popular-, la danza clásica, moderna, folclórica, a las artes visuales, con el empuje y creatividad para volcar la obra en espacios convencionales y alternativos.

La escritora Maritza Batista Batista insiste en que se deben refrescar nombres y procesos importantes dentro de nuestro devenir en este ámbito, “que se moldeó, se hizo, se piensa, porque quienes lo hacen son personas que buscan una vida hecha a razón de la identidad”.

La cultura nos ofrece desde el arte, el espejo; la de esta Isla indómita respira, estremece, y llama, en la sangre y los sentidos, a la conciencia de todo lo que nos precede y alimenta.