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Las Tunas.- Para Andrés Armando Patou Gálvez volver sobre los pasos dados es motivo de orgullo y la confirmación de haber obrado bien. Testigo y protagonista de momentos fundacionales de la Revolución Cubana y del bullir de una juventud creadora, sus palabras nos acercan a una generación que asumió un compromiso real con el momento histórico que le tocó vivir, inspiración y ejemplo para las nuevas generaciones de cubanos.

Para este hijo adoptivo de Las Tunas el triunfo de Enero del 59 significó la llegada de nuevos tiempos; se sintió, cuenta, "como un hombre libre en un pueblo libre". A esta andadura de independencia y soberanía se incorporó desde el primer momento como fundador de los Comités de Defensa de la Revolución (CDR) y miembro de la precursora Asociación de Jóvenes Rebeldes (AJR), encabezada por el más joven comandante del Ejército Rebelde, Joel Iglesias Leyva.

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"Para mí fue muy emocionante. Siempre aspiré a ingresar a la AJR y para ello había trabajado", recuerda al regresar a aquella época en la que la vanguardia juvenil asumió tareas de construcción, limpieza o reforestación, además de pasar la experiencia de fuego: subir cinco veces el Pico Turquino. Fue él uno de los chicuelos que salió airoso ante la prueba, inspirado por la épica de los barbudos de la Sierra y la certeza de que la escalada hermanaba, en la práctica y en las ideas.

Con esos ánimos, Andrés participó también en el primer congreso de la AJR. Estaban allí representados la juventud de la sierra y el llano, los maestros voluntarios, alfabetizadores, otros "Cinco Picos " como él , milicianos de la lucha contra bandidos en el Escambray y combatientes de Girón; mozos rostros, augurio de nuevos tiempos. De ese encuentro, explica, sobrevino la actual Unión de Jóvenes Comunistas (UJC), que este 4 de abril celebra 60 años de fundada.

Era la primera organización creada después del triunfo de la Revolución bajo la denominación de comunista y fue así porque, según Fidel, su principal función era "formar jóvenes con una actitud comunista ante la sociedad y ante la vida"; jóvenes capaces de "construir esa sociedad y de vivir en esa sociedad" nueva, justa, hermosa, cubana por esencia creadora, añadiríamos.

"Ahí está mi carné de fundador. Memorables momentos", manifiesta Armando, mientras se sumerge en las evocaciones de la clausura en el estadio Latinoamericano, oportunidad en la que el Comandante en Jefe expresó: "Creer en los jóvenes es ver en ellos además de entusiasmo, capacidad; además de energía, responsabilidad; además de juventud, ¡pureza, heroísmo, carácter, voluntad, amor a la Patria, fe en la Patria!, ¡amor a la Revolución, fe en la Revolución, confianza en sí mismos!; convicción profunda de que la juventud puede, de que la juventud es capaz, convicción profunda de que sobre los hombros de la juventud se pueden depositar grandes tareas".

A 60 años de ese momento, la organización juvenil histórica de la Revolución continúa salvaguardando "el mayor capital simbólico y las fuerzas movilizadoras principales con que cuenta el socialismo cubano". En esa fuerza edificante y humanista de la juventud cree y confía Andrés, lo dice, lo afirma: "Los jóvenes de hoy tienen un reto muy grande, el desafío de ser continuidad de quienes les antecedieron, de cuidar la Revolución, de llevarla hacia adelante, de luchar como lo hicimos nosotros en defensa de la misma. Y yo creo que la juventud actual lo hace, confío en ella; no he sido nunca de los que considera que está perdida, no; lo que sucede es que sus tareas son otras, son las de su época, distinta a la nuestra".

Mientras Andrés habla, pienso en "el añoso del sombrero", esa figura de la canción La tempestad que dialoga con quienes le dan cuerpo a nuevos o acaso los mismos anhelos de siempre. Y vuelo a Fidel, aquel día, 60 abriles atrás, lleno de sueños...trazando futuros: "La Revolución que estamos haciendo nosotros no es la Revolución que nosotros queremos; la Revolución que nosotros queremos es la Revolución que van hacer ustedes. La sociedad que nosotros vivimos no es la sociedad que nosotros queremos. La sociedad que nosotros queremos es la sociedad en que van a vivir ustedes.

"A nosotros nos ha correspondido el privilegio o el derecho de empezar a hacer esa Revolución, a nosotros nos ha correspondido la oportunidad de comenzar. A ustedes sí que les corresponderá el privilegio de llevarla adelante".

Pienso en la utopía incompleta, en las tantísimas manos que la sostienen y la edifican de disímiles maneras, en lo que anida, en la diversidad en (de) nuestra unidad, en la obra inconclusa y continuada. Aquí estamos, 60 años después; La Revolución continúa.