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Las Tunas.- Tres meses pusieron a prueba su formación como licenciado en Enfermería. Asistió a los casos más complejos de la Covid-19 en zona roja, en Ciudad de México. Guarda historias reveladoras de esta, su primera experiencia como integrante del Contingente Henry Reeve -anteriormente había prestado colaboración en la República Bolivariana de Venezuela-. Abelardo Machado Aguilera ya está en casa, con el deber cumplido.

“Fue muy satisfactorio sentir el agradecimiento de los pacientes que atendíamos; muchos de ellos clamaban por la enfermera o el enfermero cubano, porque les brindábamos todo lo que necesitaban. Cuando se iban de alta, nos querían abrazar. Los protocolos no lo permitían, pero uno sentía la dicha de haber trabajado para salvar una vida y haberlo hecho bien”, enfatiza el enfermero.

Con habilidades en el Sistema Integrado de Urgencias Médicas (SIUM), él cuidó a niños y adultos. Pondera como fortalezas de la Mayor de las Antillas el trabajo en equipo y la Atención Primaria de Salud, que se adelanta a prevenir riesgos y vulnerabilidades, ante una pandemia que expande muerte en todo el mundo.

¿Cuál es la diferencia entre los resultados de Cuba y México?

“La diferencia la hace la Atención Primaria. Este es un eslabón fundamental para reducir el contagio. México no cuenta con esta infraestructura sanitaria. Debido a eso, exhibe una alta mortalidad, que ronda los 40 mil fallecidos”.

El enfermero formó parte de un grupo de 24 profesionales de Las Tunas, que prestaron servicio en tierras mexicanas. El apoyo médico cubano se agradece hoy en unos ocho centros hospitalarios, donde laboraron los nuestros en el enfrentamiento al SARS-CoV-2.

Muchas vivencias marcan el andar de Abelardo durante esta misión. Pero, sin dudas, la más impresionante vino con un desafío inesperado.

“El momento más difícil de estos tres meses -desde abril hasta finales de julio-, ¡y nunca lo olvidaré!, fue un terremoto en pleno horario de trabajo. Tuvimos que quedarnos allí, con los pacientes, cuidándolos y pasar el sismo, que no fue extenso, pero sí muy impactante: 7,5 en la escala de Richter. Resultó un hecho bastante desafiante: asistir a los enfermos de Covid-19, cumplir con el trabajo y encima, sufrir un embate de la naturaleza de ese tipo”, confiesa visiblemente impresionado.

Vecinos, amigos, familia… lo reciben. Agradecen. Ven en él, como en tantos colaboradores de la Medicina, la solidaridad y la bondad humana.

 

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