FB IMG 1697828822770Las Tunas.- A lo largo de la historia el béisbol ha escrito disímiles páginas con la tinta de la gloria. Desde triunfos irrebatibles hasta épicas remontadas ante la mínima oportunidad, pero con la ambición de la victoria como principio innegociable. Sin embargo, los fracasos internacionales de los últimos tiempos constituyen las tachaduras en un lienzo dorado, desgastado y, aunque sea difícil de concebir, sumido en el abandono. 
La actuación en los Juegos Panamericanos de Santiago de Chile 2023, con el protagonismo de los mismos males de antaño en eventos foráneos, refleja la nula capacidad de superación del pasatiempo nacional. Los problemas del bateo para hacer carreras, el ineficiente corrido de las bases, la inutilización de los suplentes, el escaso bagaje táctico de directivos y la práctica de concepciones arcaicas resultan deficiencias conocidas por aficionados, entrenadores y sobre todo por los rivales. Las decepciones se acumulan, mientras el mal obrar en el diamante agiganta una crisis que impacta de manera directa en el corazón del juego.
Con rasgos evidentes de tormenta, en las máximas instancias de la disciplina, predomina el ambiente de calma, no por saberse en la dirección hacia las soluciones; por el contrario, tales sensaciones provienen del quedarse con los brazos cruzados y encontrar en los obstáculos cotidianos la justificación a la incompetencia. En tanto, esa “pelota” amada agoniza justo al frente de la fanaticada, cada vez más carente de fe.
Si bien algunas derrotas con países de poca tradición en el mundo de bolas y strikes afecta el orgullo de quienes siguen de cerca al equipo Cuba; abstraídos en ese dolor la mirada debe ir a lo profundo para buscar respuestas que conduzcan a un punto de giro. En la sabiduría de abrirse a la modernidad, siempre con los pies sobre la tierra, es decir, con las inconveniencias de la realidad económica de la Isla, así como la estrategia de volcarse a la célula base, que no significa nada diferente a devolver swings a campos y plazas en los distintos puntos cardinales, fluye la luz en un túnel demasiado extenso para un ámbito tan cubano.
El margen a “paños tibios” caducó. La ocasión exige de acciones concretas, por tanto, los lamentos han de quedar a un lado para enfrascarse en detener la caída libre del mayor símbolo atlético. Repensar el funcionamiento de las organizaciones rectoras establece el núcleo de la cuestión, pues de ahí brotan cualquier cantidad de traspiés que condenan las alas internas y exhiben falencias en el exterior. Una fórmula para nada recomendable: Loss-Loss.
La amargura del revés ha encontrado cabida en el paladar de los parciales, en tanto, la sequedad de ver un horizonte nefasto agudiza las percepciones. Recuperar el status de élite en los diversos niveles de competición no amerita acudir a cierto laboratorio, la mejor medicina corre en las venas de millones de cubanos, solo urge la virtud de una propuesta diferente, sin ataduras de ninguna índole, además de empeñarle la vida a la misión. Con un conteo de tres y dos, los pasos venideros dictarán el futuro.

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