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Las Tunas.- El martes 18 de diciembre de 1973 el teléfono del médico Rafael Vázquez Fernández, cirujano del Hospital General Vladimir I. Lenin, en Holguín, sonó con insistencia. “¿El doctor Vázquez? -preguntó una voz desde el otro lado de la línea. Le habla el doctor Hernández Ojito, del Hospital Materno de Victoria de las Tunas. Nos acaban de nacer aquí un par de siamesas. ¿Podría ayudarnos a evaluarlas?”.

La noticia le cortó el aliento. “¡Siamesas...!” -exclamó por lo bajo el también profesor de Cirugía de la Universidad de Oriente. Eso no se ve mucho en Cuba”. Y, como se trataba de gemelas, recordó haber leído en algún manual que la mayor proporción de ese tipo de parto correspondía a las tribus yorubas de Nigeria, donde, aproximadamente, un alumbramiento de cada 22 era gemelar.

El doctor Vázquez no lo pensó dos veces: “Voy para allá enseguida”, afirmó antes de colgar. Minutos después, abordaba un auto, tomaba la carretera y al rato echaba pie a tierra frente a la institución sanitaria de la vecina provincia. Ni por asomo sospechaba que días después iba a protagonizar un suceso trascendental en la historia de la Medicina cubana y de América Latina de cualquier época.

En el centro hospitalario tunero aguardaba por su llegada el doctor Hernández Ojito, quien, junto a la pediatra Clara Bisquet y otros especialistas del recinto, había asistido el parto múltiple. El grupo se fue hasta la sala donde las pequeñas siamesas Maylín y Mayelín Téllez Bruzón -de seis libras de peso cada una- descansaban tranquilas su primera siesta terrenal unidas por el abdomen.

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                                                                                    DIAGNÓSTICO PRELIMINAR

El primer examen preliminar devino catarsis de optimismo. El criterio unánime fue que se podía intentar la separación. Solicitaron una ambulancia. Destino: el “Lenin”. “¡Cuánto han cambiado los tiempos!”, se dijo el doctor Vázquez. Y su pensamiento se remontó al siglo XVI, cuando los hindúes acostumbraban a incinerar a los siameses acabados de nacer.

En suelo holguinero se constituyó un equipo multidisciplinario para estudiar a las chicas. La anestesióloga Pura Avilés, el pediatra Félix Álvarez, el hematólogo Norberto Rodríguez y el doctor Vázquez Fernández las sometieron a pruebas genéticas, cardiovasculares, radiológicas, hematológicas... Faltaba consultar a los padres. “¿Autorizan a enfrentar los riesgos?”, les preguntaron. Y ambos accedieron.

Por primera vez se haría en América Latina una intervención así. La más antigua en el mundo databa de 1689, cuando en Francia fueron separadas unas siamesas unidas por el ombligo. Pero el caso más viejo y célebre de mujeres con esta singularidad resulta el de Mary y Eliza Chulkhurst, nacidas en el año 1100 en Inglaterra. Vivieron 34 calendarios con un par de extremidades superiores e inferiores, un solo recto y una vagina.

En cuanto a siameses varones, fueron famosos Chang y Eng Bunker, nacidos en 1811 en la antigua Siam, hoy Tailandia. Eran niños cuando emigraron a Estados Unidos, donde vivieron hasta los 63 años de edad. Los médicos rechazaron operarlos por tener... ¡un hígado común! Ambos formaron familias y procrearon 10 y 12 hijos, respectivamente. Chang murió primero y a las pocas horas lo hizo Eng. Desde aquella época el término siameses designa a este tipo de gemelos.

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                                           TENSIÓN EN EL QUIRÓFANO

A medianoche del 27 de diciembre comenzó el acto quirúrgico, que duró casi dos horas. La revista Bohemia lo reseña así: “Por primera vez en la historia de la Medicina en Cuba se acometía la compleja tarea de intervenir a dos personas al mismo tiempo en un mismo salón y, en este caso, a dos pequeñas criaturas de solo nueve días de nacidas, ¡y unidas estrechamente por la región abdominal!”.

Dos grupos de especialistas atendieron diferenciadamente a las siamesas dentro del salón. En el primero, los doctores Vázquez, Ojito y Viamonte asumieron la parte más delicada. En el segundo, en una mesa paralela, los también doctores Cabrera, Velázquez y Abadía se encargaron de otra tarea difícil: la reconstrucción de la pared abdominal de las niñas, una vez separadas.

“Operamos con un bisturí eléctrico, que corta y evita el sangramiento -diría luego Vázquez Fernández. Enfrentamos tres momentos tensos: la apertura de la cavidad abdominal, el corte del apéndice xifoides y el seccionamiento en dos partes iguales del hígado común. Este órgano, por cierto, tenía sistemas independientes para cada infante. De no ser así, la operación hubiera resultado fatal para una de ellas. Por suerte, todos los obstáculos fueron vencidos”.

“Afrontamos otra gran dificultad al proceder a la entubación endotraqueal -reconocería la prestigiosa doctora Pura Avilés, una autoridad en materia de Anestesiología. Ocurrió por la proximidad de sus caras y por las cabezas poco manejables. Pero maniobramos con eficacia y resolvimos también esos inconvenientes. Afortunadamente, el equipo consiguió salir bien del trance”.

Siamesas Maylín izquierda y Mayelín cada una con uno de sus hijos.

                                                                           COLOFÓN DE UNA HAZAÑA

Fue una victoria rotunda. El periódico holguinero ¡Ahora!, en la edición del 5 de enero de 1974, resaltó en un vistoso titular de su primera plana el inusitado suceso: GRAN ÉXITO DE LA MEDICINA CUBANA. Era, según la literatura especializada, la intervención quirúrgica a siamesas número 132 en la historia de la humanidad.siamseas tuneras

Nacidas por parto natural, pero unidas desde el apéndice xifoides hasta la región umbilical, fueron las primeras siamesas latinoamericanas en sobrevivir a una separación. Menos de un año después, conseguirían igual suerte las dominicanas de 11 meses de edad Clara y Altagracia Rodríguez, operadas en el Hospital de Niños de Filadelfia, quienes compartían el hígado y parte del colon.

Aquel acontecimiento de trascendencia mundial se perpetuó para la posteridad en una escultura emplazada en la Facultad de Ciencias Médicas de Holguín. Se trata del homenaje a una proeza que, medio siglo después, aún nos llena de asombro. Maylín y Mayelín no solo sobrevivieron fuertes y saludables, sino que, además, crearon sus propias familias. Ellas son la auténtica confirmación de una hazaña.

Leer más: Siamesas Maylín y Mayelín de Las Tunas cumplen 50 años de vida

 

 

 

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