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bandera rota

Las Tunas.- Esa mañana caminaba apresurado por la calle Francisco Vega en dirección al Hospital, pues un problema familiar me apremiaba. De pronto, mis ojos se vieron confrontados con una desoladora escena al descubrir que la Bandera cubana, deshecha en menudos pedazos, yacía entre basuras y algunos escombros.

Por un instante sentí que era preso de una ilusión óptica, mis pupilas se dilataron y un nudo se formó en mi garganta. A pesar del impacto solo pude capturar una fotografía antes de continuar, porque la urgencia de salud del momento necesitaba de toda mi atención. Sin embargo, la impotencia me acompañó durante varios días y todavía me acongoja.

Enfrentémoslo, el tema va más allá de la política, es una afrenta directa a nuestra identidad como pueblo y nación. La de la Estrella Solitaria representa nuestros valores y sueños, no puede ser reducida a simples fragmentos descartados en la calle.

Esto es una muestra clara de la falta de respeto y conciencia que invade nuestro entorno y nos vemos en la obligación de preguntarnos, ¿dónde están las autoridades pertinentes que deben velar por el cuidado de tan preciado estandarte?, ¿qué falla para que la indolencia y el oprobio campeen de esa manera en una arteria citadina?

La Ley de Símbolos Nacionales, establecida en el 2019, define claramente los protocolos de cómo emplearlos y de su salvaguarda. En los artículos del 6 al 48 se estipula que la Bandera es el símbolo por excelencia de la soberanía y la independencia de la República de Cuba; al tiempo que incluye las normas para su uso adecuado y tratamiento digno.

En el Artículo 46, la legislación explícitamente subraya que cuando se rompa, deteriore o pierda sus colores originales, si no ha de ser conservada como objeto histórico, debe incinerarse con el debido respeto. Lo que no puede suceder es que termine así, como la hallé, mancillada entre basuras.

Que no se repitan hechos como este depende de todos, desde quien tiene la responsabilidad de impedir tales contravenciones hasta la familia y la escuela, que en sus espacios han de profundizar en los valores cívicos y en la significación y veneración de los símbolos. Esto implica, entre otras iniciativas, promover campañas educativas y mediáticas para enseñar la relevancia de esos ejes de la nacionalidad, aumentar la vigilancia en lugares públicos y garantizar que se cumplan las leyes.

Es tiempo de que hagamos todo lo posible para preservar lo que nos hace únicos, lo que nos une como pueblo. No podemos cruzarnos de brazos y esperar que las cosas cambien por sí solas. Hay algo sagrado, hecho añicos, en esos retazos de tela tricolor que nublaron mi vista.