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Las Tunas.- Bárbara Velázquez Núñez siempre ha residido en el Cerro de Caisimú, una comunidad rural de Manatí; sin embargo, desde hace algún tiempo encuentra más sentido a vivir en ese sitio, tan lejos de la cabecera municipal y de la ciudad de Las Tunas.

Su vida transcurría mayoritariamente entre los quehaceres hogareños, porque para las mujeres había pocas opciones de empleo. Pero el Proyecto de Apoyo a la Intercooperación Agropecuaria (Apocoop) llegó a la cooperativa de créditos y servicios (CCS) Sabino Pupo y entonces todo cambió.

Bárbara Velázquez Núñez Bárbara Velázquez Núñez "Ahora soy más útil, estoy muy satisfecha con lo que hago y me gusta mucho".

Bastan esas palabras para entender cuánto se identifica con la oportunidad que le llegó de repente y supo aprovechar muy bien, pues enseguida dijo sí a la convocatoria de la unidad productora y de la Federación de Mujeres Cubanas para formarse como peluquera.

"En el curso aprendí muchas cosas nuevas y que una puede implementar en el centro de trabajo. Lo más importante es que somos útiles, no solo para las mujeres del Cerro, sino también para las de otros lugares cercanos.

"Tenemos clientela de varios parajes aledaños a este lugar, incluso, desde La Guinea, Meriño, Manatí y Las Tunas vienen a arreglarse el pelo conmigo. Aquí existió una peluquería, pero hace muchos años dejó de funcionar y, por suerte, vino Apocoop".

Esta es una de las tantas iniciativas del proyecto en el territorio manatiense, el único municipio tunero que se incorporó a su nómina en el año 2015 y que desde entonces contribuye a la seguridad alimentaria, con beneficios en la producción y para las mujeres.

Muy contenta está Maricela Peña Palmero, presidenta de la CCS, quien informó que anteriormente la cooperativa sustentaba su economía en la ganadería y los cultivos varios y que en el 2021, por concepto de servicios en la peluquería, ingresó más de 75 mil pesos.

Maricela Peña PalmeroMaricela Peña Palmero"En la comunidad ha sido impactante, pues nunca había llegado una idea como esta. Ahora las jóvenes, amas de casa y trabajadoras tienen un lugar para embellecerse, además de garantizar empleo a dos mujeres.

"Igualmente se benefició el barbero, antes desvinculado del estudio y el trabajo. Entraron sin ninguna preparación, pero se les capacitó y ya tienen sus títulos de graduados".

Gracias a Apocoop recibieron pinturas de uñas de varios colores, dos planchas de pelo, secador, máquinas de pelar, tintes y otros recursos. Eso, la calidad de los servicios y el buen trato aseguran que sea un establecimiento de obligada visita.

"Los insumos se fueron gastando; sin embargo, las mujeres siguen viniendo -asegura Bárbara-, y para poder atenderlas creamos un fondo. Compramos los productos y garantizamos la sostenibilidad del proyecto. Ingresamos una parte para salario y adquirimos lo que vamos necesitando".

Parece poco, pero es mucho para la CCS y las mujeres de la zona, porque Apocoop capacita, transforma, colabora y eleva la calidad de vida de la población de los asentamientos rurales y, por consiguiente, impacta en la producción de alimentos.

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