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En la Sierra Maestra Paco al fondo fue un referente de lucha. Foto Archivo del autor 1En la Sierra Maestra, Paco (al fondo) fue un referente de lucha.

Las Tunas.- Minutos antes de partir de regreso a la Isla, tras concluir una visita de cuatro días a Venezuela, que tenía a todos agotados, pero felices por lo que representaba para la naciente Revolución, la comitiva cubana, encabezada por Fidel Castro, ultimaba los detalles. El jefe de la escolta se percata de que las armas largas están en el otro avión y sale a buscarlas, pero no advierte el peligro.

La nave está sobre él, se encoge en un gesto instintivo de defensa y una de las paletas de la hélice lo golpea. Cuando se acercan a recogerlo ya está muerto. Así, el 27 enero de 1959, a las 12:55 am, pierde la vida el valeroso oficial del Ejército Rebelde, el guerrillero de numerosos combates, quien no acompañará a su Comandante en Jefe en el viaje de retorno.

Francisco (Paco) Cabrera Pupo nació en un bohío de la finca Aguadita, Velasco 29, en el barrio de Vázquez, término municipal de Puerto Padre, el 4 de diciembre de 1924. Creció entre cañaverales, guardarrayas, riachuelos y se hizo un joven de casi seis pies de estatura, piel muy blanca y ojos claros, que montaba a caballo, se bañaba en el río y jugaba pelota con los muchachos de la comarca.

Junto a padres y hermanos vivió en Paso Palmar (hoy Vedado 3) en busca de estabilidad económica a partir de las labores agrícolas de la caña de azúcar. En 1941, con apenas 16 años de edad, se casa con Socorro Guerra Peña y en su bohío de yaguas y guano nacen los tres primeros hijos: Gerardo, Severino y Gladis. Al crecer la familia, empeora la situación y deciden mudarse para Marchán y Santa Isabel, en el norteño macizo cañero de Puerto Padre.

Paco se vincula a la lucha política que encabeza Eduardo Chibás con el Partido del Pueblo Cubano (Ortodoxo). Se convierte en un activista y recorre los barrios para lograr incorporaciones a la ortodoxia. En esas labores conoce a Francisca Carralero Pacheco, una joven del poblado de Vázquez, con la que se casa y tiene sus otros hijos: Adonis, Idania y Nedelsy.

El poblado costero de playa La Jíbara era el centro fundamental de reuniones de su grupo conspirativo. La muerte de Chibás amaina las esperanzas, pero no decae el espíritu de lucha de aquellos jóvenes, que vieron en el asalto al cuartel Moncada la motivación necesaria. En suelo puertopadrense la represión no se hace esperar y persiguen a muchos ortodoxos. Paco fue apresado y conducido al Escuadrón 73 de Delicias, y como no delata a sus compañeros lo remiten al Vivac de Holguín en espera del juicio por “participar en actividades revolucionarias” contra el Gobierno. Una vez absuelto, regresa a Marchán decidido a enfrentar el régimen batistiano.

Inicia de esa manera su vida en la clandestinidad y es uno de los integrantes de las primeras células del Movimiento 26 de Julio en la Villa Azul. “Si Fidel viene a Cuba, me voy con él”, dijo al conocer el compromiso de “ser libres o mártires” formulado por el Líder de la Revolución en 1956.

fidel paco

Cuando el desembarco del Granma, estaba acuartelado en La Jíbara en espera de las armas prometidas para realizar diversas acciones, pero ese envío nunca llegó. A partir de entonces, participa en sabotajes, quema de cañaverales y venta de bonos, en espera de subir a la Sierra Maestra. Lo logra a finales de abril de 1957, junto a Alcibiades Bermúdez, en el segundo grupo de refuerzo enviado por Frank País.

Lo designan primero a la columna del Che, bajo el mando de Ciro Redondo, y allí demuestra sus dotes de combatiente. Entre otros, juega un rol destacado en los combates de Bueycito y El Hombrito; en este último gana los grados de teniente.

Cuando inicia la ofensiva del Ejército batistiano, en mayo de 1958, ya Paco es capitán y comanda su propia tropa guerrillera. Sobresale en los combates de Santo Domingo, El Naranjo y la batalla de El Jigüe.

Después de la ofensiva de la tiranía, el 22 de agosto de 1958, altos oficiales del Ejército Rebelde sugieren a Fidel la creación de un cuerpo de escolta personal, dada la importancia de su figura para los destinos de la Patria y recomiendan que lo encabece Paco Cabrera, como reconocimiento al prestigio ganado. Así fue.

En la batalla de Maffo, a finales de diciembre de 1958, se distingue por su valor; allí Fidel lo asciende al grado de comandante. Había participado ya en más de 30 combates. Tras el triunfo revolucionario, dirige la protección del líder guerrillero hasta Santiago de Cuba y de ahí hasta La Habana. En el Regimiento 7 de la Guardia Rural, en Holguín, el 3 de enero, la escolta se reorganiza e incrementa con un grupo de Puerto Padre, integrantes del Primer Frente Oriental.

La llegada a La Habana entraña constante actividad, se duerme poco, y hay que custodiar la vida del Jefe de la Revolución, que ha establecido su Estado Mayor, transitoriamente, en el hotel Habana Hilton.

Para el 23 de enero estaba prevista la visita de Fidel a Venezuela, en cumplimiento de una invitación realizada por el Gobierno de ese país hermano, que había colaborado con el Movimiento 26 de Julio en la Sierra y el llano. Participaría en los festejos por el primer aniversario del derrocamiento del dictador Marcos Pérez Jiménez. El recibimiento del pueblo venezolano fue formidable.

1959 cepelio 12El último adiós en su Patria.Resultó la última misión del valiente luchador, del humilde campesino devenido nombre ilustre. Moría de forma ilógica y trágica. Al conocer la noticia, el Comandante en Jefe expresó: “La guerra ha terminado, la muerte, no. Cuba y la Revolución han perdido a un hombre extraordinario, era uno de nuestros más sólidos valores”. Sus coterráneos, integrantes de la escolta, se quedaron en Caracas para realizar las gestiones pertinentes. El cadáver de Paco fue trasladado al hospital José María Vargas de La Guaira para realizarle la autopsia, y luego recibió el homenaje de sus colegas y los venezolanos.1959 cepelio 4Homenaje en Venezuela.

La dirección del Movimiento 26 de Julio en Puerto Padre, al conocer la noticia, decretó tres días de duelo y colocó sendos pendones negros en las columnas frontales de su edificio administrativo. En horas de la tarde del propio 27 de enero se le rindieron honores en la funeraria de Calzada y K, en la capital cubana, y al día siguiente, a las 11:30 am, llegaron sus restos al terruño natal, que fueron recibidos en el Fuerte de la Loma y trasladados por la avenida Libertad hasta el Ayuntamiento Municipal. A las 3:00 pm concluyó en ese espacio la primera parte del tributo de los puertopadrenses.

Miles de compatriotas asistieron al sepelio en el Cementerio Municipal. El comandante Eddy Suñol Ricardo, compañero de luchas de la Sierra, despidió el duelo. Allí, en un panteón de mármol rosado, descansan sus restos hace 65 años, donde una aguja piramidal señala al cielo de la Patria que defendió y lo custodia una bandera cubana que ondea desde su asta en clara señal de reverencia.