Memorial Vikcente García

Las Tunas.- El patrimonio inmobiliario tunero cuenta entre sus piezas más relevantes con un local que transpira historia por todos sus ángulos. Se trata de un sitio muy apreciado en la capital provincial, en tanto simboliza la naturaleza y el carácter de sus hijos. La Covid-19 recomendó cerrarlo temporalmente. Pero ya retornará el tiempo de mostrarles a los visitantes los tesoros que conserva en sus vitrinas.

La casona engalana el corazón de la ciudad. Frente a sus ventanales transitan cada día millares de tuneros. Puertas adentro se expone en variadas muestras el testimonio de una etapa de lucha que tiene por referente al héroe territorial por excelencia: el memorial Mayor General Vicente García González.


Se trata de un sitio que nos dignifica. Según datos del Archivo Nacional de Cuba, en esta mansión residió con su familia hasta 1868 el bien llamado León de Santa Rita, la personalidad tunera de mayor reconocimiento histórico.


Los investigadores aseguran que su construcción se remonta al año 1800. En sus primeros tiempos era apenas un caserón de paredes de ladrillos y cubierta de tejas, ubicado junto a la Casa de Gobierno en la entonces conocida con el pomposo nombre de Calle Real. En aquella época la villa solo contaba con unos pocos cientos de habitantes y un reducido número de viviendas, la mayoría edificadas en torno a la iglesia que todavía permanece en el mismo sitio.


El primer hecho que le otorgó notoriedad a esta casa data de 1869, cuando Brígida Zaldívar, esposa del mayor general Vicente García, fue encerrada con varios de sus hijos y su anciana suegra. El coronel español Eugenio Loño pretendía con tal acto presionar al mambí para que depusiera las armas. Para hacer más severa la reclusión, el oficial colocó soldados junto a las puertas, clausuró con tablas sus ventanas y prohibió la entrada de alimentos. La crueldad no consiguió vencer el temple de Brígida, quien perdió allí a dos de sus hijos. La repulsa nacional e internacional lograron finalmente que el coronel Loño suspendiera el encierro.
El 23 de septiembre de 1876, el Mayor General Vicente García asaltó y ocupó su ciudad natal. Dos días después, el 26 de septiembre de 1876, ordenó reducirla a cenizas para que los españoles solo recogieran sus escombros. Dio también instrucciones para comenzar el incendio por su propia casa, ante la que pronunció estas célebres palabras: “Tunas, con dolor en el alma te prendo candela, pero prefiero verte quemada antes que esclava”.


La casona permaneció en ruinas hasta 1919, cuando reedificaron su estructura frontal para dedicarla al comercio. En 1985 fue restaurada por Patrimonio Cultural, y en 1996 se le declaró Monumento Nacional.


La reconstrucción del año 1919 tuvo el cuidado de conservarle a esta casa insignia su planta colonial en forma de U, el amplio patio interior, los colgadizos sostenidos por columnas y las ventanas con guardapolvo. En cambio, la fachada permutó para el eclecticismo, con las columnas estriadas, el capitel corintio y las grandes balaustradas. A los valores históricos del memorial Mayor General Vicente García González se suman, además, múltiples méritos históricos.


Millares de visitantes espontáneos y dirigidos han desfilado desde su apertura en 1987 por sus salas repletas de historia, a un ritmo de casi dos mil cada mes.


Las vitrinas exhiben más 200 piezas relacionadas con el León de Santa Rita y otros próceres independentistas. Algunas tienen gran valor museológico, como un reloj de brújula y la corneta de órdenes que utilizó en combate el Mayor General Vicente García, quien fue presidente de la República en Armas en 1878 y general en jefe del Ejército Libertador tras la Protesta de Baraguá.


Pero, de las muchas piezas con que cuenta la institución, ninguna supera en fama al machete de Vicente García, el arma que el mayor general blandió en la manigua en nombre de la independencia.


El León de Santa Rita lo llevó consigo este machete hasta su exilio venezolano. Luego, al morir envenenado en la patria de Bolívar, su hija Rosa lo guardó, y años después, lo trajo de regreso a Cuba, a donde viajó en compañía de su madre Brígida Zaldívar. Fue en el museo Emilio Bacardí, en Santiago de Cuba, donde estuvo en primera instancia el machete para su exhibición al público.


Por esa época, la institución santiaguera se encargaba de recibir las pertenencias de los mambises orientales, y el arma del tunero devino allí pieza de gran perfil. El machete le fue entregado definitivamente a la ciudad de Las Tunas el 14 de noviembre de 1987, al inaugurarse el Memorial. Ese día se le rindieron honores. Había permanecido en el museo santiaguero desde el 18 de octubre de 1915.


Es una pieza de fabricación alemana, con cabo y clavos de plata y enchape de carey, de 82 centímetros de largo por tres de ancho. Figura en los registros como uno de los 12 objetos de valor excepcional de la institución tunera. Los visitantes ilustres suelen recibir como distinción una réplica suya en tamaño original, máximo galardón que entrega la Asamblea Provincial del Poder Popular.


El memorial Mayor General Vicente García González guarda en sus archivos documentos relacionados con los sucesos de San Miguel del Rompe, Lagunas de Varona y hasta detalles constructivos del cuartel de las 28 columnas.


Un acontecimiento que lo enaltece es haber acogido en su salón principal la ceremonia fúnebre con los restos mortales de los mártires internacionalistas cubanos caídos en Angola y Etiopía. Una placa empotrada en la fachada de la institución perpetúa para la posteridad aquel solemne momento.


El memorial Mayor General Vicente García es una puerta abierta al conocimiento de la historia tunera. Representa el legado de nuestros héroes a la lucha por la independencia de Cuba y a su valentía mostrada en el combate.

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