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Tdah

Las Tunas.- Las tormentas de Brianna se asoman desde sus ojos. Tiene un hálito inquieto que nunca la deja reposar, como si en ese mundo de piruetas y carreras no le estuviera permitido perder o descansar ni un momento. Gusta mucho de los niños, arma juegos y dentro de ellos inventa otros, los multiplica en personajes nuevos y actividades muy movidas. No hay nada que disfrute más que la invitación de “al escondido”, luego solo es un mar de carcajadas.

Cuando comenzó a caminar sus padres asumieron la hiperactividad como una etapa pasajera. Después notaron que en días intensos de playa, parque o piscina llegaba al hogar sin la menor muestra de cansancio, exigía actividades físicas como si estuviera empezando la jornada; ante la mínima negación comenzaba una perreta interminable, igual con 5 que con 8 años de edad.

La abuela activó sus alarmas por aquello de que la niña no podía escuchar; en medio de un cuento de princesas o de un chisme de barrio, interrumpía siempre la charla para comenzar ella su propia conversación, en caso de que no lo consiguiera se frustraba, gritaba, lanzaba cosas.

Los primeros años de la escuela fueron de quejas constantes por el comportamiento, pero Brianna aprendía rápido, el brillo de inteligencia era casi tangible. Dominó las operaciones matemáticas enseguida. El problema apareció cuando tuvo que transcribir oraciones o leer textos largos; no lograba hacerlo.

El día que decidieron llevarla con un especialista, a solicitud de la maestra, llegó a la consulta toda remellada porque el día anterior se había lesionado escalando un muro alto de concreto. En segundos exteriorizó su carisma y fue espontánea, ruidosa y activa, con esos truenos escondidos tras los ojos. Un mes después fue diagnosticada con Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH).

Doctora Madley psiquiatra Las TunasComo las tormentas de Brianna, otros tantos niños tuneros llevan sus peculiaridades hasta la doctora Madley Parra García, jefa del servicio de Psiquiatría Infantil en el hospital pediátrico Mártires de Las Tunas y quien asume esta condición con mucho optimismo y gusta de hacer más énfasis en las potencialidades infinitas de cada cuerpecito que se yergue ante su buró que en los dilemas que arrastra.

“El TDAH es uno de los trastornos del neurodesarrollo más frecuentes de la niñez. Habitualmente su diagnóstico se realiza en los primeros años y dura toda la vida. Yo suelo decir que estos pequeños siempre tienen el motor encendido, no pueden estar quietos, son muy ruidosos, conversadores y se resisten a las actividades que requieren esfuerzo mental mantenido -enfatiza la doctora.

“Presentan comportamientos típicos, son muy hiperactivos, su actividad motriz es excesiva, prefieren los juegos que involucran actividades físicas, corren, trepan, saltan y si se entretienen con algún muñequito o película frente al televisor o la computadora generalmente se levantan, interactúan, mueven manos y pies, no suelen estar tranquilos por largos períodos de tiempo.

“Un rasgo muy típico es la impulsividad. Se entrometen en asuntos de otros, no saben aguardar su turno para decir lo que piensan, para agarrar un juguete; si alguien está hablando dan sus criterios en cuanto lo estimen. A veces parece que no les está permitido esperar.

“Y ahí vienen las pataletas cuando no se hace lo que ellos desean. Aclaro que un niño de 2 o 3 años puede tener este comportamiento y es normal, pero con el trascurso del tiempo debe asimilar que dar perretas no es lo correcto, tiene que asumir otras conductas. En el caso del TDAH no están preparados para esta evolución, no es malcriadez.

“Otra cuestión que trae aparejado es la baja autoestima que puede acompañarlos eternamente si no se logra un manejo adecuado por parte de la familia y la escuela. Como no pueden leer fluido o rápido, o se demoran en escribir suelen expresar ‘yo no sé, no puedo hacerlo, no soy inteligente, no soy bueno’, y esos pensamientos que a veces refuerzan los adultos los laceran”.

¿CUÁNDO PEDIR AYUDA?

La galena abunda que generalmente en el segundo o tercer año de vida los padres pueden notar el patrón de comportamiento del TDAH. Sus hijos son más difíciles que los otros en el sentido de que no descansan, se caen y lastiman mucho, las pataletas son seguidas y las crisis más grandes. Suelen ensuciarse bastante y como se portan mal, pues se corrigen mucho, lo mismo física, que verbalmente.

“Ellos se resisten demasiado al sueño diurno, al límite de que varias familias se dan por vencidas. A la hora de jugar se excitan muchísimo, lo disfrutan y casi siempre mezclan varios juegos porque se aburren muy rápido. Un rasgo está presente perennemente y es la irascibilidad, estos pequeños tienen muy baja tolerancia a la frustración.

“En la escuela suelen presentar problemas para mantenerse concentrados, se paran con frecuencia, dejan de atender a la maestra si otro habla, si alguien se asoma, si sienten un ruido; se resisten mucho a las actividades escolares. En Matemática les va bien, pero no así en Español o Historia. Por lo general, tienen muy buena capacidad intelectual y aprenden rápido, sin dificultades con la medicación necesaria”.

 hiperactividad

DE LA SOSPECHA AL DIAGNÓSTICO

Esta psicopatía de la infancia se diagnostica por clínica a partir del comportamiento. En la provincia, el servicio de Psiquiatría Infantil se auxilia en el Test de Atención de Crespo, ejercicio dirigido a evaluar el volumen y la concentración de la atención.

La doctora Madley explica que hay formas en las que el TDAH se presenta, según qué tipos de síntomas sean más fuertes en la persona. Cuando predomina la falta de atención: es difícil para el menor organizarse o terminar una tarea, prestar atención a los detalles o seguir instrucciones o conversaciones. Se distrae fácilmente o se olvida de elementos de la rutina diaria.

Si predomina la hiperactividad/impulsividad: se mueve nerviosamente y conversa mucho. Le resulta difícil quedarse sentado, quieto durante largo tiempo. Los más pequeños pueden correr, saltar o trepar constantemente, se sienten inquietos y tienen problemas con la impulsividad; pueden interrumpir mucho a los otros, agarrar cosas que no les pertenecen o hablar en momentos inapropiados. Les es imposible esperar su turno o escuchar instrucciones. Son más propensos a accidentes y lesiones.

También alerta que cuando la presentación es combinada (mixta) los niños poseen síntomas de los dos tipos anteriores.

“Para hacer un diagnóstico tiene que estar presente la triada: hiperactividad, distractibilidad o desatención e impulsividad. Es bueno aclarar que de los 8 a los 9 años los síntomas comienzan a aplanarse, por lo general, y los niños empiezan a tener comportamientos más tranquilos, pero esto no quiere decir que deban dejar de medicarse”.hiperactividad niño

MEDICAR, AYUDAR…

Para la especialista, las verdaderas “tormentas” en una familia comienzan cuando son conscientes de que sus hijos poseen algún trastorno del neurodesarrollo, el que sea, y algunos deciden ignorar el diagnóstico para no hacerle frente a una condición de salud que en el caso del TDAH requiere de medicación.

“Acá recetamos un psicoestimulante que le permite al menor estar enfocado. No es un sedante y solo se administra en los días escolares, o sea, para enfrentarse al proceso académico. Hay quienes alegan, ‘pero si mi hijo es inteligente y aprende bien’, ahí le recalco que no está a plenitud de sus capacidades y puede hacerlo mucho más fácil.

“El niño con este trastorno requiere medicamentos para llegar a la adultez mejor preparado y que se inserte con más facilidad. Si no aprende no es porque sea vago o no quiera, su cerebro no se lo permite. En algunos casos también es necesario apoyar con otros fármacos para disminuir la hiperactividad y evitar accidentes.

“Se requiere para su bienestar un tratamiento multimodal, que involucra a la familia, la escuela y los fármacos, esta es la clave del éxito. La complicación más grave que puede traer es el rechazo escolar y posteriormente el trastorno de conducta. Si desde pequeño no copia en clases, no obedece órdenes, daña a otros niños, aprender a desandar, luego será proclive a conductas delictivas y tendrá mayor predisposición al consumo de drogas. De ahí la importancia de un manejo adecuado y oportuno.

“Como institución hoy nos preocupa que los familiares de niños con TDAH se resisten a medicar la condición, abandonan las consultas o acuden solo a buscar las recetas de los fármacos. Esos niños cuando llegan a la adolescencia regresan con trastornos de conductas y es más difícil ayudarlos. Negar una condición de salud no hará que desaparezca, y ayudar es ante todo afrontar las especificidades de las personas que más queremos en el mundo”.