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Las Tunas.- Según el más reciente informe de Naciones Unidas sobre el consumo de drogas a nivel mundial, se ha incrementado su uso de manera alarmante. Más de 271 millones de personas lo hicieron en el año 2019, mientras que unas mil 976 toneladas de esas sustancias fueron ingeridas. Así lo informó Juan Antonio Quintanilla Román, director de Organismos Internacionales del Ministerio de Relaciones Exteriores, al intervenir recientemente en el espacio de la Mesa Redonda.

Cuba, a pesar de mantener una política de Tolerancia Cero ante este flagelo, no escapa de su efecto y por ello se toman las medidas necesarias para enfrentarlo. En tal sentido, el sector de la Educación es clave, pues ya sea desde la actividad curricular como desde lo extracurricular se da tratamiento a esta y otras temáticas de gran importancia para la formación de las nuevas generaciones. Así lo aseveró a 26 Digital Magloiris Turruelles López, metodóloga de la Dirección Provincial de Educación.

“Para nosotros es una condición básica que el trabajo preventivo atraviese todos los procesos que se desarrollan en una institución educativa, desde el matutino hasta la despedida del estudiante en la tarde. Se concreta en la atención a las vulnerabilidades, que detectamos como resultado del diagnóstico realizado por el maestro, el cual facilita el desarrollo de acciones posteriores hacia esos estudiantes y sus familias”, explica.

“La Resolución 111 del 2017 del Ministerio de Educación les propicia a todas las estructuras, desde la provincia hasta la escuela (esta última eslabón fundamental donde se concreta el proceso), los procedimientos para el diseño, ejecución y control del trabajo preventivo en cada nivel de enseñanza. Siempre parte del diagnóstico, no solo de situaciones desfavorables, sino también de las potencialidades de los niños y jóvenes para determinadas actividades. A partir de él se traza un plan educativo y luego se le da seguimiento y control”.

La metodóloga enfatiza en la relevancia de mantener un vínculo estrecho con la familia. “No podemos trabajar con una generación si no contamos con el respaldo y la influencia positiva del hogar. Eso hoy es un reto debido a que existen tutores que delegan en los docentes toda la responsabilidad de formar valores.

“Tenemos como sistema de trabajo la realización mensual de las escuelas de educación familiar. Cada municipio y plantel de conjunto con el Consejo de Padres jerarquiza los tópicos que necesitan abordar con las familias. Este curso tuvimos la experiencia de que en todos los colegios se trabajó junto a la Federación de Mujeres Cubanas la importancia de la comunicación entre escuela-familia, familia-hijo y maestro- estudiante. Todo ello con el propósito de fortalecer la atención a diferentes casos, como el consumo de sustancias tóxicas, el irrespeto a las normas de conducta, las indisciplinas sociales, el embarazo en la adolescencia, las ITS, entre otros asuntos”.

Estas preparaciones son parte vital del proceso docente educativo, pues se convierten en un espacio en el que todos los meses los profesores tienen la oportunidad de dialogar con los padres, sobre cuestiones que preocupan a la escuela o a la propia familia.

“El tema del consumo de sustancias lo trabajamos sin tabúes. En décadas anteriores no se hacía de esa manera, pero ya hoy les hablamos con claridad a los adolescentes de los peligros del consumo de sustancias tóxicas, entre ellas, las llamadas drogas duras. Recientemente, por ejemplo, se realizó una preparación a los dirigentes de la Federación de Estudiantes de la Enseñanza Media en la provincia sobre esta temática, como apoyo a su Proyecto No Seas Uno Más, encaminado a prevenir a los integrantes de esa organización sobre el consumo de estupefacientes.

“Cada mes de noviembre realizamos también el Ejercicio Nacional Estratégico de Prevención, en el que evaluamos los diferentes niveles educativos; el tratamiento al tema por vía curricular y extradocente; qué contenidos se abordan; la capacitación de directivos, profesores y familias; cuáles deficiencias se perciben en estos procesos; y el trabajo multifactorial, con el objetivo de vincular colegio-familia-comunidad, con el diagnóstico de los factores de riesgo”, concluyó Turruelles López.

El consumo de sustancias tóxicas entre los adolescentes puede ir desde la experimentación a trastornos graves, pero, incluso, el uso experimental los pone en riesgo de problemas a corto plazo, tales como accidentes, peleas, actividad sexual imprudente o no deseada, y a largo plazo como trastornos de la salud mental y bajo rendimiento en la escuela.