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Aniuta cooperativista tunera

. Octubre es el mes de la mujer rural, una ocasión para reivindicar sus derechos y visibilizar lo mucho que aportan diariamente. De eso sabe esta cooperativista tunera

Las Tunas.- Una década lleva Aniuta Pino Pérez al frente de la cooperativa de créditos y servicios (CCS) Roberto Caballero, ubicada en la comunidad de Pozo Prieto, en el municipio de Puerto Padre. “Me presentaron el 16 de mayo del 2014 y el 17 tuve mi primera actividad con los campesinos”.

Esos años no han sido todos de gloria, aclara. “Hemos tenido momentos muy duros, pero también buenos. Cuando te enfrentas a una cooperativa, comprendes que cada productor es una empresa, un mundo diferente.

“Siempre trato de darles ánimo. Con frecuencia vivimos una seca enorme, nuestra CCS tiene cultivos varios, pero es más ganadera…, y sin agua resulta muy complejo”.

En su álbum de vivencias positivas, los días de asambleas ocupan sitio de privilegio. “Para mí son inolvidables porque ahí comparto con cada uno”. De los últimos años rescata el paso del Proyecto de Apoyo a la Intercooperación Agropecuaria (Apocoop), que a su llegada en el 2020 presentó una oportunidad de cambio, de avanzar.

Pero no fueron muchos los que creyeron que eso era posible. Aun así, la presidenta no le dio entrada al desaliento y se dedicó a insistir para redactar el documento con las urgencias y sueños de la unidad productora. Y lo logró.

“Este lugar por acá ha estado muy desamparado, por eso a la gente les costaba creer. Yo les decía que confiaran y al fin un día del 2022 llegó lo que pedimos y todo el mundo quedó impactado, principalmente, con los cinco sistemas de riego, pues incluso teniendo una presa cerca nunca habíamos podido explotarla al máximo. No cabíamos de la alegría.

“De igual manera, fueron muy bien recibidas las máquinas forrajeras, más en sequía; la carreta y los molinos de viento, que han sido vitales en el acceso al agua”.

En la CCS, con sus 45 productores, grupo dentro del cual 10 son mujeres, y 78 asociados en total, ya se puede hablar de un impacto de esos recursos con el crecimiento de las producciones en renglones como maíz, yuca y boniato. Todos han visto que Aniuta tenía razón en pedir confianza.

“Cuando llamé a algunos para que me acompañaran a buscar los sistemas de riego, hasta me dijeron que era mentira. Una vez allí, al verlos, fue una cosa bella, sus caras delataban una felicidad inmensa”, relata y no puede evitar la emoción.

“Nunca se me olvida que uno de esos equipos se lo dimos a un agricultor que ya cumplió 80 años y jamás pensó que vería eso. Es que… (lucha, pero el sentimiento le vuelve a ahogar la voz). Tengo muchas fotos regando a su lado, y él todavía mira ese aparato y dice: ‘Qué va, no es creíble, esto solo lo hicieron ustedes’. Eso para mí es una gloria; con ese señor converso mucho, hasta de problemas familiares”.

En ese vivir con intensidad cada ocasión, los talleres de género promovidos por el propio Apocoop y otras instancias la han marcado profundamente. “Aprendí mucho, me impactaron las experiencias de otras mujeres, y tras cada cita compartí lo aprendido en la junta directiva”.

Así, una jornada tras otra, ha ido moldeando sus avales en el cargo y en tal construcción “le agradezco a esas y otras oportunidades cómo hicieron crecer mi liderazgo, mi credibilidad, lo que es vital para una mujer que labora mayoritariamente con hombres. Yo no me siento menos que ellos, lo mismo monto a caballo, en carretón, que acarreo leche. Todos los cambios que he experimentado han sido para bien.

“Antes me preocupaba bastante si estaba desatendiendo mi hogar por hacer este trabajo. A los años comprendí que yo no desatendía nada, pues además de que esa responsabilidad no es solo mía, yo debía compartir mis tareas, los tiempos”. Dice esto en tono relajado, como si se hubiera quitado de encima un saco de arena mojada, y se le ve ligera. Atrás quedaron disímiles presiones.

Aniuta cooperativista tunera 1“No tengo horario para regresar a mi casa, porque si estoy en una asamblea, por ejemplo, no depende de mí cuánto dure. Y en ese sentido, ya nadie me puede decir ‘no vayas, no puedes hacer esto’ o impedirme realizar lo que quiero. Me siento liberada, empoderada, capaz de enfrentarme a cualquier problema. Las labores hogareñas las hago cuando puedo, no hay nada que me obligue a cumplirlas cuando los demás crean que debe ser.

“Tengo mi pareja, pero somos comprensivos con el cargo que cada cual tiene y en casa nos ayudamos mutuamente. Siempre he contado con el apoyo de mi familia, en especial de mi mamá, que nunca necesitó un taller de género para darse su lugar. Busco la manera de pasar tiempo con ella, con mi papá, mi único hijo y mis dos nietos. He logrado que me entiendan”.

Esa comprensión de quién es o de sus potencialidades la lleva a mirar con inquietud a otras mujeres cercanas, que a su vez la ven a ella desde el asombro. “Han llevado su vida alrededor del hombre y no trabajan. Las miro y quisiera cambiar su realidad, pero sé que es complejo. Mis productoras sí han recibido talleres y son muy fuertes, dispuestas”.

Al inicio de tomar las riendas de la cooperativa, Aniuta se sintió desprotegida. Muchas veces pensó que no podía con aquello. “Poco a poco esas sensaciones de derrota fueron quedando atrás, empecé a visitar a mis campesinos que es lo que más hago, nunca estoy en la oficina porque me gusta caminar, recorrer el campo, conversar con ellos... Hoy me siento satisfecha y feliz de estar donde estoy. Desempeño mi función con alegría, con ánimo, a pesar de esta época tan difícil”.

En el momento de nuestra entrevista, la presidenta andaba en trajines de completar las piezas del motor del tractor de uso colectivo de la cooperativa; mientras lamentaba los dos meses (agosto y septiembre) de impago a sus productores por la entrega de leche, aun cuando suman más de mil 500 litros por encima del plan. “Y no han dejado de aportar, ellos saben que son los niños el principal destinatario”. Lo dice con orgullo, pero sabe que su gente vive de esas labores, así que tocará seguir buscando la solución.

Y allá va, con cientos de nuevos sueños en el morral.