Las Tunas.- María Esther Fernández Salazar es una joven que, desde el vientre de su madre, heredó el amor por la Radio. Aún no sabía caminar, pero ya recorría en brazos de sus padres los pasillos de este medio como una prolongación de su casa.
Así creció, entre la pasión por las voces y ondas sonoras; la misma que, tiempo después la puso frente a los micrófonos. Empezó desde niña en programas infantiles como locutora, donde su voz, junto con la de actrices del cuerpo dramático del medio, Elizabeth Borrero y Adelaida Villavicencio, llenaron el espacio de Campanita de colores.
Sus años de aprendizaje no solo estuvieron acompañados de las grandes enseñanzas de su madre, sino que contó con el apoyo de Carlos Alberto Montero, realizador de sonido en Siempre juventud, y de Laraine Ortiz Curbeira, encargada del trabajo con los niños y quien le compartió todas las técnicas de locución que conoce.
En un momento de su carrera, la joven decidió alejarse del mundo radiofónico e ir en busca de otros caminos, pero la Radio ya formaba parte de su esencia y no importaba cuánto caminara lejos, terminaría de regreso al que siempre fue su hogar.
En su retorno participó en programas juveniles y musicales como Añorado encuentro, al que guarda con cariño en su memoria por el tono romántico y poético que tanto disfrutó realizar.
Hace apenas un año asumió un nuevo reto: la dirección de programas. Un desafío que la apasiona y la llevó a tomar las riendas de En casa. Herencia familiar que describe como una bendición.
"Tengo la suerte y la dicha de que En casa, el programa que dirigió mi mamá por mucho tiempo, ahora esté bajo la protección de mis alas. Es el proyecto con el que más me siento conectada y por el que todos los días trabajo. Siempre estoy pendiente de los temas que le interesan a la familia cubana para traerlos a la emisora y lograr una revista de variedades completa.
"Conducir En casa es una tarea que enfrento llena de orgullo y con ayuda de mi colectivo, dado que es un compromiso continuar el programa, pero también demostrar que puedo impregnar mi sello".
Nos confiesa que su mayor logro, más que un programa o un premio en específico, es sentir validada su profesión. Obtener el reconocimiento que demuestra que está en el camino correcto y el cual labró por mérito propio.
Para unos la Radio es solo un medio, para María Esther es un espacio donde sueñas una idea y logras hacerla realidad; una casa para reencontrarte con tus padres y llevar a tus hijos; un lugar donde las palabras cobran vida y te hacen vibrar con cada sonido.
Es un motor que no deja de andar, pero para ello necesita personas que quieran mantener su legado, preservarlo en una actualidad tecnológica y dedicarle horas de amor, pues él siempre es agradecido e inmediato.