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Agustín Guerra Segura
Las Tunas.- ¡El retiro mío viene cuando me muera! Esas no son palabras vanas, sino que encierran la voluntad de un productor de alimentos del municipio de Las Tunas, dispuesto a hacerlas realidad para honrar a su padre, quien además de normas de educación, le enseñó trucos para sacarle provecho a la tierra.

Su nombre es Agustín Guerra Segura y tiene en usufructo unas 10 hectáreas desde hace cerca de dos décadas. En ellas ha visto reverdecer el campo muchas veces porque es de los que prefiere cosechar y sembrar enseguida, para dar de comer a los suyos y a los demás.

"La tierra siempre da lo que seamos capaces de sacarle, pero prefiero los cultivos varios. Por lo general, acá siembro habichuela, maíz, ají, col, ajo y cebolla, entre otros renglones. Tengo un pedazo dedicado a guayabas, pero no he podido prestarle toda la atención que requiere. También cuento con 50 o 60 matas de aguacate que todavía no paren.

"En estos tiempos ser campesino significa un sacrificio, una cuota enorme de entrega porque es una labor constante. Me levanto por la madrugada todos los días de la semana y hasta por la noche estoy trabajando. Cuando termino tengo que recoger las bestias, trancarlas y velarlas, sin descanso".

En su finca de La Anacahuita, el asociado a la cooperativa de créditos y servicios (CCS) Julio Antonio Mella ha sido víctima de varios robos de cosechas que disminuyen su ritmo productivo. No obstante, ninguno le impactó tanto como la pérdida de uno de sus bueyes.

"Me llevaron una yegua y me dolió, pero con el buey me hicieron mucho daño. Menos mal que el otro aprendió a trabajar solo; me salió bastante bueno. De todas formas, hay cosas que se hacen con la yunta, no con un solo animal. Y la verdad es que he tenido miedo de comprar otro por si me lo roban".

Agustín logra producir en su finca, gracias al empeño que pone a cada proceso; trabajando duro, como lo ven siempre sus vecinos y allegados. Y también por el aporte de la familia, de los obreros contratados y de amistades que se ayudan mutuamente.

Sin embargo, sabe que de esas tierras pudiera salir más comida, hasta con igual sacrificio por parte de los productores. No obstante, para eso se requieren recursos materiales que hoy no están disponibles y que son elementales en el desarrollo de la actividad agrícola.

"Sin recursos, la agricultura rinde poco. Realmente en Las Tunas y en el resto del país estamos trabajando a pulmón, casi para nada. Las plantas no producen mucho y los rendimientos van para el piso, lo que implica menos alimentos para el pueblo.

"Faltan herbicidas, fertilizantes e insecticidas, que es lo que más daño hace porque cuando aparecen las plagas se pierden las cosechas, se mueren las plantas… Con esos insumos se puede coger el doble de las producciones y el esfuerzo del campesino sería el mismo".

Aunque joven todavía, ya él es un veterano en la producción de alimentos y quiere seguir trabajando mientras tenga fuerzas. Ese es su compromiso para ayudar al país a salir de la crisis actual, de modo que cada familia tenga en su mesa la cantidad de nutrientes que necesita.

Por ahora entrega la mayoría de las producciones a su cooperativa y el resto lo destina al consumo familiar y para ayudar a algunos residentes en la comunidad. "Creo que es una herencia de mi papá, quien siempre prefería dar. Eso me satisface y sé que me da suerte, hace que mi finca sea próspera".