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Las Tunas.- Así como los seres humanos nos cuidamos la pupila, llamada comúnmente "niña del ojo", de la misma manera las empresas agroindustriales azucareras deben proteger los bancos de semillas.

Porque si bien resulta cierto que la siembra, limpia integral, la aplicación de fertilizantes y el regadío constituyen tareas cruciales para avanzar en la recuperación del sector; es, sin embargo, en esos reservorios donde la caña se juega su futuro.

Tan es así que Karen Almaguer Ponce, directora de la unidad empresarial de base (UEB) del Instituto Nacional de Investigaciones de la Caña de Azúcar (Inica) en Las Tunas, no titubeó en afirmar que todo cuanto se haga en función de salvar la Agroindustria Azucarera tiene como punto de partida la simiente. "Es lo primero, lo primordial que debe garantizar cada empresa", enfatizó.

Por tanto, esas unidades devienen el principal soporte técnico en el cual se apoyan los agricultores para hacerse de semillas, capaz de elevar la productividad de los cultivos y enfrentar los embates de las plagas y del cambio climático de manera más apropiada.

No obstante a la comprensión del alcance estratégico de esa actividad, todavía restan deficiencias por eliminar para que de verdad lleguen a ser verdaderas entidades de referencia. Por ese camino ya transitan los bancos del "Antonio Guiteras" y Majibacoa, cuya gestión integral fue valorada de positiva y en ascenso por los especialistas del Inica.

No es el caso del de "Colombia", afectado durante mucho tiempo por la inactividad de un transformador kVA de la planta de tratamiento y la falta de algunos accesorios para poner de alta el parque de motores dedicados al regadío, entre otras dificultades.

Tampoco obtiene buena evaluación el centro de "Amancio Rodríguez", actualmente sometido a una inversión capital que abarca su propia estructura y el Centro de Reproducción de Entomófagos y Entomopatógenos (CREE). Aún así ambas unidades avanzan en la siembra, regadío y en la producción.

Además de esa valoración, Almaguer Ponce es del criterio de que las empresas deben dar mayor prioridad a estos enclaves, en virtud de hacerlos más competentes y de impedir, mediante la creación de fincas de semillas, que la cadena continúe fallando en su último eslabón, precisamente por no disponer de suficiente simiente certificada para satisfacer la demanda de los agricultores.

Los estudiosos del tema han llegado a la conclusión de que es imposible obtener buena cosecha si no se parte de una semilla de calidad, que tenga adecuada respuesta en las condiciones de siembra y produzca plántulas vigorosas para alcanzar el máximo rendimiento.

Eso siempre hay que tenerlo en mente, en el accionar cotidiano de los directivos y trabajadores involucrados en la tarea, ya sea a nivel de empresa, de bancos de semillas y de entidades productoras.