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Las Tunas.- Desde temprano, ese domingo, Yusnavi sintió el peso de las obligaciones de una manera diferente. Estaba en casa, de guardia localizable, pero seguía inconscientemente preparada para salir en cualquier momento. Por eso, pospuso casi todos los deberes hogareños y trató de agilizar los pendientes. Era casi medianoche cuando sonó el teléfono. Quince minutos después iba en camino al hospital Ernesto Guevara.

Con solo tres años de graduada como ingeniera en Electromedicina, atravesados a modo de coraza, respondió ante la notificación de que había un problema con un ventilador mecánico en la unidad de Cuidados Intensivos. Conocía de memoria la programación de estos equipos, pero no contaba con el paciente crítico, a centímetros de ella, completamente vulnerable ante sus acciones.

Me cuenta que fue una experiencia que no se borra del todo. En unos minutos detectó que la cuestión tenía que ver con el sensor del flujo, lo calibró y salió de la sala satisfecha, con las manos húmedas por la tensión, pero ese enfermo no iba a tener dificultades en su respiración asistida. "Ojalá se mejore pronto", se dijo por lo bajo y regresó con su esposo.

La próxima jornada de trabajo llegó al Centro Provincial de Electromedicina recargada. El imperativo de recuperar los equipos de ventilación mecánica se le atravesó en la mente como una meta personal, "porque nadie sabe lo doloroso que resulta estar ahí luchando por la vida y que falte el respaldo de las máquinas".

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                                                                                             UNA PROFESIÓN COMO CREDO

Yusnavi Nápoles Coba tiene 28 años de edad y es especialista B en Electromedicina. Los micrófonos de 26 la encuentran justamente con el rostro escondido detrás de un ventilador mecánico.

"Cuando empecé la carrera no tenía conocimiento del perfil que estaba escogiendo. La Universidad me dotó de las herramientas más necesarias, pero llegar aquí, aterrizar en estos talleres, es muy distinto a lo que me había imaginado.

"Toda la vida escuché hablar del bloqueo económico que somete al país; sin embargo, no entendía el peso verdadero que tiene. Simplemente yo estaba ajena. Cuando comencé a trabajar y adquirí la responsabilidad de mantener vitales los equipamientos médicos, ahí sí se sufre la falta de piezas de repuesto.

"Acá la inventiva es algo común, hay que innovar, encontrar soluciones, porque los pacientes no pueden esperar por nosotros. Pero a veces no se concreta la magia, hacen falta los componentes precisos.

"En los centros hospitalarios los recursos son limitados, los equipos obsoletos y aun así la atención médica no para. Ese compromiso es el que nos mantiene aquí enfrascados en hallar salidas".

Asegura que en su desempeño ha pasado por varios departamentos de la especialidad de Ingeniería Clínica, como Nefrología, en Electrónica Médica y ahora se debate con pasión en Soporte de Vida.

"Hace unos días trajeron al centro dos ventiladores pulmonares de donación que serán destinados al 'Guevara', donde más falta hacen. Cuando los revisamos ninguno funcionaba. Desde entonces no he descansado. Este trabajo tiene algo, cuando te vas a tu casa no desconectas de la responsabilidad que dejas pendiente.

"En el día de ayer hice funcionar el primero, pero el segundo se vuelve más complejo porque el sistema no es compatible con el otro y eso complica más las rutinas, pero no nos vamos a dar por vencidos.

"Ahora intento acceder a su tarjeta y tratar de reprogramarlo. Hay que ponerle también optimismo al proceso, de otra manera una se bloquea y resulta más difícil ver las soluciones. Me imagino que estos procederes de recuperación solo se realizan en Cuba, por lo costosos que resultan los equipos y la poca disponibilidad en los hospitales.

"Nuestro colectivo labora consciente de lo que vale cada aditamento, de lo que ahorramos con las innovaciones, de los pacientes y servicios que se benefician. Con estos incentivos una se motiva".

Mientras me explica el funcionamiento de la máquina que trae entre manos, es visible que la ingeniera no es la muchacha temerosa de los primeros meses. Tres años de adiestramiento pueden multiplicarse.

"Mi estancia en el Departamento de Soporte de Vida es un reto diario. Trabajo con lo más sagrado, el equipo que hace que una persona reciba el oxígeno que necesita cuando no lo puede adquirir por sí sola. Un error sería funesto. Déjame decirte que sigo interesada y pendiente de las máquinas que yo reparo, no por orgullo profesional, sino por temor de que afecten a un ser humano.

"Reviso tres, cuatro veces. Soy el doble de cuidadosa. En el tiempo libre intento investigar en Internet, tratar de elevar los conocimientos y las habilidades, indagar qué se hace en otras partes del mundo. No yo, el servicio de Electromedicina posee el sello del compromiso, de la sensibilidad.

"Gracias a Dios ningún ser querido ha estado en Cuidados Intensivos, pero cuando entro al taller no me enfoco en una persona, sino en muchas; ese es el mejor antídoto para afrontar las carencias de recursos y al bloqueo, que para mí, ahora sí tiene mil rostros".