familia libro codigo

Las Tunas.- Ríos de tinta y de opiniones se han derramado aquí, allá y acullá respecto al Código de las Familias que el próximo domingo 25 de septiembre será puesto a disposición del pueblo de Cuba para su ratificación o no en referendo. Hay una paradoja de trasfondo en este asunto, pues se dice que el Derecho llega tarde a legislar u ordenar aquello que ya es parte de la sociedad, tal cual acontece con el texto en cuestión; y, por otro lado, a veces sucede que, como colectividad humana, una norma nos queda “grande” o al menos pareciera que nos falta “mundo” para entenderla.

Justo ahí, está una de las claves para descifrar por qué, en primerísimo lugar, es importante votar, y que ese acto esté fundamentado en la lectura y la opinión del documento; también en la autopercepción de nuestra realidad, de esa que tenemos en el hogar, en nuestras familias y vecindarios y que, en esencia, suele ser más transgresora que la visión particular de cómo es o debiera ser la vida.

Afecto, solidaridad, amor, empatía, unión, sentimientos, inclusión social y familiar, sujeto de derechos, corresponsabilidad, crianza positiva, educación sin violencia, felicidad… y tantísimos otros, son términos y conceptos que se pueden encontrar y respirar en esas páginas suscitadoras de opiniones encontradas.

No obstante, largo, extenuante y polarizante ha sido el debate cuyos reflectores se han centrado en temas como la adopción por parte de parejas del mismo sexo, el matrimonio igualitario, la gestación solidaria y la responsabilidad parental… en ocasiones alejándose de aspectos de primerísima importancia y valor como el tratamiento intencionado a la discriminación y la violencia en el espacio doméstico, el reconocimiento de la multiplicidad de familias y de los derechos de la infancia, la adolescencia, los adultos mayores y personas con discapacidad; así como el reforzamiento del valor económico del trabajo en el hogar y una mirada más empática hacia quienes realizan labores de cuidado.

Por otra parte, el intercambio y la conversación social sostenida alrededor del tópico debe servirnos para tener certeza de la heterogeneidad de nuestra sociedad, en la que cada cual tiene su cosmovisión del mundo y agenciarse el consenso por muy justa que nos parezca la causa continúa siendo un terreno en constante disputa. Nos queda, como país, mucho por ganar en materia de instrucción y educación sexual, en el respeto a las diferencias, cultura del diálogo y reconocimiento de la dignidad humana como el principio y valor primero.

Conviene, además, reflexionar que las leyes regulan “procesos y fenómenos sociales en su dimensión colectiva e individual, pero es materialmente imposible que puedan abarcar y responder a la totalidad de los intereses y expectativas”, de manera que se trata de que confieran protección a la mayoría de los presupuestos.

Como se ha repetido hasta el hartazgo, con el Código no se quitan derechos, sino que se protegen y reconocen los de ciudadanos en desventaja. La legislación abraza lo que cultural y socialmente está ocurriendo en las dinámicas familiares y en la vida de personas que, de manera individual, han buscado y encontrado una existencia más plena.

No falta, en esta oportunidad, como en otras, la visión del proceso desde un prisma político y existe, entre algunos, el criterio de que votar NO o dejar de asistir al referendo es una vía de expresar descontento ante la gestión gubernamental y el difícil momento socioeconómico que vivimos. Nada más equivocado, independientemente del cariz político que tenga o no el proceso y las campañas en contra del SÍ, lo más justo es que, como cubanos y seres humanos, nos detengamos a pensar en el contenido del Código, en los derechos que consagra, en cómo se ejercita en la práctica lo escrito y cuánto esto cambiará, para bien, el destino de mis semejantes.

“¿Está usted de acuerdo con el Código de las Familias?”, será esa la pregunta por responder el 25 de septiembre próximo. Yo votaré: SÍ. ¿Y usted? Si aún no ha leído, lea; interprete y fórmese su propia opinión, libre de juicios preconcebidos. Asegúrese de tener mañana un país mejor; luchar por los derechos de otros, es, también, hacerlo por los nuestros.

Escribir un comentario

Este sitio se reserva el derecho de la publicación de los comentarios. No se harán visibles aquellos que sean denigrantes, ofensivos, difamatorios, que estén fuera de contexto o atenten contra la dignidad de una persona o grupo social. Recomendamos brevedad en sus planteamientos.

Código de seguridad
Refescar