Las Tunas.- El taller Molino Rojo, creado hace más de una década, suele acoger con frecuencia el proceso creativo de no pocos artistas. Esta semana, la institución fue sede del Taller de Experiencias Lúdicas Sin Proteínas, que -impulsado por el proyecto Zona Creativa- forma parte de la programación colateral de la XV Bienal de La Habana.
26, curioso por conocer una iniciativa que defiende el grabado, técnica no tan practicada en el Balcón de Oriente en los últimos tiempos, llegó hasta la institución, y la acogida fue sorprendente.
Allí, alrededor de un tórculo (prensa calcográfica utilizada en la impresión de grabados en metal o calcografías), varios creadores daban vida a obras diversas. Según Leonardo Fuentes Caballín, quien comanda Molino Rojo y dirige, además, la Filial de Artes Plásticas del Comité Provincial de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac), afirmó que 15 artistas abrazaron la idea, la mayoría sin haber experimentado antes con esa técnica.
"Queremos mantener vivo este quehacer más allá del evento porque el grabado ofrece un sinnúmero de posibilidades y, además, resulta estimulante. También buscamos un despertar de la gráfica, descubrir nuevas maneras de hacer y garantizar así que, cuando vayamos a montar alguna exposición, no solo se aprecien dibujos, pinturas y esculturas. Es una oportunidad para crecer profesionalmente. Lo que hace rica a una provincia donde existen tantos artistas visuales profesionales es que haya diversidad en la creación", expresó Caballín.
Mientras dialogábamos, algunos de sus colegas dibujaban sobre papel (a manera de guía), otros rasgaban planchas de metal con una gubia o buril y, una vez realizadas esas partes del proceso, se preparaban para imprimir la obra.
Miguel Mastrapa, oriundo de Las Tunas y residente actualmente en España, fue más feliz por estos días. Confesó que allá no le es tan factible cultivar esa labor por lo caro que resultan los implementos para ello y las propias dinámicas de la vida moderna. Sin embargo, aquí volvió a recordar, a crear junto a amigos, a sentirse un artista completo, como es.
"Hace muchos años que teníamos el sueño de contar con un taller de grabado en Las Tunas y esta es la antesala para tales propósitos. Talento, voluntad y posibilidades existen para ello. Las máquinas, que es lo más difícil de conseguir, ya están disponibles en Molino Rojo. En varias provincias existen talleres de grabado y el Balcón de Oriente, que es una potencia en artes plásticas, no puede ser la excepción. Eso también despertaría expectativas en el público. El grabado está presente en nuestra cotidianidad; cuando nos ponemos una camiseta que dice algo, esta es una de sus expresiones. Es muy diverso, pues abarca la madera, el metal, la piedra, las placas radiográficas y otros soportes. Basta con crear una matriz sobre una superficie, que luego se entinta e imprime, obteniendo una imagen".
"Aunque tengo 72 años de existencia y 45 de vida artística, estoy aquí aprendiendo", confesó Eliades Ávalo, con la sencillez que lo caracteriza. "Mastrapa llegó y le preguntó a Leonardo: '¿Tienes una lija por ahí?', cosas como esas hay que vivirlas, la retroalimentación entre artistas ofrece nuevas experiencias. Además, hay magia en el proceso", continuó, sin dejar de reconocer el papel aglutinador de Caballín y su exquisito olfato para los proyectos culturales.
"Esto es algo nuevo para mí, pues me he dedicado más a la pintura y la escultura. No obstante, trato de mantener mi estilo al trabajar el abstracto", dijo Gustavo Polanco Montero (Polankito). "Es importante la experimentación. Eso lo agradecemos", añadió Carlos Gutiérrez. "Espacios como este propician la confluencia, el intercambio, eso es muy saludable. Ojalá se mantenga; necesitamos revitalizar el grabado. Además, existen varios tipos; está la xilografía, el grabado en metal, la colografía..., y estos dos últimos los hemos practicado en este Taller", agregó Nover Olano.
Por su parte, Manuel Montero expresó: "Es algo fascinante, hasta el final no sabemos verdaderamente el resultado. En mi caso, realicé una obra en homenaje a la crítica de arte Bárbara Carmenate, quien dejó una huella imborrable en nuestro gremio".
Como ellos, otros autores se sumaron a la iniciativa, algunos jóvenes al estilo de Liset Gutiérrez, de la Asociación Hermanos Saíz (AHS). Así, entre palmas, rostros, abstractos y otras figuras en metal, se avivó la intención por retomar una técnica algo olvidada aquí, pero sumamente necesaria.
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