venta del tabloide del codigo de las familias en sancti spiritus

Las Tunas.- Ya tiene fecha el referendo para que el soberano decida la suerte del proyecto del Código de las Familias: 25 de septiembre de 2022.

La versión definitiva del referido texto recibió el visto bueno del Parlamento cubano tras un proceso de consultas especializadas y populares que tomó varios meses. Pero, permítame sacarlo de su error si es de los que cree que estamos ante una recta final lisa, sin obstáculos.

Al contrario, por lo visto hasta ahora, diríamos que por delante tenemos no pocos escollos, algunos vendrán de lejanos carriles; otros, por increíble que parezca, desde dentro de las dos líneas que marcan la senda de quienes comparten la causa del socialismo.

Volteando la cabeza hacia atrás veremos que la consulta popular arrojó que la opción del Sí hizo oír su voz con más fuerza entre las más de 400 mil procesadas por el Consejo Electoral Nacional, mas eso no significa, per se, que sea la mayoría, al menos no estadísticamente hablando.

Sí está claro que tras ese ejercicio de escucha ciudadana tenemos un proyecto de ley más robusto aún, pues esta vigésimo quinta versión amplió la protección de niñas, niños y adolescentes ante situaciones excepcionales; reforzó la tutela urgente ante la discriminación y la violencia intrafamiliar o de género, ensanchando las posibilidades de su denuncia; definió las formas de canalizar los incumplimientos de obligación legal de dar alimentos; y esclareció aspectos sobre la gestación solidaria, a fin de protegerla ante intentos de torcer su finalidad fraterna.

Conservó, además, puntos claves que vigorizan la aspiración cubana de conquistar toda la justicia posible. Lo hace sin ceder en sus propuestas revolucionarias, así con todas sus letras: ¡revolucionarias! sobre el matrimonio, las uniones de hecho afectivas, la adopción, las técnicas de reproducción humana asistida, la autonomía progresiva de niñas, niños y adolescentes, la responsabilidad parental de los adultos para con los menores bajo su cuidado y la noción positiva de la crianza sin violencia.

Son estos últimos aspectos tras los cuales se escudan los adversarios del Código, que lo han atacado desde muchos ángulos. Se oponen con más o menos estridencia desde la institucionalidad religiosa del país tanto en su segmento católico como de otras denominaciones cristianas. Lo objetan creyentes o no; e incluso, militantes de la izquierda revolucionaria demasiado anclados en una visión patriarcal de la familia, temerosos de perder un espacio social como si la vida en sociedad fuera cosa de parcelas.

Paradójicamente, han elevado su voz condenatoria del referendo como mecanismo de legitimación desde la socialdemocracia, quienes, tras clamar reiteradamente por más testimonios de participación ciudadana para Cuba, ahora quedaron al desnudo en su inconsistencia al oponerse a que las autoridades optaran por esta vía de democracia directa.

¿Y lo odiadores de siempre? ¿La contrarrevolución? Por supuesto que están en contra. Ellos nunca estarán de acuerdo con absolutamente nada, de lo que haga o proponga el poder revolucionario cubano. Así que no sorprenden demasiado sus intentos de simplificar y eventualmente tergiversar el contenido de la propuesta legislativa.

En cambio, sí debiera preocuparnos y ocuparnos cuanto digan y hagan a habidas cuentas de su capacidad para esparcir mensajes tóxicos en las plataformas digitales que hoy son el principal espacio por el cual muchos de los votantes indecisos conocen sobre la realidad del país y se forman una opinión al respecto.

En este contexto, el mensaje del primer secretario del Comité Central del Partido y presidente de la República, Miguel Díaz-Canel fue clarísimo ante el Parlamento y lo ha seguido siendo desde sus perfiles en las redes sociales digitales. Por un lado, enumerando explícitamente la valía del contenido del Código; por otro, intensificando su activismo directo y cotidiano por el Sí. Es el momento de la acción, de la proactividad en el empeño por su aprobación.

Los resultados de la consulta no deben conducir a la creencia de que está asegurada la victoria del Sí cuando concluya el conteo de las boletas dentro de un par de meses. No hay que ser Nostradamus para anticipar que de aquí al 25 de septiembre podremos esperar una movilización del bando del No. Baste lo visto durante el debate de la Constitución para saberlo.

Vienen a por todas: desde la militancia activa o la pasiva, con la indicación velada o eventualmente la orientación directa a sus partidarios que intentarán poner los maderos en las ruedas del carro.

Este Código de las Familias merece defenderse y aprobarse no tanto porque “está de moda” o porque “es lo que otros países han hecho”, simple y llanamente porque es justo. No porque imponga los intereses de minorías sobre las mayorías, sino porque hace los derechos plenos, de lo contrario no son derechos. No te impone un tipo concreto de familia, apenas te dice que la del otro es tan válida como la tuya.
Si no eres capaz de entender eso, el problema no es del Código, deberás encontrarlo en otro lugar. No te dice que seas tolerante, porque serlo implica una comprensión sesgada de las dinámicas familiares que parte de la dicotomía perniciosa de lo “normal” y lo “anormal”.

Este proyecto del Código de las Familias merece el Sí porque pretende darle al afecto el lugar que debe como amalgama que hace rato es dentro del tejido familiar diverso que tenemos en la Cuba de la tercera década del siglo XXI.

Escribir un comentario

Este sitio se reserva el derecho de la publicación de los comentarios. No se harán visibles aquellos que sean denigrantes, ofensivos, difamatorios, que estén fuera de contexto o atenten contra la dignidad de una persona o grupo social. Recomendamos brevedad en sus planteamientos.

Código de seguridad
Refescar