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Las Tunas.- Algunos atestiguaban haberlo visto fallecer, otros dudaban de la vitalidad en un futuro, incluso, los más apasionados afianzaron su credo en un nuevo renacer. ¡Y llegó el Clásico Mundial! Con la máxima cita del béisbol, Cuba volvió a vibrar al ritmo de fildeos, batazos, ponches. Un equipo singular, capaz de estrechar mares, devolvió la alegría de la victoria a las calles. 

Par de tropiezos iniciales hicieron saltar las alarmas. A la mente de muchos retornó ese círculo vicioso de los últimos certámenes. Demasiadas expectativas puestas en ese grupo de peloteros.

Sin embargo, a la inserción de los "bigleaguer" le acompañó el ímpetu de no bajar las armas hasta el out 27, pese al panorama adverso. La imagen en el banco resultó diferente: alegría, distensión, mentalidad colectiva y la confluencia de diversas expresiones en una misma nacionalidad. 

El #TeamAsere, cubanismo exquisito, señala ya el camino a seguir para recuperar el pasatiempo nacional, si bien constituye apenas el primer paso de un largo trayecto que debería incluir cambios de todo tipo: desde los económicos y organizativos, hasta los relativos a conceptos y métodos para desarrollar el deporte de las bolas y los strikes

Lo cierto es que la armada antillana quebró el letargo. A miles de kilómetros, pantalla de por medio, innumerables familias juntaron voces por un bien común. Atrás quedaron los colores de preferencia en torneos domésticos, al unísono, surgieron ídolos para niños. Este mes de marzo propició que en los parques, terrenos o cualquier espacio para jugar, los infantes sueñen con ser Yoán Moncada, Luis Robert Jr., Roenis Elías, Miguel Romero…

El epílogo deparó una despedida dolorosa. Perder contra el eterno rival nunca sabe bien, menos cuando el marcador refleja tanta distancia. No obstante, las semifinales pasarán como el fin de un viaje cargado de recuerdos. Solo eso, a los cubanos no se les puede “quitar lo baila´o”.

De odios y amores siempre estarán rodeadas las cuatro letras, pero en forma de un soberbio cuadrangular, emergió la respuesta de quienes vistieron la franela del "Cuba". Las provocaciones e insultos lucieron la peor de las caras, en tanto el sentir patrio, más allá del lugar de residencia, hizo las veces de escudo. 


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LA GLORIA DE LOS SAMURÁIS Y UN EXTRATERRESTRE

Los expertos en cinematografía de Hollywood serían incapaces de concebir un mejor guion para el cierre del V Clásico Mundial, con el título conquistado por Japón luego de vencer 3x2 a Estados Unidos. Los archivos albergarán la secuencia de picheos entre dos de los mejores jugadores del orbe: el “androide" Shohei Ohtani, mejor parado al retirar por la vía de los strikes a Mike Trout para concretar el out 27.

Los samuráis sumaron a sus vitrinas el tercer trofeo en esta lid, además de preservar el invicto en finales y, de igual manera, conservar la condición de único país con más de un campeonato. 

En tal empeño,  el “extraterrestre” Ohtani acopió gran parte del éxito. La suma de dos triunfos y un salvado, así como un promedio de efectividad de 1,86, con 11 ponches, bastaría para situarlo en la discusión por el más valioso; sin embargo, los números de bateo lucen aún mejor. Con una decena de imparables en 23 turnos, el nipón plantó una línea ofensiva (AVG/OBP/SLG) de 435/606/739 e impulsó ocho carreras. 

Si bien las estadísticas reflejan la importancia de Ohtani en la consecución del certamen, existe un acápite difícil de contabilizar, pero de igual valía: su capacidad de inspirar a todo el equipo. El jugador de los Angelinos de Anaheim, en rol de líder y sin mella por el asedio de la prensa, apareció en los momentos convulsos, acompañado de una seguridad contagiosa hacia sus compañeros.

Al alzar la corona, los asiáticos emularon la gesta de República Dominicana en el 2013, tras recorrer la ruta con victorias en todas las presentaciones. En un lapso de dos años, Japón acumula par de galardones ante los estadounidenses, gracias a la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Tokyo, en muestra de una rivalidad latente.

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