Imprimir
Visto: 7095

0807 MIJAIL

Las Tunas.- Un año más tarde de lo previsto y con el irreparable hándicap de los graderíos huérfanos de público, los Juegos Olímpicos de Tokio están ya en marcha. En la mañana de hoy tuvieron su inauguración oficial, aunque dos jornadas antes la ciudad de Fukushima había acogido las primeras competiciones, a una década de que un megaterremoto y el posterior tsunami se combinaran con uno de los peores desastres nucleares de la historia para dejarla destrozada.

Esa clase de simbolismo será seguramente el signo de los Juegos, que comienzan con 12 meses de retraso por la emergencia sanitaria global que ha provocado la Covid-19. Si la anterior edición en suelo japonés (la de 1964) fue la muestra de cómo el País del Sol Naciente se ponía en pie tras la Segunda Guerra Mundial, la de este 2021 tiene a Fukushima como bandera de “los Juegos de la reconstrucción”.

En 1964, el joven Yoshinori Sakai fue el encargado de encender la llama olímpica. Sakai tenía 19 años y había nacido en Hiroshima, el 6 de agosto de 1945, solo dos horas después de que el Enola Gay dejara caer la primera de dos bombas atómicas que Estados Unidos lanzó sobre territorio nipón. Ahora, 57 años después, los Juegos han comenzado en el sitio en el que unas 20 mil personas perdieron la vida en 2011. Y, precisamente, dos niñas sobrevivientes de entonces fueron las encargadas de lanzar y recibir la primera bola, justo antes del juego de softbol entre Japón y Australia que dejó abiertas las acciones competitivas de la cita.

El mensaje que pretende lanzar al mundo el Comité Organizador es el del olimpismo como símbolo de recuperación y esperanza, dos tablas de salvación a las que necesita agarrarse con fuerza toda la humanidad.

No obstante, a pesar de la voluntad de los organizadores y de los miles de atletas que han esperado este momento durante cinco años, no todo es color de rosa. Por un lado, el nuevo coronavirus sigue siendo una amenaza real y la quinta ola en territorio japonés volvió a disparar el estado de alerta en Tokio, con lo cual quedó cancelada definitivamente la opción de contar con público en la capital y en las prefecturas vecinas de Chiba, Kanagawa y Saitama.

De hecho, al margen de los estrictos protocolos de seguridad sanitaria instaurados en la Villa Olímpica y los escenarios deportivos, unos 80 casos positivos por Covid-19 se habían reportado al cierre de esta edición entre atletas y personal de apoyo a los Juegos.

Todo ello, en medio de una tremenda presión popular: Tokio acoge los segundos Juegos de verano de su historia en pleno estado de emergencia y con casi el 80 por ciento de la población en contra de su celebración, según las últimas encuestas nacionales. En tiempos tan convulsos como los que vivimos, las consecuencias se hacen sentir incluso en el espíritu de concordia que debería reinar en los Juegos.

CUBA: LA BATALLA MÁS DIFÍCIL

Por si no bastara este complicado contexto pandémico, con repercusiones varias en la economía global y un impacto directo en las posibilidades de preparación de sus atletas, Cuba llega a Tokio con la delegación más pequeña de los últimos 57 años y el tremendo reto de mantenerse entre los 20 primeros países del medallero.

En declaraciones a la agencia Prensa Latina, el vicepresidente del Instituto Cubano de Deportes, Ariel Sainz, confirmó esta intención y advirtió que para conseguirlo será “necesario tener una alta efectividad y alcanzar de cuatro a seis preseas de oro”.

En definitiva, la Mayor de las Antillas asiste a la cita multideportiva con apenas 69 representantes, una cifra que se antoja demasiado exigua para enfrentar el empuje de países con varias veces más deportistas en sus nóminas.

La mencionada efectividad de la comitiva cubana pasará entonces por cumplir al pie de la letra los pronósticos y dependerá de lo que puedan conseguir sus principales figuras. Ninguna más destacada que el tricampeón olímpico Mijaín López, monarca de la lucha grecorromana en Beijing 2008, Londres 2012 y Río de Janeiro 2016. El gigante pinareño, uno de los abanderados de la delegación junto a la judoca Idalys Ortiz, pretende reescribir la historia de su deporte escalando por cuarta ocasión a lo más alto del podio.

Además de Mijaín, Cuba centrará sus mayores opciones en el también luchador y vigente campeón bajo los cinco aros, el santiaguero Ismael Borrero, además de la discóbola campeona mundial Yaimé Pérez, la triple medallista estival Idalys Ortiz y los boxeadores Andy Cruz y Julio César la Cruz.

Otros, como el monarca de Río de Janeiro Arlen López (boxeo) y sus compañeros de equipo Lázaro Álvarez, Yosbany Veitía y Roniel Iglesias (campeón en Londres 2012) se unen al saltador de longitud Juan Miguel Echevarría, la corredora Rose Mary Almanza (800m), los canoístas Serguey Torres y Fernando Dayán Jorge, el taekwondoca Rafael Alba y los tiradores Leuris Pupo y Jorge Félix Álvarez, hasta completar un grupo del que podrían esperarse sorpresas.

Con todo, convendría no acumular demasiadas expectativas. No deberían esperarse ahora las hazañas de otras épocas, sobre todo porque las cancelaciones de torneos clasificatorios recortaron en demasía el número de participantes cubanos, al tiempo que las limitaciones de viaje y las carencias económicas de siempre se han conjugado para sumar todo tipo de obstáculos, aun antes de iniciadas las competiciones olímpicas.

Hace cinco años, en Río de Janeiro 2016, Cuba se ubicó en el decimoctavo puesto del medallero con 11 metales: cinco de oro, dos de plata y cuatro de bronce. Históricamente, la cosecha de 77 títulos, 66 segundos escaños y 77 terceros puestos le sitúa en el lugar 16 entre 206 Comités Olímpicos Nacionales.

LAS GRANDES ESTRELLAS DE LOS JUEGOS

Aunque no pocos medios internacionales lo han obviado a la hora de hacer el recuento de las grandes estrellas de estos Juegos, el cubano Mijaín López será sin dudas uno de los nombres propios en Tokio.

De conseguir su cuarta medalla de oro se convertiría en el primer luchador con semejante mérito y dejaría detrás al extraclase ruso Alexánder Karelin, quien se coronó de manera consecutiva en Seúl 1988, Barcelona 1992 y Atlanta 1996, pero se tuvo que conformar con la presea de plata en Sídney 2000. El europeo, nueve veces campeón mundial, es considerado como el mejor luchador grecorromano de todos los tiempos, por lo que un nuevo oro de Mijaín serviría para al menos abrir un debate al respecto.

El cubano aporta un poco del glamour que muchos especialistas creen perdido con el retiro de súperestrellas del nivel del nadador estadounidense Michael Phelps y el velocista jamaicano Usain Bolt.

Durante cuatro ediciones, el Tiburón de Baltimore cosechó nada menos que 28 medallas olímpicas: 23 de oro, tres de plata y dos de bronce, récord absoluto en la historia de las citas estivales. Bolt, por su parte, cautivó a todos con su carisma y sus tiempos futuristas en 100 y 200 metros, además de comandar los casi invencibles relevos cortos jamaicanos. El Relámpago, a lo largo de tres Juegos Olímpicos, se adjudicó nueve oros, aunque luego le retiraron uno debido a la descalificación de uno de sus compañeros en la posta de 4x100 metros en Beijing 2008.

Tras el retiro de estos dos extraclases, otras figuras centrarán la atención en Tokio, entre ellas la espectacular gimnasta estadounidense Simone Biles, quien en 2019 llegó a la increíble cifra de 25 medallas en campeonatos mundiales, superando las 23 del bielorruso Vitaly Scherbo. Vale destacar que Biles buscará realizar en la capital japonesa un Yurchenko con doble mortal, un salto en el caballo que solo los hombres han podido ejecutar en competencias internacionales de gimnasia. De hecho, ya lo completó con éxito en su participación en el Clásico Estados Unidos.

Con la misma etiqueta de élite se presentarán el judoca francés Teddy Riner (doble campeón olímpico y 10 veces titular mundial), el nadador de Estados Unidos, Caeleb Dressel (ganador de 16 oros en los dos últimos mundiales y aspirante a por lo menos seis coronas en Tokio), la velocista jamaicana Shelly-Ann Fraser-Pryce (doble reina de los 100 metros en Beijing 2008 y Londres 2012), la ondina estadounidense Katie Ledecky (cinco medallas de oro entre Londres 2012 y Río de Janeiro 2016), el garrochista sueco Armand Duplantis (recordista mundial bajo techo y al aire libre, superando a la leyenda ucraniana Sergey Bubka), el tenista serbio Novak Djokovic (ganador de 20 grand slams) y el líder del Dream Team USA de baloncesto, Kevin Durant.

Todos ellos y otros 11 mil atletas escribirán hasta el 8 de agosto nuevas páginas en la historia de grandes hazañas que atesoran los Juegos Olímpicos de la era moderna.