Las Tunas.- El cineclub Carpe Diem, de la ciudad cabecera, cada día gana más adeptos. Bajo la tutela de Yury García Fatela, un grupo de amantes del celuloide, integrado mayormente por jóvenes, se reúne en la sala Titón o en la sede tunera de la Asociación Hermanos Saíz (AHS), para deleitarse y aprender en torno al Séptimo Arte.
"El cineclub normalmente tiene una frecuencia quincenal, aunque ahora, en el verano (atendiendo a su importancia y acogida), se realiza semanalmente. Aparte del lado recreativo que implica compartir una película entre amigos, se trata de aprovechar la circunstancia para favorecer, poco a poco, el concepto e idea como tal del cinedebate", comentó Fatela.
Inspirado en el Festival de Apreciación Cinematográfica Cinemazul, con sede en nuestra provincia (el cual potencia el funcionamiento de agrupaciones de este tipo), esa cofradía interactúa con colectivos similares existentes en el Balcón de Oriente y suma a los integrantes del Proyecto El Manuscrito Perdido, el café literario Plaza de Almas y el taller literario Cucalambé (iniciativas lideradas por Yury), así como algún otro interesado.
Presentación de una cinta, proyección y análisis son hilos conductores de cada jornada, y que sus artífices intentan por todos los medios que no sea fría ni mecánica. "Los embullamos para que vean una película -narra Yury- y, a partir de eso, desarrollamos la actividad, pero no de manera esquemática, sino informal. Por ejemplo, cada uno selecciona su propuesta, hacemos un sorteo y, según el resultado, por semana exponemos una.
"Cuando sale determinada película, la persona que la eligió se prepara, la presenta y, entre todos, introducimos elementos técnicos. Ello ha contribuido a la motivación, generándose un movimiento de muchachos y muchachas que disfrutan de debatirlas. Lo que tratamos es eso, que sirva para elevar la cultura y educar -además- espiritualmente".
Cuenta el líder que priorizan aquellas propuestas basadas en obras literarias, lo que seduce a los participantes a acercarse a las publicaciones. Él, docente de formación, desde hace una década es uno de los participantes fieles del Cinemazul. De hecho, este año resultó el ganador del Premio Ola en su capítulo municipal y representará a Las Tunas (junto a los vencedores de los demás territorios) en el evento provincial, previsto para octubre próximo.
Rogert Gómez Ocano, quien se desempeña como profesor de Apreciación Audiovisual en la Universidad de Las Tunas, es otra figura estratégica dentro de la iniciativa. En diálogo con 26, expresó: "Actualmente, desde el punto de vista general, la Industria Cinematográfica está en crisis. La pandemia de la covid-19 vino a transformar la realidad de las salas de cine donde, al no asistir las personas a sus instituciones, se afianzó el consumo a través de las redes digitales.
"En la Universidad, por ejemplo, se ha priorizado lo referente a contenidos de asignaturas, no tanto así las actividades culturales y extracurriculares. Por otro lado, hoy llevar el arte a la juventud se convierte en un reto, pues los modos de hacer, promover y consumir el arte deben adaptarse a los nuevos tiempos. En este contexto, el hecho de reunir a un grupo de jóvenes (aunque al cineclub también asisten personas de otras edades) que se interesen por desarrollar habilidades y superarse es algo enriquecedor, útil y necesario".
Rogert, quien forma parte igualmente del taller literario Cucalambé, ha podido constatar el impacto positivo de la propuesta en los integrantes del colectivo de las letras. "La narrativa cinematográfica -afirma- contribuye a su formación como escritores, pues amplía los horizontes creativos y culturales. Además, pasamos un rato divertido, los miembros del grupo son muy carismáticos y su entusiasmo contagia a otras personas".
Recuerda de manera grata cómo el filme El club de los poetas muertos (del cual eligieron la frase que da nombre al cineclub) ha quedado en la memoria colectiva y destaca, para finalizar: "Lo primero es despertar el interés. Vivimos tiempos complejos en que los jóvenes a veces no saben canalizar sus vacíos y emociones, y esta es una manera sabia de crecer. Además, Carpe Diem está muy a tono con el Programa de Fomento de Cultura Audiovisual, establecido dentro de la política cultural cubana. Su importancia es significativa. Esto no lo podemos perder".