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gaslicuado

Las Tunas.- "La vida nos ha probado muchas veces que las decisiones improcedentes, y los errores derivados de ellas pueden ser corregidos oportunamente si se mantiene el oído pegado a la tierra, que en esta época puede significar la atención pegada al latido del pueblo, sea de manera virtual o presencial". Palabras de Miguel Díaz-Canel Bermúdez, presidente de la República de Cuba, en la clausura del VI Período Ordinario de Sesiones de la Asamblea Nacional del Poder Popular, 17 de diciembre del 2020.

Cuando en la mañana del sábado 13 de febrero llegué al punto de venta de gas licuado 6, en el reparto La Victoria, ya sumaban varias las "balitas" dispuestas una detrás de otra. La mía hizo el 30 en la cola. "Con esa ubicación no demoro mucho en comprar", pensé.
A la hora exacta el ayudante Yoan Urquiza -al frente de la unidad ese día por encontrarse su jefe estudiando en la Universidad- abre la puerta de entrada al establecimiento. "Pasen ocho", dice en un tono pausado; la misma cantidad de los depósitos llenos en existencia. Como los sábados nada más se despacha hasta las 11:00 am y al no estar el producto, la incertidumbre se adueñó de los presentes.
"Hay que averiguar si van a traer o no 'balitas' para saber a qué atenernos", sugirió alguien y así se hizo. Minutos después Yoan respondió de una manera positiva. Lo que no sabíamos era que la distribución del producto por las unidades de la ciudad se hacía en una rastra de gran porte y que la nuestra, a juzgar por la hora de llegada: 10:45 am (por mi reloj), si no fue la última del itinerario, estuvo entre las que más demoró en arribar a su destino.
Pese al poco tiempo disponible no perdimos la esperanza de regresar a casa con el combustible doméstico, máxime cuando la operación de descargar más de 300 balitas y montar otras tantas vacías fue rápida (a lo sumo 25 minutos), gracias a la participación voluntaria de varios de los hombres que esperaban por la mercancía.
Luego de concluida la dura faena y al ver que los minutos seguían corriendo y no había señal de comenzar la venta, pedí permiso y tras la identificación correspondiente intercambié con Yoan sobre el asunto que mantenía impacientes a quienes aguardaban por el reinicio del despacho, tras varias horas de incómoda espera.
Explicó que él tenía la mejor disposición de proseguir el expendio, pero de hacerlo violaría la indicación emitida por la empresa de atender a los clientes hasta las 11:00 de la mañana, y así disponer de una hora para el cuadre de la recaudación -en el caso que nos ocupa el importe de la venta de ocho recipientes.
Traté de persuadirlo con el propósito de que llamara a sus superiores y les pidiera permiso para continuar. En la fila había personas con difíciles situaciones familiares, personal de Salud y otros que solo poseen el fogón de balón para la cocción de los alimentos. "Espere que llegue el jefe, ya está por venir y si lo autoriza, yo los atiendo", respondió.
Efectivamente, alrededor de las 12:00 del día hizo su entrada Rolando González Labrada, jefe de Grupo de Gas Licuado en Las Tunas, quien alude que no proseguiría la comercialización del carburante, porque el dinero tiene una hora fija para depositarlo en la caja fuerte, la cual no puede estar abriéndose y cerrándose. Por supuesto que tal argumento sonó poco creíble a oídos de muchos de los presentes, porque razonamos que con un poquito de voluntad y las coordinaciones pertinentes, aquella cola pudo tener un final feliz.
Tanto más si el propio Yoan admite que en los 45 minutos transcurridos desde que se descargó la rastra hasta que Rolando partió con el dinero, él y el otro ayudante hubiesen logrado facturar todas o buena parte de las 45 "balitas" en turno para ser cambiadas por llenas.
Con estas observaciones no pretendo, en modo alguno, cuestionar el sistema de trabajo de la referida entidad para controlar y poner a buen resguardo los recursos que están en sus manos. Mi parecer es que, por más estrictas que sean las disposiciones, debe existir la posibilidad de adaptarlas a las diversas circunstancias o necesidades. En otras palabras, abrirle la caja fuerte a la flexibilidad.