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indisciplinas socialesPuerto Padre, Las Tunas.- Las indisciplinas sociales presentes en nuestros barrios es un mal que corroe de manera silenciosa, pero insistente, la esencia fundamental de nuestros principios.

Tal problemática se torna más alarmante al constatar el actuar impune de los autores de esas conductas en las comunidades.

La falsa creencia de que estos desórdenes sociales son la tabla de salvación a la hora de resolver problemas acuciantes de la vida familiar cubana, limita el enfrentamiento abierto a estos fenómenos.

No obstante, para conseguir revertir estas actitudes es necesario adentrarnos en las causas del asunto para evaluar con mirada despojada de esquematismos, el porqué las personas justifican la convivencia con las ilegalidades.

El Período Especial provocó grietas en las familias que vivieron una realidad sin apenas alternativas económicas enfrentando reglas de mercado y modos de satisfacción desconocidos hasta entonces.

De esta forma comenzaron a desarrollarse tendencias que cambiaron el contenido de valores como la honradez, la responsabilidad, la laboriosidad, la honestidad, entre otros, a la vez que su interpretación varió a tono con actuaciones asumidas para satisfacer intereses individuales.

En ese contexto proliferó la pérdida de perspectiva ante la vida y la desmotivación hacia el trabajo y el estudio, al encontrar medios de consumo desligados del trabajo.

Hoy la sociedad cubana encara las secuelas de un Período Especial que laceró de manera evidente las simientes ideológicas de nuestro sistema y nos obligó a convivir entre actitudes negativas que se hacen comunes en la cotidianidad.

Esta circunstancia convierte al delito y las indisciplinas sociales en la mayor problemática contendiente con la pérdida de valores éticos y morales indispensables en cualquier medio social.

La apatía y la indiferencia que observamos en la mayoría a la hora de buscarse problemas y enfrentar enérgicamente lo mal hecho es incompatible con las raíces rebeldes de nuestro pueblo.

Entender que esta es una batalla en la que todos tenemos implicación es tarea pendiente en nuestra sociedad. En la medida en que seamos capaces de exigir nuestros derechos e interioricemos que nadie tiene la facultad legal de acaparar para luego especular con nuestros propios recursos, estaremos poniendo punto final en nuestros barrios al delito y a las ilegalidades.