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Dúo Prestos

Las Tunas.- El amor nació entre melodías, con el piano y el violonchelo de testigos. En ese vuelo invisible hacia otras épocas, en el abrazo a composiciones variadas, Danilo Lozada e Hindira Mastrapa, los integrantes del dúo Presto, tejieron una historia que ha sido probada, incluso, ante vivencias relacionadas con la Covid-19.

                                                                                                                     TOCANDO EL ALMA
“Aunque la relación personal es posterior al surgimiento de nuestro pequeño formato de cámara (el primero de este tipo de música en la provincia), mi atracción por Danilo viene de antes. Fue mi pretexto para acercarme y, de paso, cumplir el sueño en común de desarrollar estas sonoridades, pues a él le dieron la responsabilidad de abrir la línea del chelo en Las Tunas”, confiesa Hindira.
“Ensayar juntos, compartir géneros que de por sí te enamoran y convocan, ayudó a que brotara el sentimiento en nuestras vidas”, agrega. “De hecho, nuestro repertorio defiende el pentagrama latinoamericano, nos encantan los tangos y nos identificamos con Astor Piazzola, expresión de lo lírico y lo apasionado”, dice él.
Si con este autor sienten que vuelan, otros como Bach, Beethoven, Schubert, Chopin, Guido López-Gavilán y José María Vitier, por ejemplo, despiertan los matices de su obra. Y es que como resume Danilo, “la música de concierto toca fibras en el alma, puede llegar a cualquier persona”.
La conexión con el público es inherente. “Resulta una experiencia conmovedora cuando ofrecemos recitales y se acercan a nosotros y nos dicen frases como: ‘tocaron mi corazón’ o ‘me hicieron llorar’”, cuenta Hindira emocionada.
Entonces recuerda un suceso ocurrido en otra parte del planeta, pues en el 2017 cumplieron durante tres meses contrato de trabajo en Turquía y las islas griegas. “En uno de esos sitios ensayábamos Lágrimas negras y escuchamos una voz que cantaba: ‘Tú me quieres dejar/ yo no quiero sufrir…’. Era un cubano que, con lágrimas en los ojos, nos dijo: ‘Me recordaron a mi país, al que no voy hace más de 30 años; mi madre me arrullaba con esa canción. Fue muy lindo’”.
Por eso no resulta extraño que él enuncie: “La música es el lenguaje donde puedo expresarme libremente. Aunque soy un poco tímido, con ‘ella’ pierdo la timidez y me transformo”. O que la muchacha declare: “Ha sido bálsamo, medicina, la forma de matar la tristeza y reinventarme, me desintoxica”.
El chelista proviene de Santiago de Cuba. Creció en una familia que ha cultivado la manifestación de manera aficionada y, aunque nunca pensó en su instrumento, lo atrapó “por producir uno de los sonidos más bellos que existen”. Tanto fue su apego que fundó la Cátedra de Violonchelo de la provincia y ha formado talentos que hoy integran la Orquesta de Cámara y nuestra Sinfónica.
La pianista agradece a la madre por propiciar que escuchara instrumentales. A ella siempre le gustó el arte hasta descubrir que el piano es el amor de su vida.
Aunque Presto es una terminología italiana que se refiere al tempo de la obra, escogieron ese vocablo como nombre por aludir a estar dispuestos, preparados y diligentes. Eso hacen desde el 2007, en que caminan juntos como dúo.
Instituciones prestigiosas de varios territorios cubanos han sido testigos de su virtuosismo. Entre las presentaciones, incluida la de festivales, recuerdan con agrado una en la sala Dolores, de la Ciudad Heroica, su primer gran concierto.
También, como profesores de la escuela profesional de arte El Cucalambé, se preocupan por la calidad de la enseñanza. Sueñan con que esos alumnos participen más en las actuaciones de los concertistas y que a la música de concierto se le dé mayor importancia desde la programación y tengan una sede.
Curiosamente, aunque afirman ser una pareja que en la cotidianidad se entiende de manera perfecta, a la hora de ensayar no siempre es así. “Cada cual quiere imponerse sin darse cuenta, pero en escena todo desaparece. Solo con una mirada sentimos la armonía”, confiesa Hindira. Pero, ¿qué pasa cuando el amor se pone a prueba ante ese enemigo invisible llamado coronavirus?
                                                                                                           LA PÁGINA QUE QUISIÉRAMOS OLVIDAR
danilo hindira“Uno cree que no le va a tocar la enfermedad”, comenta Danilo, quien vivió momentos de tensión hace poco más de un mes, luego de ser diagnosticado positivo al SARS-CoV-2. “Fui a Santiago de Cuba para pasar el fin de año con mi familia. No sé en qué minuto exacto me contagié. En el trayecto solo me quité el nasobuco para comer y, al llegar allá, no salí de casa, pero me enfermé.
“Aunque estuve prácticamente asintomático, viví una experiencia difícil, de gran incertidumbre y pesar. Por fortuna, no infecté a nadie. Me hice el PCR a raíz de una fiebre y me mantuve en el hogar, esperando el resultado”, narra.
La esposa, aún estremecida por el triste recuerdo, afirma: “Esos figuran entre los días más duros de toda mi existencia. Cuando Danilo me dio la noticia fue algo invasivo al alma, una gran angustia, sentí que me iba a desmayar. En solo segundos pensé en tantas cosas, en los proyectos personales frenados, en mi salud y la de mi madre (que vive con nosotros); el mundo se nos vino encima.Danilo Lozada en centro de aislamiento
“Fue muy difícil cuando vi que la ambulancia se lo llevaba, sin despedirnos. A él lo aislaron en la escuela José Martí, yo estuve en el hotel Ferroviario y mi mamá permaneció en casa, pero mis vecinos, con el debido cuidado, la apoyaron”.
Hoy intentan olvidar ese capítulo que, como algo bueno, les regaló nuevos amigos. “No podemos arriesgarnos, la Covid-19 puede pasar sin síntomas o llevarte a la muerte. Si a nosotros, que somos personas precavidas y desinfectamos todo, nos pasó, a cualquiera puede sucederle”, es su mensaje. Y vuelven a la complicidad entre cuerda frotada y percutida, su refugio. Saben que cuidarnos es una manera también de salvar al amor en tiempos de pandemia.

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