Rafael productor campesino

Las Tunas.- Cuba se reconoce en el rostro de sus hijos. Ellos, nosotros, somos los descendientes de una estirpe brava, resiliente; somos resumen y comienzo. La juventud es la arcilla fundamental de esta obra preñada de desafíos y luminosas victorias, como esta contra la Covid-19. Porque nuestros jóvenes han estado en la primera línea de respuesta, bien en la atención de salud, en un centro de aislamiento, la producción de alimentos, en el trabajo social, los medios de prensa, la bodega…

RAFAEL, DE AMORES CON LA TIERRA

Si alguien aún tiene dudas de la locuacidad del hombre o la mujer de campo, las despeja al escuchar hablar a Rafael García Ramayo, trabajador de la cooperativa de producción agropecuaria (CPA) Calixto Sarduy e ingeniero agrónomo, para más señas.

‟Desde que nací todo lo que he visto es campo. Ahí están mis raíces, me lo inculcaron mis abuelos y mis padres. Siento amor por esto y me encanta”, subraya este joven que tiene un compromiso con los habitantes de su poblado Becerra, y con la población de Las Tunas en general. Por eso labora con ahínco en su sembrado y hace su parte del deber, otros han de hacer la suya; solo así, se construye un país.

Dice Rafael que hay muchos como él y lo dice él a quien le ha correspondido también, con toda su juventud, ser maestro, porque de la vocación por el campo le ha nacido el arte de transmitir lo aprendido.

‟Los días son diferentes, pero la juventud es la misma, activa y dinámica. Cada vez más curiosa. Los jóvenes que están en el surco no obvian el desarrollo y mejoran la tecnología y el conocimiento científico. El campesino de hoy ya no es aquel que se quedaba callado a ver si se le daba o no la parcela, ahora indaga, pide apoyo, se informa y tiene ansias de buscar conocimientos. Muchos le sacan un sable a cualquier ingeniero, como dice uno”, expresa este joven amante de la naturaleza y consciente de la importancia de su labor.

“El trabajo en el campo es duro. Se realizan tareas que a veces uno dice: '¡qué difícil!', pero sí se puede”, destaca García Ramayo y agrega: “Vale la pena”. Así, con resolución, deja bien sentada su posición y amorío eterno con ella, la tierra, madre de todas las riquezas.

Magdiel

MAGDIEL, DEL AULA A UN CENTRO DE AISLAMIENTO

Tal vez fue la vocación de dar el ejemplo, la conciencia del maestro que es y de su rol en la sociedad, la convicción del momento histórico, o el emplearse en algo útil y provechoso…una u otra, o quizás todas las razones juntas pudieron animar aquel sí de Magdiel Ricardo Gómez, profesor en la escuela Rita Longa de Las Tunas.

Después o antes, sobrevino el cálculo de las implicaciones, el dialogar con la familia, el disponer mente y corazón para lo desconocido; el imponer, ante el natural miedo, voluntad y perseverancia. Ahora, tras 51 días de entrega, hay espacio para saber que “fue una experiencia inolvidable”, de esas que nutren para toda la vida.

Mientras su escuela de cada día asumía las funciones de centro de aislamiento, Magdiel le siguió los pasos y cambió pizarra y borrador por cuánto hiciera falta: colcha, trapeador, fregar, trasladar el alimento..., porque su objetivo primordial allí era “contribuir a la labor de los médicos”. Ellos cuidaban y salvaban, él también lo hacía, a la manera hermosa de quien se da en pos de un bien común.

“Di mi paso al frente como todo joven revolucionario en estos días”, resume este profesor de Psicología, uno de los tantos que en los 13 centros de aislamiento de Las Tunas dejaron su huella como sostén de un sistema muy bien articulado. Es que la juventud siempre está donde es más necesaria y asume los retos a sabiendas de que son continuidad de una obra merecedora de empeños, sobre todo, de ese esfuerzo con signo joven.

JÓVENES, POR CUBA Y CONTRA LA COVID-19

Una respuesta y sentimiento admirable ha sobresalido en estos días entre los jóvenes, entregados a cuidar, salvar, aportar…y tantísimas acciones que dan cuenta del valor de las nuevas generaciones. Ellos, los hijos de la Madre Cuba, han estado descubriéndole el intríngulis al coronabicho, higienizando el mundo de su invisible rastro, gastando horas en el estudio de una enfermedad mortal y desconocida, rastreando en labor reporteril la estela de “los valientes” o abonando el surco para satisfacer la mesa… ¡tanto quehacer de estos tiempos tiene el sello de los pinos nuevos!; trabajo contra la Covid-19, por Cuba, por la humanidad.

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