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Colombia, Las Tunas.- Pudiera pensarse que la Covid-19 se ensañó con los habitantes del reparto Santa Lucía, ubicado a la orilla de la carretera que enlaza el municipio de Colombia y el de Guáimaro (Camagüey), o que les acechó la mala suerte, mas no fue así; el exceso de confianza y la insensatez humana los convirtió en presa fácil del terrible virus. A pesar de las constantes advertencias y de que, ahora mismo, nada es más importante que proteger a la familia de esa amenaza, una celebración por el Día de los Padres desencadenó lo que sería una de las pesadillas más largas de esa comunidad.

Los hijos de aquellas tierras tuvieron que experimentar el miedo, la preocupación y la incertidumbre para entender que el aislamiento social resulta la mejor manera de mostrar el afecto y la consideración a sus semejantes. Muchos lo confiesan sin tapujos, “no actuamos con responsabilidad y pagamos las consecuencias”. Por más de 20 días abrazaron a los suyos desde la distancia y tuvieron tiempo para reflexionar sobre sus errores porque, evidentemente, la violación de las medidas sanitarias y las indisciplinas sociales les cobró una alta factura.

colombia1Los primeros casos positivos se reportaron en la Calle 27 de la Circunscripción 2, pero fueron tan solo el preludio de lo que les sobrevendría. El virus se tornó indetenible, y el 28 de junio las autoridades sanitarias declararon el tercer evento de transmisión en el sureño municipio. Ante este complicado escenario, representantes de las organizaciones de masas y varios sectores se pusieron en función de los 775 tuneros, agrupados en 281 viviendas.

En este universo poblacional se atendieron a nueve menores de 1 año, cinco embarazadas, 142 adultos mayores, 188 vulnerables y 316 con enfermedades crónicas. Allí se identificaron a 598 contactos y tras los estudios detectaron a 109 pacientes positivos, de ellos 83 sintomáticos y 26 asintomáticos.

VOCES DE LA COMUNIDAD

Cuenta Yolanda Aguilar Victoria, residente en la Calle 27, que los primeros confirmados impactaron a todos, “pero nunca imaginamos la magnitud que alcanzaría la situación”, dice aún consternada por lo vivido. “Enseguida en el CDR se organizó el servicio de mensajería para asistir a las personas en los hogares; siempre cumpliendo las indicaciones, pues lo más importante era cortar la cadena de contagios.colombia6Yolanda Aguilar.

“Hemos obtenido muchas experiencias, y la principal es que el riesgo está en cualquier sitio y nadie está exento de enfermar. Resulta muy doloroso que más de 100 vecinos, esos que ves todos los días, pueden morir o quedarles secuelas. Nuestra población ha ganado en conocimientos y ahora se protege más para no enfermar ni arriesgar a los demás”, afirma la también activista de la FMC.

colombia5Elida Zequeira.No es la primera vez que el SARS-CoV-2 trastoca la existencia de Elida Zequeira Olivera, habitante de “Santa Lucía”. En mayo del actual año, ella le vio el rostro a la enfermedad y aunque logró superarla no puede evitar los temores. “Tuve miedo por mi familia y vecinos porque ya lo viví en carne propia, pero nunca perdí la confianza en que ganaríamos esta batalla, y así fue”, dice con voz sosegada, consciente de que ya pasó el peor momento.

Para Teresa Castellano Leal, delegada de la Circunscripción 2 y presidenta del Consejo Popular 1, la labor ha sido titánica. “Adoptamos todas las medidas dentro de la circunscripción para frenar los contagios. El Grupo de Trabajo Comunitario y los voluntarios estuvimos pendientes de las necesidades básicas de todas esas personas. Seguimos al frente de esta lucha y no bajaremos la guardia para evitar que se repita otro evento de este tipo”.colombia4Teresa Castellano, delegada de la circunscripción.

La solidaridad y el afecto creció en estos días de angustia colectiva. Bien lo sabe el entrenador de béisbol Leonard Castro Espinosa, quien cambió sus roles para brindar servicios de mensajería, de manera voluntaria. “La situación era compleja en el CDR y me di a la tarea de ayudar a los más necesitados. Somos hijos de esta Revolución y siempre estaré dispuesto a dar mi aporte”.

Esa disposición y gestos de buena voluntad reciben la gratitud de los pobladores del lugar. Desde la Calle 23, Balbina Esquivel Orama, de 70 años de edad, manifiesta su reconocimiento al personal sanitario y a los integrantes de los grupos comunitarios. “No tengo insatisfacciones y considero que todo ha sido fruto de nuestro sistema social, que no desampara a ningún ser humano, y cuando llegamos al médico nadie nos pregunta si somos o no revolucionarios; a todos nos asisten por igual".

SIN BAJAR LA GUARDIA

El municipio de Colombia ya acumula 624 casos positivos a la Covid-19 desde el inicio de la pandemia, de ellos 12 importados y 612 autóctonos. Actualmente, junto a la cabecera provincial, es el de mayor incidencia y solo en el mes de julio se notifican más de 430 confirmados; muestra de la complejidad del actual escenario epidemiológico.

Hasta la fecha se han reportado tres eventos de transmisión en esa localidad; este último, identificado como Santa Lucía 4 (en referencia al número del consultorio, pues anteriormente se había generado uno en otra zona de ese mismo reparto) cerró tras 25 días de un incesante batallar; no obstante, varios pacientes continúan en vigilancia epidemiológica en los lugares que fueron declarados de alto riesgo.

Y sí, nadie niega que ver desaparecer la línea divisoria en señal de restricción representa un gran alivio, pero en el corazón de la comunidad quedó un margen invisible; ese que en lo adelante indicará el peligro y la urgencia de preservar la vida. Ante la Covid-19, todo cuidado es poco, y las negligencias se pagan muy caras; una lección que no deben olvidar quienes habitan estas tierras.

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