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Civil celebra tomada de Jit 4Las Tunas.- Luego de provocar un swing al aire que significó el out 27 y el tercer título de los Leñadores en series nacionales, la gloria capturó a Alberto Pablo Civil. Si en la segunda corona de Las Tunas emuló la imagen de Yoalkis Cruz, quien de rodillas ante el mundo inscribió por primera vez a la provincia en el mapa béisbolero, en esta oportunidad el guante voló por lo alto y los brazos abrieron paso a las emociones. Sin embargo, ningún lente pudo captar el más puro sentir del cerrador en esos segundos que detienen el tiempo, pues solo habitaba en su mente.

Con el consuelo de sentirse acompañado, además de alcanzar la ocasión soñada para rendirle tributo, Civil reconoció que “en esos instantes pasaron muchas personas por mi mente, pero pensé en alguien especial, mi tía Alina, a quien perdí hace poco. Fue muy importante en mi crianza, por eso esta victoria va a su nombre, donde quiera que esté”.

En una amalgama de percepciones transcurrió la temporada para el puertopadrense, cuando el 12 de marzo del 2024 se convirtió en el relevista con más juegos salvados en el territorio, al superar los 55 de José Miguel Báez. Para un “tirador” acostumbrado a apariciones en extremo complejas, los obstáculos del calendario le añadieron un mayor atractivo.

“Un campeonato de ensueño. Repetir la corona es uno de los sucesos más bonitos que me han pasado en la vida. Una campaña que comencé de forma inestable, luego me recuperé un poco, pero volví a estar por debajo en el cierre de la clasificatoria. Sin embargo, llegué en muy buena forma a los play off, no me pudieron hacer carreras limpias y lo más importante: ¡Las Tunas campeón!”.

La decimotercera participación en la máxima cita del pasatiempo criollo también le deparó al villazulino el descubrir algunas primeras veces. La más importante de todas, llevar al pecho la medalla dorada en frente de aquellos que retan al sol, la lluvia y los problemas cotidianos para dotar al estadio del calor hogareño. En el coloso de la avenida Frank País, el serpentinero corrió con el premio de desatar la avalancha verdirroja que, tal vez, solo es posible de describir con un grito eufórico, muy cubano, espontáneo, humano.

“Me ericé completo, hacía tiempo estábamos pidiendo terminar acá, en casa, para disfrutar junto al pueblo; por suerte, sucedió. A esos aficionados decirles que este triunfo también es de ellos porque se mantuvieron apoyándonos en los diferentes momentos: malos y buenos”.

Apenas una gesta como la protagonizada por el equipo del Balcón de Oriente, con par de trofeos de forma sucesiva, resulta capaz de romper con la tranquilidad de Civil. El andar sosegado y las enseñanzas de los años le han trazado el norte hasta convertirlo en el seguro de vida durante las postrimerías de los enfrentamientos, pese a carecer de las herramientas comunes para dominar en dichas instancias.

“Esa calma la aprendí de varios lanzadores de calidad y experiencia en el país. El juego no empieza hasta que el pitcher suelta la pelota, por lo que uno debe mantenerse sereno para evitar la desesperación”.

El quehacer de los deportistas ofrece escasas pausas, de ahí los deseos del ya histórico número 23 por “compartir la alegría de la corona con la afición y la familia”. En tanto, en un bosquejo rápido de pensamientos, emergen nuevas metas, las cuales proporcionan el impulso para comenzar de cero en el siguiente certamen: “Aunque prácticamente lo he ganado todo en mi carrera, quisiera aspirar a los 100 salvados”.