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Coronavirus Covid

Las Tunas.- Suena el teléfono y Ramón llega en un dos por tres hasta el lugar donde nace el tono, que muchas veces, como ahora, le hace sobresaltar. La vibración de su móvil le ayuda a incorporarse. Responde y la voz más allá de su espacio le devuelve la paz: “Robert dio negativo”. ¡Gracias a Dios!, se dice hasta los tuétanos y la tensión en su cuerpo comienza a escaparse.

El chat colectivo devuelve de golpe la tranquilidad de todo un colectivo laboral. Hay quienes bromean por primera vez y otros ni siquiera se atreven a comentar y siguen pidiendo por lo bajo “que no sea nada”. El alivio regresa a los hogares en donde conviven niños, personas vulnerables y también retoños que ya vislumbran dentro de algunos vientres. Elena no sabe cómo, pero pierde en el mismo instante el dolor que por varios días le castigó los huesos.

En el último año la vida de muchos tuneros se ha eclipsado con matices similares, algunos, incluso, mucho más oscuros cuando el resultado de un PCR se torna positivo y en lo adelante el pánico requiere de más de 15 días y la incertidumbre por los familiares lacera el cuerpo con la misma agudeza que cualquier enfermedad.

Será difícil olvidarlo…, la “suerte” de un extranjero puso el coronavirus por vez primera en Las Tunas y desde entonces el rostro del doctor Durán se volvió familiar y el italiano coterráneo. Seguimos desde casa la recuperación de toda su familia, indagamos nombres, historias, nos ha oprimido la muerte, cercanas o lejanas; macabramente recontamos los días en los que tuvimos contacto con algún contagiado, en algún momento todos hemos tenido miedo…

Aun cuando la provincia ha navegado con estabilidad en las aguas convulsas de la Covid-19 en Cuba, muchísimos recursos se han destinado a enfrentar la pandemia. Han nacido centros de aislamiento en universidades, campismos, instalaciones recreativas y los abastecimientos, en medio de tensiones económicas, han estado supeditados a la necesidad más apremiante.

El personal de Salud ha conocido la responsabilidad y los “demonios” de la línea roja, el aislamiento, la separación hasta de los hijos. Algunos, incluso, fuera del país. La pandemia para muchos ha sido el trabajo diario, desde médicos, enfermeros, laboratoristas, estudiantes. Universitarios tuneros han pisado predios similares por solidaridad.

El panorama no solo ha obligado a cubrirse el rostro, trastocó cada espacio, rutina, hasta las metas personales. Muchos hijos de esta provincia, sean cuales sean sus demandas, continúan varados a mitad del mundo sin poder regresar a casa. Hay mucha gente añorando abrazos. Más triste aún, hay familias que ya no volverán a estar juntas…

A estas alturas, cuando el tiempo obliga a hacer un recuento de los días pasados, a rememorar cómo muchos tuvimos que terminar de enseñar a leer y escribir a nuestros hijos en casa, quedamos a merced de módulos alimentarios o nos adaptamos a hacer compras una vez al mes, duele cada aumento en las cifras de contagiados, la irresponsabilidad de los que siguen anclados en las colas no precisamente por necesidad, los que no tienen percepción del riesgo y juegan, lamentablemente, también con nuestra seguridad.

Misleidys fue la portadora de la mejor noticia de marzo para una veintena de personas en cierto colectivo laboral, muy cercano. Hubo alegría. Pero a la mañana, cuando Durán anunció 19 contagiados a la vuelta de la esquina, la tranquilidad otra vez voló lejos. Definitivamente, estos no son tiempos para andar confiados.

 

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