Las Tunas.- Esta semana culminó otra edición de la Jornada Cucalambeana, que reunió -entre el 28 de junio y el 2 de julio- a artistas, intelectuales y cultores de tradiciones de varias provincias cubanas y países como México, Costa Rica y Colombia.
Como es costumbre, nos acompañaron relevantes figuras al estilo de Marisol Guillama, María Victoria Rodríguez, José Antonio Iznaga (El Jilguerito), Sindy Manuel Torres y varios premios Cucalambé. También prestigió la cita el ministro de Cultura, Alpidio Alonso, quien compartió espacios como el XXIV Coloquio Iberoamericano de la Décima y el Verso Improvisado, y reconoció la valía de la Fiesta Suprema del Campesinado Cubano, llamándola imprescindible.
Asimismo, asistió por primera vez al jolgorio la Escuela de Trova de Colombia, que robó corazones con sus versos y tuvo participación en diferentes momentos. Igualmente resaltó entre los invitados la Danza Isleña de Pozas, del municipio espirituano de Cabaiguán, que deleitó al auditorio con su lirismo al bailar y el arraigo con que defiende el legado canario.
PROGRAMA ADENTRO
Un variado programa matizó el evento en esta ocasión. Propuestas de calidad enaltecieron la agenda, que estuvo dedicada al aniversario 196 del natalicio de Juan Cristóbal Nápoles Fajardo (El Cucalambé), al 70 de la Controversia del Siglo, al centenario del grupo portador de tradiciones Petit Dancé y a la cultura canaria.
En las dos primeras fechas del encuentro, las actividades se concentraron en los predios de El Cornito, hacienda donde vivió el autor de Rumores del Hórmigo. Allí, áreas como el Bohío campesino, Las canturías, el patio central, la Feria de artesanía, Cantos de colibrí y el Catauro de la décima mostraron una variedad de talentos que nos hizo sentir orgullo.
El 30 de junio y el primero de julio, por su parte, las acciones se esparcieron en el centro de la ciudad, con invitaciones de lujo como la inauguración de los salones nacionales de Paisaje, Décima Ilustrada y Artesanía Popular, varias exposiciones personales, propuestas artísticas en las comunidades (llegaron hasta el municipio de Majibacoa), la honra desde la calle Cucalambé y galas nocturnas en el teatro Tunas.
Mientras, el Coloquio se reafirmó como el espacio teórico medular del festejo, con ponencias valiosas en torno a la estrofa nacional, la cultura canaria y otros tópicos, además de la presencia de figuras como Fidel Orta, hijo de Jesús Orta Ruiz (Indio Naborí).
CONCURSOS Y LAUROS
El Guateque Mayor de Cuba a lo largo de su historia ha acogido la realización y premiación de varios certámenes; entre los más descollantes figura el Premio Cucalambé, de décima escrita. Esta vez el lauro se quedó en casa, lo que corrobora la tradición literaria de nuestra tierra.
Miguel Mariano Piñero, del municipio de Colombia, conquistó el ansiado galardón con su cuaderno Delirios insulares. Es la segunda vez que este escritor vence en la justa, pues ya lo había hecho en el 2014 con su libro (In)mutaciones del solitario.
El jurado, formado por Argel Fernández Granado (Las Tunas), Agustín Serrano (Holguín) y Diusmel Machado (Camagüey), luego de analizar los 16 poemarios en competencia, decidió otorgar una mención al agramontino Domingo Peña, por Miré los muros de la Patria mía.
En el Concurso Nacional de Repentismo Justo Vega, por su parte, se alzó como ganador Geordanis Romaguera, de Matanzas. No es la primera vez que el hijo de la Atenas de Cuba se sube a este podio, pues ha vencido en varias ocasiones y ahora lo hizo entre ocho competidores en total, provenientes de Ciego de Ávila, Villa Clara, La Habana, Mayabeque y Artemisa.
Además, Brayan Alejandro Iglesias, de Mayabeque, conquistó el Premio de la Popularidad y varios contendientes merecieron galardones colaterales. El jurado estuvo integrado por Juan Carlos García Guridi, Luis Mariano Estrada (Lewis) y Nelson Lima Chaviano, todos amplios conocedores de la estrofa nacional.
En cuanto a la lid de glosa Canto Alrededor del Punto, triunfó el camagüeyano con raíces tuneras Oreste Ramón Fuentes Martínez con la obra De Macondo, un dios y el inventario. Por su parte, en el Concurso de Tonadas Carlos Escalona in memoriam resultó vencedora la avileña Amanda Beatriz Ortega Rodríguez, quien asistió por primera vez. Al tiempo que Camila, de 16 años de edad y proveniente de “Amancio”, resultó la Flor de Birama.
SIN EMBARGO...
La Jornada Cucalambeana se reafirmó como la magna cita de las tradiciones campesinas en Cuba; que se mantenga por más de 50 años es su principal fortaleza. Estamos conscientes de que organizar un encuentro de esta envergadura en las actuales circunstancias económicas es una tarea titánica. Sin embargo, siempre desde la ética y la justeza que defiende, 26 no puede callar ciertos lunares en pos de que (esperamos) en próximos capítulos no se repitan.
Hay que partir de reconocer, desde el dolor que nos causa admitirlo, que esta ha sido una de las ediciones más desorganizadas de los últimos años. A pesar de que se intencionó que la apertura del convite fuera en el lugar donde vivió el mayor poeta bucólico del siglo XIX cubano, no debió dejar de realizarse el desfile inaugural, escena digna de cualquier evento de gran trascendencia como este. Es una actividad que ayuda a afianzar su arraigo y le aporta sentido de pueblo.
Aunque no fueron pocas las invitaciones de altos quilates, un porciento significativo se atrasó en demasía, lo que atentó contra su feliz desenlace y generó sinsabores en artistas y público. Para más desajuste nos encontramos a varios creadores que no tenían siquiera un programa (ni impreso ni digital) para guiarse. Se hallaban desorientados e, incluso, no siempre se enteraban de cambios de última hora.
De igual manera, el “Justo Vega”, al decir de conocedores en la materia, podría revitalizarse con la participación de otros talentos que existen en el país, para elevar su calidad competitiva.
La logística, en general, mostró varios escollos. Aunque hubo quienes tuvieron la suerte de ser ubicados en un hotel, otros como el grupo Rumores del Yáquimo, de “Amancio”, solo dispuso para su hospedaje de colchones y una litera; ni los avituallamientos necesarios. Alguien pudiera aludir que se trata de “jerarquías culturales”. Sin embargo, todos los protagonistas deben ser tratados con igual respeto. No olvidemos, por ejemplo, que el Movimiento de Artistas Aficionados siempre ha sido y seguirá siendo el alma de este convite.
El transporte fue otro de los talones de Aquiles. En no pocas ocasiones, al decir de participantes encuestados al azar, mostró atrasos e incongruencias. Y la población apenas tuvo opciones para disfrutar de la Cucalambeana. La corriente también hizo de las suyas, cuando se supone que en una jornada así las presentaciones estén garantizadas previamente o se organiza todo contemplando ese factor.
Por ello, no nos cansaremos de decir que esta fiesta guajira no compete solo a Cultura. Prácticamente todos los organismos deberían estar convocados a colaborar, dirigidos por las máximas autoridades políticas y gubernamentales de la provincia, pues estamos hablando del suceso cultural que nos identifica como localidad dentro y fuera de la Isla. Una marca de nacimiento, un legado por cuidar.
El Cornito debería reanimarse de una vez y por todas. Los actuales esfuerzos insuflan esperanza al respecto. Si las cabañas estuvieran en óptimas condiciones, por ejemplo, eso garantizaría que la mayoría de los artistas confluyeran allí, ahorrando recursos como transportación y otros. En esos lares, a los pocos tuneros que pudieron llegar esta vez les esperaba mucho arte, pero escasas ofertas alimenticias, lo que rompía los planes de cualquier familia.
La comunicación al interno de las instituciones, a nuestro juicio, tampoco fluyó en su total coherencia, pues ni siquiera en ese paraje campestre se sabía que la emisora provincial Radio Victoria grabaría en vivo su programa Alborada guajira.
Como resultado, el equipo de realización de este espacio, que entrevistó a varios hacedores, funcionó desde una habitación sin agua, por solo citar un caso. El cuidado de los detalles es muy importante en la concepción de cualquier encuentro. No solo se trata de sillas acomodadas a último minuto.
Se avecina el bicentenario de El Cucalambé. Es hora de revisar con la mano en el pecho estos y otros asuntos, involucrar a todos los sectores de la sociedad, reanimar espacios como los juegos tradicionales, que cada vez tienen menos presencia. En fin, apoyar en toda la dimensión de la palabra.
La Jornada Cucalambeana no solo es un evento, es parte imprescindible de nuestra identidad.