Reynaldo López

Las Tunas.- La Educación Especial cuenta con tres hogares de niños sin amparo familiar y 15 escuelas. En estas últimas cursan docencia actualmente alrededor de mil 519 estudiantes con dilemas que van desde discapacidades intelectuales, visuales y auditivas hasta retardo en el desarrollo psíquico y trastornos de la conducta.

Sus trabajadores se esfuerzan para concretar el éxito de los procesos lectivos, porque en cada uno de esos centros se sabe muy bien lo que es el bloqueo a Cuba y el impacto mayúsculo en la cotidianidad.

Leonardo Ramírez, jefe de Departamento de la Educación Especial, dedicó unos minutos al diálogo sobre estos temas con 26. Este hombre, curtido por el trabajo de una vida completa en el sector educacional tunero, entiende muy bien de tales asuntos.

“Tenemos un grupo de equipos que ya están obsoletos, lo mismo por los años de explotación que por el desarrollo que va teniendo la tecnología; muchas de sus piezas podrían ser renovadas y darles nueva vida útil, pero el bloqueo lo impide. Esta política no permite desarrollar el programa de computación de esta enseñanza, porque no es posible mantener todo el equipamiento en cada una de las escuelas y también condiciona la reparación de los centros por limitantes con los materiales.

“Se compran muchas cosas en terceros países, lo que encarece los costos y dificulta su arribo. Hay renglones que no se han podido adquirir, por ejemplo, sillas de ruedas eléctricas para los niños que tienen alguna necesidad física motora o las máquinas Perkins, que son producidas en Estados Unidos y resultan ideales para los niños ciegos y lograr la escritura en braille.

“No se han podido siquiera reparar las que tenemos, por falta de piezas. Se afectan, además, los cristales correctores de graduaciones elevadas para los niños que tienen discapacidad visual y el papel que se utiliza para la escritura.

“Por otro lado, es muy difícil adquirir baterías para las prótesis auditivas, no se han podido sustituir los audiómetros, que son los instrumentos de la audición en función del habla; tenemos uno en el hospital Ernesto Guevara, pero viejo y eso afecta hasta la búsqueda del diagnóstico. Y no hablar de las limitaciones al programa de implante coclear en Cuba, tan beneficioso”.

El bloqueo es un genocidio, el peor impuesto a país alguno en la historia humana. Por eso, cuando alguien me habla de carencias y osa decir que en este país las trabas más grandes son “internas”, me espanto. Pienso en los niños de la castigada Enseñanza Especial, en sus maestros haciendo medios de enseñanza para suplir materiales didácticos y en los doctores, que se vuelven magos para cambiar por otras medicinas vitales, no para un dolor de cabeza cualquiera, sino para la vida toda, en su más amplia expresión.

Los veo sonreír y escucho a sus maestros; con gente así, pienso, no hay bloqueo que impida el mañana.

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