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Salud mental

A propósito del 10 de Octubre, Día Mundial de la Salud Mental, 26 propone claves para cuidar el recurso que nos mantiene en “tierra firme”

Las Tunas.- La calle es un hervidero de gente a las 7:30 am. Parece que todo el mundo va tarde. Una mujer se baja de la acera, de repente abre un paraguas negro gigante y él tiene que echar pie en tierra para no incrustarse contra otra bicicleta. “Señoraaaa”. “So loco”... Zigzaguea, se incorpora. Tres niños con uniformes le obligan a detenerse nuevamente. Sopesa, arranca y puf. El sonido estrepitoso de la goma delantera lo vuelve a derribar. 

Cuarenta y cinco minutos después de las 8:00 am traspasa las puertas del trabajo. El sudor dibuja un par de alas en la espalda de su camisa azul celeste. Unas gotas espesas surcan también los brazos y se le desparraman como un baño frío. Desde el mismo vestíbulo los “inquisidores” lo recriminan, culpan a la juventud y la pereza. “A esta hora ya no hubieras venido, ¿se te pegó la sábana?”. salud mental 2

Roger siente como un retumbar de tambores entre la sien. La última semana está aparcada debajo del nudo de la garganta. Parece que no le quedan energías de correr detrás del arroz para garantizar solo la ración de las niñas, pedir dinero prestado en busca de comprar un paquete de salchichas y dos libras de picadillo, aceptar que su cuñado mande un vaso de aceite, asimilar que los recursos no van a llegar a fin de mes.

La noche anterior estuvo insomne. La niña más pequeña abrió los ojos en cuanto se apagó el ventilador y él tuvo el tiempo exacto del apagón para hacer las cuentas del dinero que faltaba para las meriendas. Estuvo furioso con su título de oro enmarcado en la pared en penumbras, después ansioso y al final desinflado, como si fuera tan menudo que pudiera flotar, casi a la par de los mosquitos. 

Eran las 9:00 am cuando Roger estalló. Lanzó un par de expedientes por los aires y prometió recorrer hasta la última mipyme que aceptara a un letrado, con maestría y bicicleta ponchada, detrás de su mostrador.
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La caza implacable de alimentos, aseo, medicinas; los precios excesivos en detrimento del salario que nunca fue más simbólico, el cansancio acumulado por el sueño roto debido a la falta de electricidad… desbordan el saco que en estos tiempos muchos cubanos llevamos atravesado, a prueba de cordura.

Hablar de salud mental con tantas agresiones externas es uno de los mayores retos que enfrenta la sociedad, sin que se le preste demasiada atención hasta que ya es demasiado tarde. Cómo si fuéramos tan fuertes… Y de repente se hace visible que la gente anda explosiva, que ella no para de hablar, se echa a llorar por cualquier cosa, que él se fajó a golpes en la cola del gas, que están tratando al vecino por intentos suicidas.

Por más que lo parezca no hablo de una quimera, sino de lograr un estado de bienestar espiritual que permita a las personas hacer frente a los momentos de estrés de la vida, desarrollar todas sus habilidades, poder aprender y trabajar adecuadamente y contribuir a la mejora de su comunidad, como establece la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Los expertos alertan que no se trata de la ausencia de sufrimiento o de ciertas emociones displacenteras, como tristeza, angustia o rabia. Tener buena salud mental consiste, en parte, en entender que a veces hay malestar, pero también confianza en los recursos personales. Y que se puede buscar ayuda para enfrentar situaciones difíciles.

Los más entendidos establecen como señales de riesgo: si un estado emocional displacentero deja de ser transitorio y se torna persistente, si se dificulta de manera significativa la funcionalidad diaria, si se alteran los ritmos biológicos como el sueño y el apetito y, sobre todo, si aparecen pensamientos de tendencia suicida.

Este año, la campaña del orbe al respecto se centra en el lema “Trabajo y salud mental, un vínculo fundamental”. Sus miras pretenden promover medidas para garantizar que las faenas laborales no solo eviten riesgos en tal sentido, sino que, además, protejan y apoyen a los trabajadores.

Usted dirá que suena muy bonito, pero en la práctica cuesta mucho mostrarnos ecuánimes. Tiene razón; sin embargo, esa robustez interna es tan vital como la física, ambas están interconectadas. Resulta esencial, por muy oscuras que sean las noches, encontrar los recursos para sabernos a salvo.

En la batalla por la cordura, estudios actuales alertan que dormir bien es crucial, y una dieta equilibrada, aunque las circunstancias de hoy la dificultan tanto, puede mejorar su estado de ánimo y energía. Advierten, asimismo, que el ejercicio físico libera endorfinas y, por tanto, nos hace sentir bien.

Ayuda dedicar tiempo a actividades que disfrutemos y nos relajen, ya sea escuchar música, cuidar plantas, mascotas… desintoxicarse de las pantallas digitales, las redes sociales, la presión social, en fin.

Antes de dejarle cualquier otro consejo, le aseguro que mi salud mental a veces también pende de un hilo muy fino, aun cuando no tenga la valentía de Roger de azotar las hojas al aire. Ser madre es una prueba diaria. Pero muy en lo personal recomiendo ser amables con nosotros mismos, no castigarnos demasiado y cortar cualquier relación que genere estrés, desde la más sagrada hasta la más efímera.

Trabajemos en fortalecernos, anclémonos en tierra firme, para luego poder hacerles frente a los avatares del día a día.