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Las Tunas.- Dicen que todo tiempo futuro tiene que ser mejor. Y en las actuales circunstancias, con un virus que parece no tener fin a corto plazo, cada día somos más los que queremos que esa sentencia se traduzca en algo tangible y cercano, algo así como solvencia, armonía, mucha salud y cero inflación para el 2022.

Sin embargo, tampoco vivimos de ensueños. Los cubanos, acostumbrados a dar guerra por las conquistas más grandes, estamos al tanto de que el mero deseo no significa que todo será fácil. Tras un año intenso, de pérdidas irremplazables, en el que hemos asumido múltiples dilemas en circunstancias evidentemente excepcionales, entendemos que no pueden quedar en un segundo plano el trabajo y la determinación para salir adelante.

Otra vez la Covid-19 marcó el calendario; y la vida se nos volvió a escurrir con nasobucos, la muerte de seres queridos y el ardor infinito de los hijos de este país para decir “Sí, se puede” y volverlo realidad a costa de lo increíble.

Tocó enfrentar intentos desestabilizadores, ayudar a los viejitos en la cola de las farmacias, explicarles a los pequeños que no había escuela, otra vez; y buscar las mil y una maneras de entretenerlos en casa, para aliviar el estrés enorme de estas fechas y, de paso, encontrar en sus sonrisas un poco de paz. A pesar de eso, aquí estamos, a pocas horas de que un nuevo calendario sea la excusa para sentir que todo estará mejor.

En Las Tunas se sigue trabajando, y duro. Lo han demostrado los nuevos actores económicos que anuncian oxígeno para las arcas locales, cargados de sueños; el personal de Salud que no detiene la vacunación; los maestros, convirtiendo las escuelas en oasis y lumbre; y todos los que despiertan en este pedazo del mundo haciendo “de tripas corazón” para salir adelante por los suyos, que es lo mismo que hacer por Cuba y sus hijos. Gente valiente que se lanza al año nuevo con esperanzas y buenas energías. A todos: ¡muchas felicidades!