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guillermo campesino yenima

Las Tunas.- Este 17 de Mayo, Guillermo Guevara Cabrera tiene muchos motivos para festejar; pero, para él será un día como otros de los tantos años que ha vivido, porque con el mismo entusiasmo de siempre se levantará sobre las 2:00 de la madrugada.

Alumbrado por la luz de la luna, y por su instinto de viejo campesino, irá -tras el primer trago de café- hasta las corraletas a ordeñar las vacas, esas con las que obtiene su sustento diario y que le dan orgullo, porque muchos niños se alimentan de ellas.

En esa jornada, Cuba celebrará el Día del Campesino y para él cada despertar es motivo de festividad, pues en su vida tiene lo material que necesita para alimentarse y descansar junto a su esposa, también trabajadora de la cooperativa de producción agropecuaria Calixto Sarduy, de la comunidad de Becerra, en el municipio de Las Tunas.

“Llevo 36 años trabajando con la ganadería y ordeñando unas 20 vacas cada día. Y en ese tiempo ni vacaciones he cogido, solo en días de algún problema de enfermedad. Me gusta mucho lo que hago y más ahora con esta situación de la pandemia.

“En estos tiempos tiene una importancia grande trabajar en la ganadería y producir leche y carne. Si no lo hiciéramos habría que comprar la leche afuera y sería un gasto enorme para el país”.

Dice Guillermo que se ha adaptado a las madrugadas y a los días de intenso quehacer y que, para él, trabajar se ha vuelto una necesidad.
“Estamos aquí, tratando de darlo todo en este momento difícil que vive Cuba, con la enfermedad y con el bloqueo. Ah, y con la sequía, que ha sido muy brava. Pero nosotros somos más bravos que la falta de lluvias. Se nos van las horas echándoles comida a los terneros y dándoles a las vacas las plantas que son su alimento, especialmente morera, moringa y caña de azúcar.

“Tratamos que no les falte agua y eso nos ha dado resultado, porque tenemos poca mortalidad”.

Él cuida de su salud, y especialmente de las manos que presionan una y otra vez las ubres, en busca del importante alimento que a veces va directo a la tienda de la localidad, y en otras se acopia en el termo de enfriamiento hasta que se traslada hacia la industria láctea.

Se sabe útil y, con esa seguridad como premio, festeja en cada amanecer su condición de campesino. Es feliz desde que se levanta de su cama, a esa hora en la que hasta los gallos duermen.